Martes, 28 de junio de 2016 | Hoy
ECONOMíA › EL GOBIERNO APUESTA A UNA RECUPERACIóN, MIENTRAS QUE DIVERSOS ECONOMISTAS DUDAN
A pocos días del comienzo de la segunda parte del año, período que el Gobierno indicó como el inicio de un ciclo positivo en la economía, varios ministros han empezado a relativizar esa posibilidad. La tendencia es de recesión económica.
“El segundo semestre dura hasta diciembre”, recordó ayer el ministro de Agroindustria, Ricardo Buryaile. Con esa precisión el funcionario advirtió que las mejoras socioeconómicas prometidas por el gobierno de Mauricio Macri no se harán visibles sino hasta “mediados del semestre”. La fórmula elegida por el ministro de Interior y Obras Públicas, Rogelio Frigerio, para referirse al impacto recesivo de las medidas implementadas desde diciembre fue similar: “Estabilizamos el avión para que no estrellara y ahora hay que repuntar para arriba. Eso es lo que hay que hacer durante la segunda parte del año y durante el año que viene también”.
Consultados sobre el contenido de las mejoras, ambos funcionarios se limitaron a destacar que los aumentos de precios se ubicarán a partir de julio en niveles similares a los registrados el año pasado y un repunte en la inversión. A pesar del optimismo del Gobierno, en la Unión Industrial proyectan un escenario de estancamiento prolongado: “Ni en 2017 habrá una reactivación económica”, indicó ayer José Urtubey, empresario papelero y vocal en la cámara patronal.
A 72 horas del inicio formal del segundo semestre de 2016, Página/12 consultó a Florencia Medici, Igal Kejsefman, Luciano Cohan y Pablo Manzanelli, cuatro jóvenes investigadores y economistas, para conocer sus perspectivas en lo que resta del año. “No es sorprendente que las promesas sobre el alivio en la situación económica no lleguen en el segundo semestre dado el abanico de políticas públicas que el Gobierno está llevando adelante. Estas medidas tendientes a ajustar el gasto público, liberalizar las importaciones y aplicar una política monetaria restrictiva generan una caída del salario real y, por lo tanto, de la actividad económica y del empleo”, afirmó Medici, docente en la Universidad Nacional de Moreno.
Los cuatro economistas consultados coincidieron en señalar la ausencia de fuentes sustentables que permitan al país ingresar en un sendero de crecimiento económico y creación de empleo. “El mito del segundo semestre se basa en la creencia de que la mayor austeridad incentivará la inversión y dará buenas señales al capital extranjero para invertir en el país. Sin embargo, no hay inversión productiva posible en una economía que no consume, que destruye puestos de trabajo y que concentra cada vez más su riqueza en pocas manos”, indicó Medici.
Desde el Cifra donde se desempeña Manzanelli advierten que la recomposición de la rentabilidad no alcanza para impulsar la inversión en un escenario de caída de la demanda interna e internacional. Así, en el marco de la crisis mundial, agudizada ahora por la salida del Reino Unido de la Unión Europea, la política del nuevo gobierno deteriora los dos componentes de la demanda que dinamizaban el Producto: el consumo privado y público.
Desde la consultora Elypsis son menos pesimistas sobre los impactos del combo devaluación, quita de retenciones, alza en las tasas de interés, apertura comercial, ajuste de la demanda y endeudamiento desplegado desde diciembre. “Durante el segundo semestre vamos a ver cierta recuperación comparada contra el comienzo del año. Será una leve mejora como resultado de la recuperación del gasto público, el incremento en los salarios reales por la menor inflación y el alza en la inversión en sectores como el inmobiliario. No es nada demasiado virtuoso pero permite recuperar una parte de la caída”, señaló a este diario el director de la firma, Luciano Cohan, al remarcar la necesidad de una mayor reducción del déficit fiscal.
“El gobierno buscó resolver la restricción externa profundizando la internacionalización de la economía argentina, es decir, apostando a expandir las exportaciones. Ese esquema requiere que el mundo y la región nos compren, que el salario real caiga para que la economía argentina sea competitiva a nivel internacional y cubrir los déficits con endeudamiento externo”, señaló Kejsefman del Centro de Estudios para el Cambio Social (Cecs) al advertir que esos tres elementos necesarios para viabilizar el esquema del Gobierno no están necesariamente disponibles. En ese sentido, en Cifra sostienen el nuevo ciclo de endeudamiento externo –iniciado tras el acuerdo con los fondos buitre– financiará la brecha fiscal y externa: “De acceder exitosamente al mercado internacional de crédito, existe la posibilidad de contar con las divisas necesarias para financiar la escasez de dólares y anclar el tipo de cambio para reducir la presión inflacionaria, la cual tenderá a desacelerarse además por la caída en el consumo. El escenario no está cerrado y ello dependerá de la activación de los sectores populares y de cómo se resuelvan las paritarias”.
Para Manzanelli, investigador del Cifra de la CTA, “el macrismo logró legitimar sus medidas de ajuste en las acciones u omisiones del Gobierno anterior provocando una recesión con cierto consenso social. Si bien legitimó las medidas no logró hacerlo con sus consecuencias que son resistidas por los sectores populares. Es decir, no logró desplazar las relaciones de fuerza en ese sentido. En este contexto la puja distributiva presiona sobre el proceso inflacionario y le exige al planteo económico definiciones en variables clave como el tipo de cambio y la tasa de interés”. En ese sentido, el economista del Cecs advirte que “si el macrismo logra construir un consenso en torno a su programa económico, podría darse la aparente paradoja de crecimiento con desempleo y pobreza, como sucedió en los primeros años de la convertibilidad”.
Desde la perspectiva de Manzanelli el escenario económico intensificará los conflictos sociales, no solo entre el capital y el trabajo sino también entre las fracciones del capital (banca transnacional y terratenientes pampeanos) y los grupos económicos locales ligados al ámbito industrial para intentar imponerse en la nueva estructura de precios y rentabilidades relativas. “Por esa razón es difícil anticipar cuándo saldremos de la crisis autoinducida, lo que sí es claro es que hoy no hay bases sólidas para la reactivación económica”.
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