ECONOMíA › LAS CONCESIONARIAS QUIEREN EL FIN DE LA UNIREN
“Sería bueno cerrar una etapa”
Las gasíferas y el complejo eléctrico fueron una de las áreas por las que Roberto Lavagna más abogó. Cuando las tarifas todavía eran tabú, el ministro demandó públicamente aumentos que, finalmente, no pudieron ser por decisión judicial. Ayer las empresas del sector fueron cautelosas en la evaluación de la interna interministerial. La buena noticia, para ellos, no fue que Lavagna patee el tablero, sino que la “etapa de la Uniren esté llegando a su fin”.
Cuando los tironeos se producen en el ámbito de la política, las empresas optan por el bajo perfil. Sin embargo, aunque manteniendo reserva de identidad, los directivos de las distintas empresas energéticas parecían tener un discurso unificado. Los elementos centrales eran dos. Uno: Lavagna es el ministro de la racionalidad. Dos: la Uniren debe desaparecer.
“Cualquier modificación o proyecto de modificación que se realice en estructuras administrativas obsoletas, de probada ineficiencia, mal puede afectarnos negativamente”, dijo a este diario un alto ejecutivo de una de las distribuidoras. “Hasta ahora la Uniren se limitó a ser el ámbito formal para el intercambio de papeles y hace tres años que no tenemos ningún avance”, detalló.
Siempre dentro del sector, otro directivo se expresó en el mismo sentido. “Un ámbito de renegociación de contratos debería suponer sentarnos en una mesa y tener del otro lado personas con capacidad técnica y poder de decisión”, sostuvo. “Claramente el Uniren no brinda esas dos características. No vemos voluntad política para impulsar la renegociación”, completó.
El enojo de las firmas energéticas parece ser ante todo con la Uniren, un ámbito donde las propuestas de ajuste tarifario tuvieron escasa repercusión. En cualquier caso, los empresarios no festejaron la pelea de Lavagna con Julio De Vido, sino el potencial fin de un ámbito en el que sus reclamos quedaron varados. Lo notable es que la Unidad Renegociadora no funcionó hasta ahora como un espacio ajeno a Lavagna, quien tiene allí a dos de sus hombres; Eduardo Pérez y Gustavo Simionoff.
No obstante, para los empresarios consultados Lavagna continúa manteniendo la imagen “pro empresa”, mientras en el juego de apariencias De Vido sería lo contrario. En este rol, el titular del Palacio de Hacienda “hizo promesas al FMI y ahora ve que, por internas del Gobierno, las cosas no pueden avanzar”. Por eso, Lavagna daría un paso al costado “para no quedar como un incumplidor”.