ECONOMíA › CADA ARGENTINO TIENE 140 MIL DOLARES
Riqueza que no se ve
Según un controvertido estudio del Banco Mundial, es el país de mayor riqueza por persona de la región.
Por Raúl Dellatorre
Argentina en particular, pero América latina y el Caribe en general, tienen una inmensa riqueza por habitante, pero quizá sus habitantes no lo sepan porque en gran parte –el 72 por ciento– está conformada por capital intangible. Eso puede concluirse de un estudio del Banco Mundial dado a conocer ayer en Nueva York, que ubica a la Argentina al tope de la región con una envidiable riqueza por habitante de 139.232 dólares (unos 560 mil dólares por familia tipo). Claro, no todo es tener un yate, un avión o más modestamente una cama donde dormir; también hay otros “bienes” y entre ellos el Banco Mundial computa como “intangibles” al capital humano (educación), la infraestructura institucional (la valoración de sus instituciones públicas) y el capital social (la confianza en el país y la capacidad para trabajar en un objetivo común). Es en estos aspectos en los que Argentina es inmensamente rica: 109.809 dólares por habitante, según el cálculo de la, para algunos, prestigiosa institución.
La curiosa forma de medición de la riqueza que realiza el Banco Mundial surge de sus estudios sobre indicadores de sustentabilidad del desarrollo. En ellos señala que los componentes de la riqueza nacional fueron mutando desde los economistas clásicos hasta nuestros días. Si aquéllos consideraron tres fuentes y componentes –tierra, trabajo y capital–, sus colegas del siglo XX prefirieron centrarse en el capital físico: estructuras y equipos utilizados en la producción. Pero “una mejor comprensión del desarrollo sostenible” llevó a considerar posteriormente la dimensión ambiental (capital natural) y el capital humano en la composición de la riqueza nacional de un país.
Más que por lo conceptual, lo que probablemente pueda dar más lugar a controversias es la poca confiabilidad en las mediciones de estas formas de riqueza intangible. Argentina, para el Banco, exhibe una altísima proporción de capital intangible, 78,9 por ciento, equiparable a la que presentan los países más desarrollados, lo que eleva sustancialmente su nivel de riqueza. Venezuela, en cambio, tiene una muy baja valoración en capital intangible para el Banco Mundial, que le asigna apenas 4342 dólares por persona, 13,8 por ciento de su riqueza total.
El informe explica que Venezuela es uno de aquellos países que consumen su fuerte riqueza natural en vez de invertir en ella, lo que hace que frente al importante valor de sus bienes naturales –en este caso, las reservas petrolíferas–, el valor de sus bienes intangibles sea insignificante. El estudio no lo dice, pero es fácil advertir que el valor de las instituciones públicas bajo el gobierno de Hugo Chávez debe merecer una bajísima cotización a los ojos del Banco Mundial.
Estas evaluaciones del capital intangible de cada país se corresponden con otro indicador igualmente discutible elaborado en base a criterios del Banco Mundial pero con autoría del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD): el Indice de Desarrollo Humano. Medición que aun en el peor momento de la crisis seguía ubicando a la Argentina en un lugar privilegiado frente al resto de la región. Altas tasas de alfabetización, de matriculación escolar y de esperanza de vida (aunque en este último caso, menor a las de Chile, Uruguay y Cuba), alimentan el indicador como para compensar el retroceso en el ingreso per cápita.
El estudio del nivel de riqueza en 120 países que elaboró el Banco Mundial ubica a Suiza en el tope del podio, asignándole 648.241 dólares por habitante. Le siguen Dinamarca, Suecia y Estados Unidos, todos ellos con niveles de riqueza per cápita superiores a los 500 mil dólares. Detrás se escalonan Alemania, Japón, Austria, Noruega, Francia y Bélgica-Luxemburgo, con niveles que van bajando de 500 mil a 450 mil dólares por cabeza. En el último escalón del ranking se ubica Etiopía, con 1965 dólares por persona. Entre indicadores de confianza, de fe en las instituciones y valoraciones subjetivas sobre la dimensión ambiental y cuidado de los recursos, al Banco Mundial se le escapó un dato que difícilmente pueda ser ignorado para medir la riqueza de una sociedad: la equidad en la distribución de sus bienes. Si se incorporara este último criterio, seguramente la mayor parte de los países latinoamericanos –Argentina, Brasil y Chile, con toda seguridad– bajarían varios escalones, tan sólo por tener en cuenta las diferentes capacidades de acceso a los bienes, la educación, la justicia, la salud y otros valores sociales entre la parte más acomodada de la población y las franjas menos favorecidas. En este sentido, el indicador difundido ayer por el Banco Mundial muestra una notable eficiencia en disimular la pobreza de países como Argentina, a través de un sorprendente índice de riqueza personal que seguramente provocará más de un título rimbombante y envidia en otras latitudes a más de un lector apresurado.