Jueves, 1 de agosto de 2013 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Roberto Feletti *
Sectores de la oposición política y económica afirman que los resultados alcanzados por el gobierno nacional a lo largo de la década iniciada el 25 de mayo de 2003 se deben a que goza de una enorme ventaja comparativa definida por los términos de intercambio internacional, muy favorables para los productos que la Argentina exporta. Es lo que se ha denominado “viento de cola”. Dicho análisis, repetido hasta el hartazgo y convertido en un lugar común, omite que el Gobierno sustentó un ambicioso plan de desarrollo y de políticas sociales en base a recursos genuinos en un flujo permanente de ingresos provenientes de los derechos de exportación. Dicho esquema de financiamiento, que logró paliar años de desinversión y abandono, en particular de aquellos sectores históricamente marginados, se mostró exitoso aun durante el impacto de la crisis internacional más dura que conoció el mundo desde el crac de 1929.
Es oportuno establecer algunas comparaciones con otro período emblemático de nuestro país, caracterizado también por la holgura del sector externo, como fue la década de la convertibilidad (1991-2001). Lo que haremos a continuación, entonces, es discriminar la magnitud de la oferta internacional de divisas en cada una de estas etapas y los propósitos de políticas públicas trazados durante las mismas.
Durante la convertibilidad, las fuentes de financiamiento de divisas para el Estado fueron las privatizaciones y la emisión sostenida de deuda, un procedimiento limitado y cuyo exceso concluyó en la catástrofe del default de 2001-2002. En ese decenio, el ingreso de recursos fue de 69.979 millones de dólares. De ellos, 14.089 millones provinieron de la venta de empresas públicas –el ingreso total por privatizaciones fue superior a 26.000 millones, pero alrededor de 12.000 millones se cobraron en bonos de deuda pública–. En tanto, 55.890 millones derivaron del endeudamiento externo público –el total bruto fue de 56.155 al restarle 265 millones de rendimiento positivo de inversiones–. Puede verse entonces cómo durante esa década, el ingreso de divisas se produce solo a través de la cuenta de capital.
En la Década Ganada, en cambio, el sector público recibe financiamiento a través de un flujo permanente de derechos de exportación, que exterioriza la apropiación por parte del Estado de una renta extraordinaria derivada de la venta de productos primarios en el mundo. Por esa vía ingresaron 76.909 millones de dólares. De este modo, la obtención de divisas es fruto del flujo regular a través de la cuenta corriente del balance de pagos
La diferencia neta de disponibilidad de recursos públicos en moneda dura entre una década y otra fue de 6930 millones de dólares. El tan mentado “viento de cola” que se dice que tuvieron a su favor los gobiernos de Néstor y Cristina, respecto de los de Menem y De la Rúa, puede cuantificarse en la exigua cifra de 700 millones de dólares al año.
Si la diferencia de ingresos entre ambos ciclos es tan escasa, no lo serán de ninguna manera los resultados obtenidos. En cuanto a los indicadores de crecimiento económico, la tasa de aumento del PBI promedio durante la convertibilidad fue de 2,6 por ciento, ampliamente superada por el 7,1 por ciento correspondiente a la Década Ganada. Además, la convertibilidad abrió el ciclo más largo de desempleo abierto de dos dígitos que la Argentina tuvo en su historia, iniciándose en 1992 con una tasa de 7 por ciento, cerrando 2001 con 17,4. La contracara más potente es la década iniciada en 2003 que comienza con una tasa de desempleo de 17,2 por ciento para reducirla en 2012 a 7,2, cifra compatible con una sociedad equilibrada.
Podemos ver que quienes justifican las bondades de la performance económica de Argentina sobre la base de un supuesto “viento de cola” están ligados a estrategias de elevado endeudamiento, a la venta de activos públicos y a la ruptura de los equilibrios sociales y regionales, lo que derivó en resultados calamitosos, que con mucho esfuerzo hemos comenzado a revertir desde 2003.
* Diputado (FpV). Presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.
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