ECONOMíA › EL GOBIERNO RATIFICO QUE NO PAGARA CON RESERVAS EL MEGAVENCIMIENTO
El reloj corre, pero para el Fondo
La administración Bush quiere evitar a toda costa que Argentina caiga en default el martes próximo con el FMI, el Banco Mundial y el BID. Y busca cerrar un acuerdo cuanto antes. ¿Por qué será?
Por Maximiliano Montenegro
”Va a haber acuerdo. No va a ser antes del 9 (de septiembre). Las dos posibilidades que se barajan es que sea un acuerdo de sólo un año; en realidad de 16 meses, porque el anterior expiró en agosto. O un acuerdo a 3 años, pero con metas sólo indicativas para el 2005 y 2006. Aunque nada de eso está contemplado en los estatutos del Fondo, todo es posible. El FMI está dispuesto a aceptar cualquier cosa.” Esta versión del estado actual de las negociaciones, ofrecida a este diario por un economista de línea abierta con Washington, es coincidente con la visión de dos influyentes funcionarios, cercanos a las conversaciones con el Fondo.
Ayer los dos Fernández (Alberto, jefe de Gabinete y Aníbal, ministro del Interior) coincidieron en descartar la posibilidad de que Argentina pague con reservas del Banco Central el vencimiento del próximo martes de 3284 millones de dólares con los organismos internacionales en caso de no llegarse a un entendimiento para entonces. Por su parte, el presidente Kirchner se hizo el distraído, buscando bajar las expectativas: “Se sigue discutiendo y conversando, es difícil determinar si estamos más lejos o más cerca de un acuerdo”, aseguró.
Hasta ahora, Kirchner delimitó públicamente la negociación con dos trazos muy visibles. Uno: es impensable echar mano de las reservas para cumplir con los organismos. Dos: el gobierno nacional está dispuesto a elevar la meta de superávit fiscal del 2,5 por ciento del PBI este año al 3 por ciento el próximo; pero no más, con el argumento de que más ajuste atentaría contra la recuperación.
El primer compromiso presidencial deja en una situación delicada a los organismos (no sólo al Fondo sino especialmente al Banco Mundial y al BID), el porqué se verá más adelante.
La segunda condición abre la posibilidad de llegar a un acuerdo tradicional –es decir, con estrictas metas de superávit fiscal– sólo hasta fines de 2004. Para ese período no hay gran distancia entre lo que está dispuesto a ofrecer Kirchner y lo que pretende el Fondo. Este año, el superávit fiscal primario (siempre antes del pago de intereses) consolidado entre Nación y provincias rondaría 2,7 por ciento del PBI. Cada punto del PBI son unos 4000 millones de pesos. Para el próximo, el Fondo pediría algo parecido al 3,3 por ciento: 2,8 por ciento a la Nación y 0,5 a las provincias. Así, el Presidente podría aceptar esa meta sin asumir costo político alguno, porque no incumpliría su palabra de que “la Nación” no ajustará arriba del “3”.
Sin embargo, si se mira más allá, las diferencias son irreconciliables. Suponiendo una quita en la deuda con los acreedores privados del 70 por ciento en valor presente, en el Fondo creen que la Nación necesitará a partir de 2005 un superávit primario de 4,5 por ciento del PBI para cumplir con los primeros vencimientos de capital de los Boden; es decir, la deuda emitida después de la devaluación. En Economía consideran que la cuenta está mal hecha y que el ajuste requerido para no caer nuevamente en default es menor. Pero, al margen de esa discusión, está claro que no hay manera de que Kirchner se comprometa a semejante ajuste, así como tampoco hay espacio para que el Fondo se resigne a menos.
Conclusión: sólo se pueden fijar metas fiscales para el año próximo. Si el acuerdo será a un año o a tres es algo que se conversa en estos días, pero cualquiera sea debería respetar aquella premisa. De ahí que Lavagna esté hoy más preocupado en hacer los “deberes” en el Congreso, apurando las leyes que exige el Fondo –las llamadas “reformas estructurales”– que por buscarle una vuelta al intríngulis fiscal (ver aparte).
Así planteadas las cosas, es interesante la mirada sobre la negociación de un encumbrado economista local, de acceso directo a los burócratas del Fondo. “La presión para firmar de Estados Unidos es muy grande. Al revés del año pasado, hoy los países europeos están más reticentes, porque antesquieren presionar lo más posible por la suba de tarifas (de servicios públicos) y la renegociación de la deuda con acreedores privados (una buena parte son de origen alemán e italianos)”, afirma.
La misma fuente identifica tres motivos que explican el interés de la administración Bush por cerrar trato cuanto antes:
- El primero es geopolítico: “Tener a Kirchner del lado bueno y no del malo”, dice el economista, exégeta del espíritu que prevalece en Washington. “No es que Argentina sea importante, pero para qué lanzarlo gratuitamente a las filas de Chávez”, agrega.
- El segundo apuntaría a velar por la estabilidad regional: “Prevenir una crisis mayor sobre Brasil y Uruguay”.
- La tercera razón sería cuidar el bolsillo propio. “Washington quiere evitar un desmadre en los balances del BID, el Banco Mundial y el Fondo. Si Argentina entrara en default, los países ricos con Estados Unidos a la cabeza deberían recapitalizar a los organismos internacionales. Enviar a pérdida la deuda argentina se come casi medio patrimonio del BID, un décimo del Banco Mundial, y una porción nada despreciable de los activos del Fondo”, sostiene el consultor. En otros términos: “Mientras el acuerdo significa cero de fondos frescos para Argentina, el no acuerdo implicaría un agujero más para el fisco norteamericano”.