ECONOMíA › ADVERTENCIA DEL TITULAR DEL G-7 PRESIONANDO AL PAGO DE LA DEUDA
“Si se aíslan, sería un desastre”
Fue durante una conferencia que Hans Eichel compartió con Roberto Lavagna. Este le respondió devolviéndole la responsabilidad. “Si el G-7 modifica algunas reglas”, Argentina podría mejorar su oferta, al menos, para los pequeños acreedores.
El ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, no sorprendió con su reclamo. “Argentina debe reflexionar si no puede dar un paso más en su oferta” a los acreedores, exigió. A su lado, Roberto Lavagna retrucó con un argumento que habrá incomodado al visitante. Dijo que, con gusto, la Argentina podría mejorarles la propuesta a los inversores minoristas, pero, para ello, el Grupo de los Siete países más poderosos debería intervenir para cambiar las reglas y permitir el trato privilegiado a los bonistas más chicos. Eichel, que traducción mediante lo escuchaba sentado a su diestra, es el actual presidente del G-7. Ese fue el contrapunto más interesante de la conferencia de prensa brindada por ambos funcionarios.
“Si el G-7 tiene capacidad de modificar algunas reglas, nosotros vamos a ser tan felices como algunos de los pequeños acreedores de la Argentina”, apuntó Lavagna, en referencia al reclamo de los acreedores individuales de Alemania, Italia y Japón. Esta fue la forma elegida por el ministro para pasarle la responsabilidad política al alemán y, de paso, dejar sentado que la Argentina negocia “de buena fe”. La fórmula Lavagna sería mejorar los pagos a los acreedores más chicos, que compraron bonos tentados por bancos de inversión europeos, a cambio de profundizar la quita a los fondos institucionales. Durante la extensa conferencia de prensa, Lavagna repitió que el Gobierno ofreció en Dubai lo que puede pagar sin perjudicar el crecimiento económico.
En 24 horas, Eichel insistió con un único mensaje: la Argentina debería flexibilizar su postura y ofrecer pagarles más a los acreedores. Se lo dijo anteayer a Néstor Kirchner y, después, a Lavagna. El mismo se autodefinió como un “mensajero” de esa propuesta amigable hacia los acreedores. Mientras Eichel intentaba dejar sentada su posición, en Berlín, su ministerio difundía un dato que contradecía el mensaje de austeridad y buenos alumnos: el déficit fiscal de Alemania resultó del 3,9 por ciento del PIB en 2003, quebrando el acuerdo de Maastrich, que fijaba para los países que integran la Unión Europea un máximo de 3 puntos de rojo fiscal.
El ministro alemán se cuidó de no aparecer como el malo de la película. Hizo varios guiños simpáticos para sus anfitriones: mencionó que hace dos años y medio, en su última visita a Buenos Aires, la situación era peor. Que “el país hizo notables progresos en los últimos meses” y elogió por eso a Néstor Kirchner. También aseguró que “nadie quiere jugar un rol desestabilizador en la Argentina”. “Quisiera instar a que no se vea al FMI como alguien que quiere saquear a un pueblo sino como alguien que ayuda a insertar a los países en la comunidad internacional”, refrendó el compatriota de Horst Köhler.
En forma simultánea a ese discurso elogioso, dejó una lista de condicionamientos, en medio de la pelea por la deuda. Algunos de esos puntos salientes son:
- “No se puede generar la percepción de que uno efectúa una oferta y no se puede negociar más, eso es un paquete cerrado”.
- “Si no se llega a una solución entre la comunidad internacional y la Argentina, entre el país y los acreedores privados, la inversión (extranjera en el país) se podría dañar a largo plazo”.
- “Si el país se aísla sería un desastre: no podrá mantener el nivel de inversión directa que necesita para consolidar su crecimiento económico”.
- “Las reglas de la comunidad financiera internacional deben aplicarse porque, de lo contrario, se generarían muchos más problemas en todo el planeta”.
Los dichos del ministro alemán dejan entrever el hermético pensamiento de los países más poderosos sobre la cuestión argentina. Y lo hace en vivo y en directo jugando de visitante, de manera que sus argumentos se tornan más potentes frente a la opinión pública. Aunque sus palabras también reflejan a un país que enfrenta presiones políticas internas porque miles de sus ciudadanos tienen en su poder papeles de deuda impagos. Alemania concentra el 5,1 por ciento de los bonos en default, por un valor nominal de 4100 millones de dólares.
Durante la conferencia, Lavagna repitió que en los últimos 20 meses, la Argentina giró 7000 millones de dólares a los organismos internacionales. Y que eso es demostración de “buena fe”. Y anunció que Kirchner viajará próximamente a Alemania para entrevistarse con el canciller Gerhard Schroeder.