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Para algarabía de la Unión Industrial Argentina, que lo albergó en sus cuerpos técnicos, ayer asumió como secretario de Industria el joven economista Miguel Peirano. Al precisar ante Página/12 el desafío que enfrenta su gestión, señaló “la creación de un tejido industrial con valor agregado creciente y equilibrio entre las empresas chicas y medianas”, omitiendo la mayor prueba que en realidad tiene por delante el joven funcionario, como es la de recomponer la integración comercial con Brasil. Entre sus ideas-fuerza figura la de bajar las retenciones al sector.
“Yo rescato el espíritu del Mercosur, pero la carencia de mecanismos de regulación propios de los ’90 tendió a generar un comercio desigual en términos de valor agregado”, admitió luego el flamante secretario, aludiendo al hecho de que la Argentina se consolidó como un proveedor de materias primas y un importador de bienes industriales brasileños. “Terminó siendo funcional a una estrategia de desarticulación productiva y primarización”, juzgó, en relación con el bloque.
Como lo sabe bien su antecesor, Alberto Dumón, reformular esta relación no es una tarea sencilla, en particular porque se trata de pulsear duro con un Estado a cuyo gobierno se lo considera un aliado político. “Hay que encontrar mecanismos institucionales para evitar el daño sectorial”, opina Peirano, aunque aclarando que la protección a los sectores sensibles a la competencia brasileña, como textiles o calzados, no necesariamente pasa por la imposición de salvaguardas.
Los acuerdos entre empresarios privados de uno y otro país, fórmula que el Gobierno encontró para eludir en lo posible medidas compulsivas para frenar las importaciones desde el país vecino, son “insuficientes” y ninguna inversión a largo plazo puede planificarse sobre esta base. Por ello hace falta “cláusulas institucionales” de protección sectorial. Esas que la Argentina trata de negociar sin éxito con Brasil.
Entre sus propuestas para estimular las exportaciones industriales, figura la de darle impulso al proyecto que reduce las retenciones en la medida que las ventas superen el nivel alcanzado el año anterior. Así las industrias que exporten pagarán menos gravamen sobre aquella porción “incremental”. Algo que para el ex técnico de la UIA será estimulante para las empresas y, por este mismo hecho, una garantía al fisco de que no perderá recaudación.
Su asunción coincidió con el anuncio de un decreto que bonifica la tasa de interés para inversores del interior en préstamos en pesos y de entre dos y cinco años de plazo. “Su designación nos enorgullece: tiene un gran espíritu industrialista”, celebraba ayer ante este diario el vice e inminente titular de la UIA, Héctor Méndez.