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Podría juzgarse como un gesto desesperado por succionar capitales justo cuando éstos amagan emigrar (caso Suez) o como una idea oportuna para estimular la inversión, en particular extranjera, y superar así el verdadero cuello de botella que enfrenta la economía para crecer. Lo cierto es que luego de reunirse con representantes de un importante núcleo patronal, Roberto Lavagna anunció ayer el relanzamiento de la Agencia Nacional de Desarrollo de Inversiones, que operaría con el respaldo de un consejo asesor integrado por firmas con fuertes nexos en el exterior.
La apuesta es aprovechar la red de contactos privados para el armado de nuevos negocios con capitales foráneos y cubrir así un déficit de inversiones no inferior a los 12.000 millones de pesos. La propuesta será formalmente anunciada por el presidente Néstor Kirchner después de las elecciones, ornamentada con algún nuevo régimen de desgravaciones para empresas que decidan reinvertir utilidades en el país.
Al término del encuentro con el ministro, no todos los empresarios, ejecutivos y banqueros tenían muy en claro en qué consistía la propuesta oficial y, básicamente, qué papel específico le correspondía. Aún así, celebraron como “inteligente y fructífera” la iniciativa oficial sobre la que los habían testeado unos días antes. Víctor Klima (Volkswagen), Luis Ureta Sáenz Peña (Peugeot), Marcelo Argüelles (Bio Sidus), Lucas Pescarmona (Impsa) Miguel Acevedo (Aceitera General Deheza), José Luis Basso (válvulas), Adrián Kaufman (Arcor), Jorge Brito (Bansud) y Juan Bruchau (City) son algunos de los que aceptaron el convite.
Lavagna planteó en privado algo similar a lo que luego señaló en una conferencia de prensa: si bien el nivel de inversión se viene recuperando, aún restaría sumarle el equivalente a 2,5 puntos del PBI para garantizar que no se bloqueará el crecimiento. Palabras más, palabras menos, algo similar había señalado en uno de sus informes periódicos fechados en abril Ecolatina, la consultora fundada por el ministro. Según ese texto, la inversión bruta creció un 35 por ciento en el 2004 y daría un salto similar este año. Pero aún así, estaría por debajo del nivel de 1998.
El aporte privado para subsanar aquel déficit podría resultar decisivo, en particular si prosperase tanto como el plan “Pro-pymes”, de cuyo éxito de jacta Techint. En este caso, se identificaron primero nichos de negocios entre los proveedores de insumos de los clientes del holding, como los fabricantes de línea blanca, que no conseguían compresores made in Argentina, o los criadores de pollos, a los que les faltaban galpones llave en mano, que se terminaron fabricando (y exportando) con la chapa de los Rocca.
El grupo oficiará de “facilitador” de emprendimientos que hace otro inversor y al que auxilia con financiamiento, por ejemplo. Arcor asegura que existen oportunidades similares en la agroindustria y Basso garantiza que hay interés en instalar fábricas de motores a los que puede venderle las mismas válvulas que exporta hasta a Ferrari. Eventuales proyectos que verían la luz con el aliento de la relanzada Agencia, y en cuya página web ya figuran razones para invertir en la Argentina: “la falta de conflictos étnicos y religiosos”, “la mano de obra calificada y competitiva”, “la importante dimensión e la clase media” y “los incentivos a la inversión”.