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Probando que la empatía política puede más que los disturbios comerciales, los cancilleres de Argentina, Rafael Bielsa, y de Brasil, Celso Amorim, acordaron ayer en Brasilia un plan de trabajo para superar las diferencias bilaterales, que incluirá reuniones quincenales entre representantes de los dos gobiernos. Ese programa de acercamiento, cuyo propósito medular es eliminar las asimetrías comerciales, debería estar concluido el 30 de noviembre, día en el que se celebra la amistad argentino-brasileña. “Argentina es un socio incómodo, pero no caprichoso”, defendió ayer el canciller Bielsa en relación con los reclamos que formula el país para frenar el flujo de bienes de ese origen, que resulta una competencia lapidaria para la producción nacional. Pero, al mismo tiempo, el funcionario argentino descartó cualquier rivalidad con el principal socio del Mercosur por el liderazgo político que el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva asumió en la región. “Argentina apoyó desde el principio la cumbre entre esa región y los países árabes, convocada por Lula en Brasilia.”