El Gobierno colocó ayer 500 millones de dólares en bonos a cinco años de plazo al 8,36 por ciento anual. La tasa de interés superó los pronósticos de los consultores de la city. El debut de Felisa Miceli en el mercado financiero tropezó con una piedra inesperada: desde Economía, las miradas apuntan a Martín Redrado.

Anoche había malestar en el Palacio de Hacienda. En el equipo económico responsabilizaban al jefe del Banco Central por la caída en las cotizaciones de los títulos públicos, que terminó encareciendo la operación financiera. En la city estiman que si ayer los bonos no retrocedían, Economía hubiese conseguido una tasa del 8 u 8,10 por ciento como máximo.

Concretamente, anteanoche, el Banco Central emitió un comunicado en el cual informó que había detectado maniobras para eludir el control de capitales. Las operaciones se realizan, justamente, a través de la compraventa de bonos. Desde la autoridad monetaria se dejó trascender que algunos bancos y casas de Bolsa se encontraban bajo la lupa de los investigadores.

La novedad alteró a los financistas y desde temprano los títulos públicos operaron con una clara tendencia bajista. Cerca de Miceli deslizaron comentarios en tono de reproche respecto de la actitud de Redrado. No objetaban la intención de correr el velo sobre supuestas maniobras dolosas, pero desconfiaban del momento en que el jefe del BC difundió la noticia de que estaba investigando. “No había ninguna necesidad de darla a conocer pocas horas antes de la colocación de los nuevos bonos, sin siquiera individualizar a los responsables”, señalaban en Economía.

Ayer por la tarde, el Central emitió una aclaración en la que se consigna que las operaciones irregulares “no abarcan en absoluto la colocación primaria de títulos valores”. Intentaba así llevar tranquilidad a la emisión de los nuevos bonos. Sin embargo, los monitores siguieron marcando cotizaciones en rojo. Las bajas fueron de hasta 1,8 por ciento, como en el caso del Par nominado en pesos. Ese retroceso de los papeles se tradujo en un alza en el rendimiento demandado por los inversores para adquirir el flamante “Bonar V”.

Al contrario de la decisión que había tomado Roberto Lavagna, hace justo un semestre, cuando declaró desierta la colocación de un título de la deuda porque consideró la tasa exagerada, ayer Miceli siguió adelante con la operación. La ministra no tiene ningún apuro en emitir deuda pública. La carga más pesada ocurrirá en agosto, cuando vencen 1800 millones de dólares de capital de los Boden 2012 y otros 250 millones en intereses de ese mismo título. Se calcula que, tras la colocación de ayer, el bache financiero para todo el año asciende a unos 1100 millones de dólares, un monto exiguo en comparación con las necesidades financieras de otros tiempos.

La convalidación de la tasa del 8,36 por ciento anual se vincularía con la posibilidad, cada vez más cierta, de que se complique el escenario financiero internacional. Varios bancos internacionales trabajan bajo la hipótesis de que las tasas de interés se elevarán durante el segundo trimestre del año. Incluso hay bancos locales que prevén subas en los costos de los créditos para los próximos meses. Casualmente, los alentaría una medida tomada hace un par de semanas por el Banco Central: la elevación de los encajes.

En la emisión de ayer fue notoria la participación de los bancos de inversión internacionales, lo que da una pauta del apetito de los financistas extranjeros por los mercados emergentes: el Morgan se quedó con la mitad del lanzamiento del “Bonar V”: exactamente 257 millones de dólares. El Deutsche salió segundo, con 81,2 millones. El estadounidense Merrill Lynch adquirió otros 41 millones.