ECONOMíA
Permuto yanqui por chino o indio, les pago mucho menos y rinden más
El Boston Consulting Group advierte a las compañías de EE.UU. que si no recurren pronto a profesionales y trabajadores de Oriente serán barridas. Son mejores y cobran salarios ínfimos.
Por Julio Nudler
Es cuestión de vida o muerte. Según el Boston Consulting Group, las compañías estadounidenses que sigan demorando la decisión de trasladar parte de sus instalaciones operativas a los LCC estarán amenazadas de extinción. LCC es una denominación genérica, que se aplica a China, India y otros parajes, entre los cuales cabe hasta cierto punto la Argentina, aunque no se la suela mencionar. LCC son los low-cost countries, países de bajos costos, PBC. Pero del offshoring o deslocalización se viene hablando desde hace tiempo: trabajos y servicios que se derivan a PBC para ahorrarse los altos salarios de los países ricos, en un proceso que ha sido acelerado por el surgimiento de Internet. Pueden citarse ejemplos muy precisos, como el de Plenitas, una firma que ofrece a las norteamericanas venir a la Argentina con dos propósitos, que podrán cumplir con el mismo viaje: agrandarse los senos y aprender a bailar tango. El nuevo y más inquietante hallazgo del BCG es que la calidad de los trabajadores estadounidenses se está deteriorando y que indios y chinos son iguales o mejores.
Para esa consultora, entre cuyos clientes están las mayores corporaciones norteamericanas, la migración de puestos hacia Oriente se acelerará en los próximos años. Frente a la reacción asustada y defensiva de profesionales y trabajadores, los economistas sostienen que la deslocalización favorecerá el crecimiento de la economía estadounidense, dando éste lugar a la creación de más empleos que los que se marcharán rumbo al Este. Son explicaciones que los economistas tienen siempre a mano para volver digerible cualquier desgracia, presentándola como el medio para una ventura posterior. En eso se parecen a los curas.
Un informe del BCG revela la pobre valoración que diversas compañías hacen de sus empleados, considerando superiores los que pueden conseguirse fuera de Estados Unidos. Allí y en Europa los salarios van de 15 a 30 dólares la hora, en tanto los chinos no alcanzan a un dólar. Además, éstos rinden pronto tanto o más que los occidentales. Más de dos de cada cinco empresas norteamericanas que interrogó BCG consignaron una erosión en la calidad de la mano de obra estadounidense. Cada vez les cuesta más manejar equipamiento especializado y familiarizarse con nuevos materiales. Razones de economía, pero también de capacidad, son las que han llevado a grandes multinacionales, como General Electric o Siemens, a establecer en China e India centros de I+D (investigación y desarrollo). Esto muestra que ya no es cierto que sólo se desplacen hacia los PBC las tareas que requieran menor capacitación. Pero de ello prefiere no hablarse mucho porque seguramente precipitaría reacciones proteccionistas. Es como patear un avispero.
Una consultora rival, McKinsey & Co., calculó que por cada dólar que compañías estadounidenses invierten afuera, la economía de esa nación gana 1,14. La idea es que mediante el offshoring, esas empresas bajan sus costos y elevan su productividad, de modo que pueden crear otros puestos de trabajo. Cualquier traba a la deslocalización conduciría al estancamiento económico. Y aunque los salarios crezcan porcentualmente a mayor velocidad en China e India, la brecha salarial con Occidente seguirá ampliándose en términos absolutos. No puede olvidarse tampoco la enorme oferta de mano de obra que hay en esos colosos, que obra como un freno sobre las retribuciones.