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Las AFJP, y no sus socios, deberán pagar las comisiones bursátiles

La medida, adoptada por la Comisión Nacional de Valores por iniciativa del superintendente de AFJP, Juan González Gaviola, beneficia a los aportantes. Sin embargo, la CNV sigue mostrando escaso compromiso con la transparencia del mercado.

 Por Julio Nudler

En adelante, no serán los afiliados de las AFJP sino las propias Administradoras las que afrontarán el costo operativo –es decir, las comisiones de los intermediarios– en las compras de títulos que realizan para los Fondos jubilatorios, siempre que no sobrepasen los $ 5 millones. Esta es la principal consecuencia de una resolución adoptada ayer por la Comisión Nacional de Valores a iniciativa de Juan González Gaviola, superintendente de AFJP. Hugo Medina, titular de la CNV, presentó la medida como una defensa de los intereses de los aportantes al sistema de capitalización, aunque el órgano de control y regulación que preside sigue pecando de inacción en otras cuestiones al menos de igual importancia. Un caso es el de la bursátil Rabello que, pese a su participación clave en el presunto fraude cometido por la AFJP Siembra y sobre el que Página/12 informó profusamente, causa en la que hay presos tanto de aquélla como de ésta, no motivó sanción alguna del Mercado de Valores a Rabello, ni insistencia de la Comisión sobre el MerVal para sanear el mercado. Existen otros casos más en los que la CNV no muestra compromiso con la transparencia.
Lo ahora resuelto, que involucra tanto a las AFJP como a los Fondos Comunes de Inversión –es decir, entidades que manejan fondos de terceros, obligatorios o voluntarios–, establece que desde el mes próximo todas las operaciones con títulos valores públicos o privados (vale decir, bonos públicos, acciones y obligaciones negociables) deberán transarse exclusivamente a través de mercados en los cuales los negocios “se concierten por medio de sistemas de concurrencia de ofertas que aseguren la prioridad precio-tiempo, impidiendo de ese modo la contratación directa entre comprador y vendedor, como puede hacerse actualmente”.
Esto significa que esas inversiones en papeles no podrán hacerse con el método tradicional del mercado electrónico (el MAE, que crearon los bancos para arrinconar al Mercado de Valores). Ese método implica que un comprador, por ejemplo un banco, arregla bilateralmente con un oferente, probablemente otro banco, a través de una pantalla. En esa modalidad hay –como ocurre con el dólar– un precio de compra y otro de venta. La diferencia entre ellos equivale a una comisión no explícita, que forma parte del precio de adquisición y es asumida en consecuencia por el Fondo jubilatorio o de inversión para el cual se efectuó.
En cambio, cuando –como en la Bolsa– el comprador hace público su interés por cierto activo financiero, los oferentes concurrirán –es decir, competirán entre sí–, triunfando en la puja el vendedor que ofrezca el precio más bajo, y, en caso de empate, la oferta que haya sido efectuada en primer lugar. En el MAE aseguran que la resolución de la CNV no los afecta en absoluto porque desde 1997 operan también con “matching electrónico” mediante el software Siopel (Sistema Operativo Electrónico). Afirman que la mitad de la operatoria global se canaliza ya a través del Siopel, y el resto vía “trading electrónico”, que es la modalidad normal para los mercados mayoristas, los llamados OTC, por over the counter. Lo que sí deberá hacer el Siopel es diferenciar precio del papel de comisión cobrada por el banco, para que de esa comisión se haga cargo la Administradora.
En la plaza hay quienes ayer mismo ponían en duda las ventajas de esta medida de la CNV. Indican que cuando la comisión se vuelve explícita se facilita, sobre todo en transacciones de cierta magnitud, como las usuales en la operatoria de los Fondos, la discriminación en favor del oferente que prometa el mayor “retorno” como anzuelo para el administrador de dinero de terceros. Argumentan que el verdadero cambio consistiría en vincular los ingresos de las Administradoras a la rentabilidad de los Fondos por ellas manejados, mientras que en el sistema actual las AFJP cobran las mismas comisiones independientemente de que hagan buenas o malas inversiones.
Hugo Medina llegó a presidir la CNV, el órgano controlador del mercado de capitales, después de haber trabajado por años en la Bolsa de Comercio y detentado la gerencia técnica (¿incurrió en conflicto de intereses?). En ese ambiente subsiste un odio visceral a los bancos, que, al desembarcar en el negocio, provocaron un derrumbe de las altísimas comisiones que cobraban los agentes bursátiles tradicionales.
En todo el mundo, la guerra entre éstos y los bancos se zanjó a favor de los últimos, que los desalojaron del negocio, pero no ocurrió así en la Argentina, donde existen dos estructuras paralelas. La histórica maneja cuatro entidades: Bolsa, MerVal, Caja de Valores y Banco de Valores. Los agentes, que forman un auténtico club, ocupan numerosos cargos en ellas y cobran sueldos muy interesantes.
A su vez, sociedades como la Caja de Valores obtienen grandes ganancias porque son auténticas cajas registradoras, que cobran aranceles por custodiar los papeles y cada vez que se paga un cupón o se efectúa cualquier clase de operación. Es difícil que en esa trama algo pueda variar.
Adelmo J. J. Gabbi, hombre fuerte de la Bolsa, quiso prescindir dos años atrás de los servicios de Medina, pero su amigo de la secundaria, el recién asumido Guillermo Nielsen, lo rescató, poniéndolo al frente de la Subsecretaría de Servicios Financieros. Medina convirtió así su eyección de la Bolsa en una licencia sin goce de sueldo. Cuando asumió Néstor Kirchner quiso volver allí pero no lo admitieron, por lo que Nielsen le demostró de nuevo lo que vale un amigo, designándolo al frente de la CNV. Medina no le profesará afecto a Gabbi pero es muy amigo de Luis Corsiglia, ex presidente de la Caja de Valores que ayer precisamente debutó como director de Energía Argentina S.A.

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La tradicional guerra entre agentes de Bolsa y bancos no se vería influida por la decisión.
 
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