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No escatima palabras duras. A la hora de hacer proselitismo, Néstor Kirchner llegó, incluso, a denunciar una campaña de desestabilización. Más aún: responsabilizó de la misma a Carlos Menem y a Eduardo Duhalde. Pero esa campaña altisonante se complementa con otra estratégica y silenciosa a cargo de Alicia Kirchner. No por casualidad, la última semana la ministra de Desarrollo llevó más de 2 millones de pesos de ayuda social a La Rioja y Lomas de Zamora, precisamente los pagos de los máximos enemigos que el Gobierno tiene en el PJ.
Con su habitual bajo perfil, Alicia Kirchner desembarcó en la capital menemista el viernes 9 de septiembre. Allí definió nuevos programas de financiamiento de planes sociales y entregó órdenes de pago por un total de 1.943.399 pesos.
La Rioja era un territorio inexpugnable para Kirchner hasta que logró cooptar a Angel Maza, el gobernador provincial que le debe a Carlos Menem su ascenso político. El operativo se completó sedando a Jorge Yoma con la promesa de la embajada en México. Yoma quería ser punta de lanza del kirchnerismo en la provincia. Pero la Casa Rosada prefirió corroer al menemismo desde adentro.
Kirchner sabe que La Rioja, debido a su escaso peso político, no es determinante para lograr el propósito de plebiscitar su gestión. Pero no duda del impacto que significaría vencer a Menem –candidato a senador por el PJ– en su propia tierra, donde por meses se cobijó para eludir los escraches que le prometían en el resto del país.
La mayor parte del dinero que llevó Alicia Kirchner terminó en la Secretaría de Desarrollo Social y Asuntos Municipales de La Rioja. Fueron 1.552.500 pesos, en el marco del Plan Nacional de Seguridad Alimentario “El Hambre Más Urgente”. Otros 390.890 pesos llegaron en órdenes de pagos a varios municipios, en un acto donde además se entregaron 100 pensiones asistenciales para madres de más de siete hijos, adultos mayores y personas discapacitadas.
Dos días antes, el miércoles 7, la hermana del Presidente estuvo en Lomas de Zamora, recorriendo emprendimientos productivos que se llevaron adelante mediante un convenio con la Uocra. El líder de ese gremio de la construcción es Gerardo Martínez, un transversal del peronismo: en la última década ha sabido acercarse al menemismo y el duhaldismo, de la misma manera que en estos años lo hace con el kirchnerismo.
De la patria chica del duhaldismo, Alicia Kirchner recorrió la Villa La Madrid y el comedor San Antonio. Esa misma semana, la candidata del PJ bonaerense, Hilda “Chiche” Duhalde, salió a cuestionar los planes Jefas y Jefes de Hogar y llamó a universalizar la ayuda social. No utilizó la palabra clientelismo, aunque en su discurso estuvo tácitamente presente.
La campaña silenciosa del kirchnerismo en los pagos de sus enemigos internos del PJ se completó con Catamarca. El sábado 10, una delegación del Ministerio de Desarrollo Social, encabezada por el secretario de Comunicación Social, Fernando Gray, y la jefe de gabinete de la cartera, Raquel Tiramonti, hizo pie en los pagos de Luis Barrionuevo para beneficiar con pensiones graciables a personas de la capital y del interior provincial.
La mención del dirigente sindical no es casual: Barrionuevo ya decidió desafiar desde el PJ al kirchnerista Frente para la Victoria. No se trata de un moderado dentro del peronismo. Más bien todo lo contrario: el gastronómico de aquella máxima que decía que “la plata no se hace trabajando” se mostró como uno de los más osados críticos del matrimonio Kirchner.
En un país que registra 40 por ciento de pobres y donde 4 millones de personas vive con menos de 150 pesos promedio –el valor de un Plan Jefas y Jefes–, la ayuda social siempre estará puesta bajo la lupa por su propensión a convertirte en una herramienta electoral. Mucho más cuando para el plan más importante del país se cuenta con la friolera de 234 millones de pesos mensuales.