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Se los notaba contentos. Volvían a reunirse como en los viejos tiempos. Otra vez en el Sheraton, el mismo hotel que el poder financiero utilizaba para sus convenciones. Ahí estaban ellos, los señores de los ’90. Siempre dispuestos a señalar lo que está bien y lo que está mal. Para hacer pronósticos, sin importarles demasiado los innumerables yerros de los últimos años. Había ex funcionarios de la época menemista y de la Alianza, devenidos en gurúes, y banqueros. Y si bien en los papeles los convocaba el análisis de la actualidad del sistema financiero, el tema que dominó los diálogos informales fue el de la deuda. Y, en especial, el traspié que sufrió el Gobierno, tras la dimisión del Bank of New York como coordinador de la operatoria, y que demora la realización del canje internacional.
La convocatoria la realizó el Centro para la Estabilidad Financiera (CEF), liderado por dos ex funcionarios del menemismo y de la administración De la Rúa: Daniel Marx y Miguel Kiguel. Ambos fueron protagonistas en el diseño del endeudamiento colosal de los últimos años. Ante una consulta de Página/12, tanto Marx como Kiguel prefirieron seguir los consejos de Roberto Lavagna y desdramatizaron la situación. “Se sabía que la reestructuración iba a ser complicada. Los tropiezos eran esperables”, señaló Kiguel. Marx puso como ejemplo lo sucedido en otros procesos. “En los casos de las empresas que refinanciaron sus deudas hubo demoras importantes. Los organismos de control de Italia y de Japón suelen tomarse varios meses para analizar y aprobar las operatorias”, apuntó.
Menos amigable se mostró Luis Secco, ex asesor económico de la SIDE durante la época de Fernando de Santibañes. “La traba es una complicación importante. Al final, el Gobierno parece convalidar lo que pensaban muchos financistas en el exterior, que venían poniendo en duda la voluntad de pago de la Argentina”, señaló el actual consultor a este diario.
La opinión negativa de los “señores de los ’90” hacia el Gobierno es inocultable. Algunos de ellos, no obstante, se cuidan en las apreciaciones. A veces dicen más sus miradas que las consideraciones delante del grabador. Fue el caso de Andrew Powell, ex economista jefe del Banco Central durante el mandato de Pedro Pou. Powell desestimó “motivos ocultos” en la postergación del canje y en tono pausado reclamó que Economía empiece la operatoria internacional “lo antes posible”.
Al contrario de lo que piensan en el Palacio de Hacienda, los economistas ortodoxos sostienen que la traba en el proceso podría afectar la marcha de la economía. “Sería irresponsable decir lo contrario”, aseguró el ex vicepresidente del Central Martín Lagos. El ex número dos de Pou matizó: “No vamos hacia una catástrofe, pero no hay que olvidar que la economía se recuperó porque había caído en un pozo inmenso y tuvimos suerte de que los precios de los commodities acompañaron”, argumentó, en su diálogo con Página/12.
En público, Lagos se mostró como el más nostálgico de los años ’90. No es que los demás no lo sean. Pero se nota que moderan las expresiones. En su exposición, Lagos manifestó que, a diferencia de aquella época, ahora existe inseguridad jurídica e impuestos distorsivos que le ponen barreras a los bancos para otorgar créditos. “Todavía nos lamemos las heridas de la crisis”, disparó.
Más diplomático, Kiguel dijo que no había que alarmarse por los tironeos que se generen durante la renegociación de la deuda. No obstante, remarcó que existe urgencia para cerrar trato con los acreedores ya que el actual contexto internacional favorece a la Argentina. “Es una variable que podría volverse en contra en cualquier momento”, advirtió.
El otro tema discutido entre los economistas se relaciona con el capítulo legal de la reestructuración. Para muchos de ellos, el desdoblamiento entre el canje local y el internacional es objetable. “¿Acaso no sería mejor posponer todo y poner en igualdad a los acreedores argentinos yextranjeros?”, se preguntó Kiguel. Lagos acotó que Lavagna debería cambiar el prospecto elevado a las autoridades regulatorias internacionales.
Al atardecer, los señores de los ’90 dieron por terminadas las sesiones. En todo este tiempo no cambiaron en nada sus maltrechas recetas.