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Quita, Irak y Malvinas
Por Julio Nudler
El trauma de la deuda no deja de tener su lado divertido y hasta absurdo. A la Argentina, como su economía repunta más prestamente que lo esperado le exigen que pague más a sus acreedores. Sin embargo, el crecimiento argentino es un poroto al lado del iraquí, cuyo Producto Bruto según el Banco Mundial crecerá este año un 33 por ciento. Sí, 33. Ello no impide a Estados Unidos, como potencia ocupante, exigir que los acreedores concedan una quita del 90 por ciento. No parece equitativo.
Lo de la quita es, de todas formas, bastante relativo. Se dice que los tenedores de bonos consideran inverosímil una poda nominal del 75 por ciento. Pero un simple experimento puede demostrar que no es así. Sugerencia: tómese un bonista y ofrézcasele 25 dólares cash por cada título de 100, y se verá cómo acepta alborozado el trato. Con su conducta mostrará que no es la quita nominal lo que rechaza sino el rebanado valor presente de los nuevos pagarés a largo plazo que se le ofrecen en canje.
Se diría que en solidaridad con esos tenedores de bonos, y ante el tambaleante andar de la relación entre el país y el FMI, los inversores bursátiles iniciaron una paulatina fuga, que ayer se precipitó. De hecho, desde su pico del 20 de enero, el MerVal ha caído un 20 por ciento. ¿Pero qué muestra esto? Que la timba es la timba. Quien aquel día puso 100 pesos, hoy sólo cuenta con 80. Y no tiene ninguna razón para quejarse, aunque es posible que haya perdido más que muchos de los actuales tenedores de bonos argentinos, porque habría que ver a qué precios entraron.
Pero en este asunto hay que tener mucho cuidado con los argumentos que se utilizan. Ultimamente, algunos presuntos analistas previenen ante el peligro de “malvinizar” la cuestión de la deuda. Vale decir, que Kirchner cometa la locura de enfrentarse al G-7 como hizo Galtieri al mojarle la oreja a la OTAN. Entre líneas, temen que la lógica y la dinámica de esa confrontación radicalice al país y lo arrime a Cuba y Venezuela. Eso es para discutir, pero, independientemente de los propósitos y de la calaña de los militares de la dictadura, es incuestionable que la Argentina tenía razón, que la soberanía sobre esas islas le corresponde. Ahora, indirectamente, quienes agitan la advertencia contra la malvinización están admitiendo que también en el litigio de la deuda la causa del país es la justa.
Esto, obviamente, es lo que menos importa, porque lo definitorio es la relación de fuerzas y el cálculo de costo/beneficio que cada cual realiza.