Miércoles, 30 de marzo de 2016 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Enrique Zothner *
En estos días se juega el futuro de Argentina, no el de los cuatro años que dura el período presidencial, sino la posibilidad de tener una industria propia, nacional, creada para dar respuesta a las necesidades de las mayorías. Hace tiempo que en Argentina se intenta una y otra vez la reconstrucción de las grandes empresas, para ello se requirió financiación, cada dólar así gastado tuvo significado social y económico. La mayoría de las empresas con control estatal, generaron riqueza en campos tan diversos como acero, industria naval, aeronáutica, petróleo, petroquímica, marina mercante, ferrocarriles, industria para la defensa y energía nuclear.
Sus beneficiosas consecuencias fueron la creación de empleos de alto valor agregado y, en su factor multiplicador, el apuntalamiento de nuevas industrias para el desarrollo de nuestro país. Estas industrias nos dieron el más grande bienestar de Latinoamérica en un pasado reciente, motivo de admiración y ejemplo ante nuestros vecinos y el mundo. Estas grandes obras realizadas por argentinos para los argentinos fueron clausuradas o desarticuladas a través de gobiernos neoliberales obedientes al poder central, obedientes a potencias extranjeras a través de las directivas de los organismos financieros multilaterales. Los métodos utilizados para destruirlas fueron generalmente los mismos, desfinanciarlas, fundirlas, dificultar su funcionamiento, endeudarlas, etc. Se apelaba para el desguace a excusas harto repetidas, sea la eficiencia, el plan de negocios, ya que sólo se consideraba la empresa en particular y no se contaban los beneficios que traían en otras áreas y en conjunto como país.
La lista de destrucción o de desarticulación de estas industrias es impresionante. Ante esta destrucción el resultado fue siempre la resistencia popular que se manifestó contrario a perder su riqueza y de lo que se sentían orgullosos. Muchas veces las empresas y recursos conseguidos con esfuerzo y perseverancia terminaron engrosando las ganancias de particulares e incluso de otros países como el petróleo o el flete marítimo para citar algunos. Esa lamentable historia parece que estamos al borde de repetirla.
El endeudamiento propuesto para pagar fondos especulativos al contado está en abierta contradicción con la creación de industrias. Cuántos desarrollos podrían ser financiados con 13.000 millones de dólares al contado, ¿cuántas industrias podríamos crear que mejoren nuestro nivel de vida?
Se presenta el endeudamiento como solución de algún problema, en este caso hace agua por todos lados: 1) No es para financiar una actividad productiva. 2) No es una solución al déficit estructural creado por este mismo gobierno. 3) No es una buena negociación, 4) No tiene sentido y es imposible negociar con quien no quiere y tiene como único fin la usura y la especulación financiera. 5) No cumple con las leyes nacionales sancionadas. 6) No está alineada con la postura presentada por Argentina ante la ONU y aprobada por todos los países excepto en los que residen los Fondos Financieros Internacionales. 7) No han dado resultado estos tipos de préstamos a lo largo de la historia de Argentina y todos han terminado en grandes crisis. 8) No está garantizado que los fondos especulativos y los otros tenedores de deuda pidan una renegociación ya cerrada con éxito, y 9) No es bueno quedar expuesto a reclamos por 384.000 millones de dólares o más.
Es sencillo entenderlo, lo vivimos y padecimos muchas veces. La frase de Einstein muestra el sinsentido de este endeudamiento: “Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes. Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Defender los intereses de los argentinos no es tener políticas antiestadounidenses ni antiimperialistas, es defender nuestra historia, nuestra cultura, nuestros anhelos y nuestro futuro. Otra cosa es que a los estadounidenses o a los imperialistas no le gusten nuestras ideas o cómo queremos hacerlo.
Tenemos que liberarnos la tutela de los medios masivos de comunicación, que combinados con una educación colonizante influyeron e influyen cada vez con más fuerza, de manera insidiosa en el destino de la Patria, haciéndonos dependientes en lo cultural y económico. Por eso planteamos que la opción es industria nacional o endeudamiento. Para volver a estar en el camino de un país industrializado es necesario reordenarlo como lo hicieron nuestros próceres industriales con una visión de grandeza, con claridad en su propósito y teniendo presente a la mayoría del pueblo. Como dijo Einstein, “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”.
* Profesor UBA. Integrante de la Central de Entidades Empresarias Nacionales (CEEN).
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