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En un informe titulado “Desigualdad en América latina y el Caribe”, el Banco Mundial divulgó datos escalofriantes: mientras que el 10 por ciento de la población de la región se queda con la mitad del ingreso total, el 10 por ciento más pobre se reparte apenas el 1,6 por ciento. El trabajo concluye que Latinoamérica y el Caribe es la región del mundo con el peor nivel de reparto del ingreso después de Africa. El diagnóstico es que, en la última década, la situación social empeoró y que la desigualdad aumentó de manera “drástica” en algunos países, como la Argentina.
La investigación, en cambio, nada dice sobre la responsabilidad que le cupo al propio Banco Mundial y a los demás organismos por las recetas económicas que ellos mismos impusieron, en especial durante la misma década que abarca el estudio. El panorama es todavía más confuso si se atiende al reclamo del Banco Mundial: que los países de la región lleven adelante las reformas para enfrentar esa situación. Recetas que son propiciadas por los propios técnicos del organismo. Y que, de ser aplicadas, el informe del año 2014 seguramente informará que la pobreza y la desigualdad volvieron a aumentar. Para evitarlo, una sugerencia amable con destino Washington: ¡Por favor, basta de recetas!