EL PAíS › LOS KIRCHNER LLEGARON AYER A NUEVA YORK Y LA SENADORA DISERTO SOBRE LA DEUDA
“Peor sería no aprender la lección del FMI”
Un saludo protocolar del presidente Néstor Kirchner con su par de Estados Unidos, George Bush, y un racconto de la senadora Cristina Fernández de Kirchner sobre las consecuencias del endeudamiento signaron el primer día de la gira con optimismo electoral.
Por Sergio Moreno
Desde Nueva York
Ayer fue el día de Cristina Fernández de Kirchner en Nueva York. La agenda de la delegación así lo impuso: ella llevó la responsabilidad del plato fuerte de la jornada al abrir el seminario del Observatorio Argentino de la New School University y nada más ocupó la rutina de trabajo hasta la noche, cuando con su marido, el presidente Néstor Kirchner, participaron de la gala que ofreció en el Waldorf Astoria el presidente George W. Bush, con quien se saludaron cordialmente y cruzaron apenas unas palabras protocolares. Al mediodía, la senadora y candidata desgranó una ponencia sobre el paralelismo entre los dos grandes procesos de endeudamiento de la Argentina, 1976-1983 y la década del 90, y el debilitamiento del sistema de representación política casi hasta su anemia. Más allá de la retrospectiva, CFK cerró diciendo que la sociedad argentina había comenzado a andar el camino inverso al recorrido durante aquellas catástrofes porque “lo peor que podemos hacer es no aprender la lección”.
La delegación llegó temprano a NYC. Además del Presidente y su mujer, viajaron el canciller Rafael Bielsa, los ministros de Planificación Federal y Defensa, Julio De Vido y José Pampuro, el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, los senadores Miguel Angel Piccheto y Carlos Reutemann y los diputados Jorge Argüello y Daniel Varizat.
Excepto la gala del presidente norteamericano, CFK se llevó la jornada. El Observatorio Argentino de la NSU fue creado en 2003 por el matrimonio presidencial, la universidad –sindicada como progre al estilo americano— y el Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz. El economista iba a ser de la partida, pero a último momento suspendió su participación en el encuentro, que tuvo lugar en la sede de la NSU, en pleno Village neoyorquino. Lo mismo ocurrió con el alcalde de San Pablo, Brasil, José Serra.
Las exposiciones fueron abiertas por Michael Cohen, una especie de patrocinador universitario del Observatorio. Cohen rápidamente dio lugar al discurso de CFK. El relato comenzó con una afirmación: “La historia del endeudamiento argentino es algo más que un fenómeno económico-financiero”. La primera dama recordó que, al momento del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, la deuda argentina ascendía a 5800 millones de dólares, lo que hacía que cada habitante debiese 320 dólares per cápita. En 2005, antes de concretar la reestructuración, había crecido a 191.000 millones de dólares, y cada argentino debía 5700 dólares. “¿Qué pasó en ese lapso de endeudamiento geométrico? El endeudamiento que creció durante un lapso de 30 años significó un cambio en el sistema de acumulación económica del país y también un cambio de su sistema político”, afirmó CFK.
El razonamiento que expuso comenzó historiando que en 1976 los asalariados participaban del 48 por ciento de la riqueza nacional; paralelamente, los partidos representaban intereses concretos. “Cuando uno decía peronismo, sabía lo que significaba, igual que radicalismo, o Partido Socialista, o Comunista. Funcionaba un sistema de representación política, donde los partidos representaban intereses bien definidos”, dijo la senadora. Siguiendo su relato, el 2 de abril de 1976, el entonces ministro de Economía, José Martínez de Hoz, lanzó su plan y, un año más tarde, la Ley de Entidades Financieras. “Además de que se puso en marcha un terrorismo de Estado que suprimió toda disidencia”, recordó la candidata. En ese período, la deuda creció un 323 por ciento, y en la década del 90, el incremento fue del 122 por ciento. “Estos períodos coincidieron con un formidable proceso de desindustrialización y destrucción del trabajo nacional”, puntuó CFK. Dicha maquinaria acabó con aquella Argentina de la movilidad social. “Y el modelo de acumulación económica fue cambiado. Se llegó a hacer creer a la gente que con la especulación se podía ascender, con lo cual también hubo un cambio cultural, de pensamiento en la sociedad. Al cabo de 30 años de tarea podemos ver los resultados”, graficó la expositora.
Segunda Década Infame
En ese momento, la senadora comenzó a horadar en los ’90. Recordó la imposición de las ideas del Consenso de Washington que derramó en toda la región sus recetas impulsadas especialmente por el Fondo Monetario Internacional. En la Argentina se ponían en marcha las llamadas “reformas estructurales”, que dejaron un saldo de pobreza, desempleo y marginalidad que aún hoy se hace sentir con toda su carga. CFK refirió entonces a la Convertibilidad (aquí cometió un lapsus que más tarde reiteró: dijo “el 3 a 1” cuando se refería a la paridad 1 peso igual a 1 dólar, “1 a 1”) como el acelerador del proceso de desindustrialización, al dejar “en total indefensión” al país frente a la avalancha externa del productos. “También cambia el sistema de representación política, cambia el funcionamiento del Estado, se impone que la economía debían manejarla exclusivamente los economistas y se condena a los políticos a administrar la pobreza, siendo el más eficiente quien mejor administraba la pobreza. En esa época, se estableció como verdad la aparente desvinculación de la economía y la política”, sostuvo la senadora. “El sistema político pasó a ser de intermediación y negociación, ya no la representación, lo que nos llevó al peor deterioro de la política ante su sociedad”, abundó.
Tras acometer contra Bernardino Rivadavia y el empréstito tomado por él con la Baring Brothers, CFK comenzó a deglosar las actuaciones del gobierno que encabeza su marido. Dijo:
- “Esta fue la primera vez que ante una reestructuración de deuda no pagamos más, sino que pagamos mucho menos”.
- “Estamos logrando que vuelva a funcionar el sistema de representación política en la Argentina, que cada uno tenga confianza en que lo que se dice, se va a hacer. No como aquel presidente que confesó que si decía lo que iba a hacer, no lo hubiese votado nadie”.
- “El modo de acumulación económica también está siendo modificado. Vamos a volver a colocar el trabajo y producción como ejes de la acumulación. Lo haremos con consumo y exportación, dos categorías que son complementarias. El FMI nos quería convencer que debíamos consumir poco, ganar poco y precarizar el trabajo”.
- “Hemos conseguido bajar el desempleo, acordar 400 convenios laborales a la alza, elevar en 215 por ciento el salario mínimo, vital y móvil, hemos aumentado las jubilaciones rompiendo un congelamiento de 12 años, mantenemos un crecimiento sostenido de la economía, y ha crecido la generación de bienes transables manufactureros. El Estado se hace presente en la obra pública para aumentar la reactivación”.
- “El trabajo que se consigue reactivar rearticula, genera solidaridad. Como dijo Bill Clinton, la desigualdad y la desesperanza generan violencia”.
Luego explicó los motivos de los embates del gobierno Kirchner contra los organismos de financiamiento internacional, particularmente el FMI. “Nuestra prédica para modificarlos y cambiar su rol no es ideológica. El Consenso de Washington trajo pobreza, marginalidad y pauperizó la calidad democrática de los países de la región, generando crisis políticas recurrentes en la Argentina, Bolivia, Ecuador, Perú, por aplicar políticas que nada tiene que ver con lo que quiere la gente”, disparó.
Nueva York es, para la administración Kirchner, el mejor escenario para fustigar a los organismos de crédito internacionales. El Fondo Monetario, muy dado a exigir políticas draconianas a países débiles y acosados por las crisis, recibe de quien fuera su “mejor alumno” en la década de los 90 las peores críticas y la acción política del Gobierno en su contra. No es que tiemble de miedo, pero la Argentina está siendo un ejemplo de que adoptar el sentido contrario de las medidas que propone el organismo no sólo no hace daño, sino que hace bien.
Ayer, CFK aportó su grano de arena en ese sentido, elogió el quehacer de su gobierno, y defendió sus políticas en el gran escaparate universal, Nueva York.