Martes, 13 de marzo de 2007 | Hoy
Valores elevados de los commodities, más ventas de autos y más destinos no tradicionales alentaron al canciller Jorge Taiana a pronosticar despachos al exterior por 50 mil millones de dólares.
Por Cledis Candelaresi
Jorge Taiana aseguró ayer que las exportaciones argentinas alcanzarán este año unos “50 mil millones de dólares”, con lo que están “a punto de duplicarse” en relación con las del 2003. Lejos de pecar de optimista, el vaticinio del canciller resulta casi modesto en relación con proyecciones privadas que estiman ventas al exterior incluso por encima de aquel monto. Una de las claves de esa bonanza externa es la creciente demanda de cereales, con precios cada vez más altos. Por el contrario, no será un buen año para los hidrocarburos y sus derivados, cuya producción no puede satisfacer el mayor consumo de dentro y fuera de las fronteras.
Frente a centenares de asistentes a la sexta Reunión Mundial de Organizaciones de Promoción de Comercio Internacional, Taiana apuntó a algunas causas de ese mayor flujo de productos al exterior: el crecimiento sostenido en los últimos años y la participación también creciente de empresas en las rondas de negocios que promueve el Gobierno. Cierto, pero no suficiente para explicar la escalada exportadora argentina que permitió tener siete años consecutivos de superávit comercial.
Según destaca un informe de la consultora Abeceb.com, en el 2006 las ventas externas llegaron a los 46.569 millones de dólares, un 15,4 por ciento superior a las del 2005. Los técnicos privados presumen que este año aquel monto trepará por encima de los 51 mil millones, lo que en realidad significa un alza modesta (12 por ciento) que, sin embargo, no comprometerá el saldo positivo en materia de comercio exterior.
La estrella del comercio exterior argentino siguen siendo los commodities agropecuarios, que encuentran un escenario externo inmejorable de demanda creciente y precios en alza. La mejora esperada para este renglón durante el año sería del 16,3 por ciento –por encima del promedio al que se supone que crecerán las exportaciones–, proporción superada por la de los cereales, que llegarían a un 22 por ciento. Las perspectivas son buenas no sólo por la aspiradora de insumos que es China, sino porque el incipiente auge de los biocombustibles –que usan como materia prima el maíz o la soja– también robustece la apetencia de granos en el mercado internacional.
La matriz exportadora comenzó a sufrir alguna transformación auspiciosa en otro sentido, ya que vienen ganando participación relativa los productos industriales, lo que supone que Argentina está exportando más valor agregado, con las ventajas implícitas. Hay cálculos privados en función de los cuales las manufacturas de origen industrial crecerán este año incluso unas centésimas más que las de bienes primarios, lideradas por las ventas de autos, con destino, fundamentalmente, a Brasil y México.
El otro retoque en la performance de ventas externas se esboza en el catálogo de compradores. Los lugares consagrados por la historia comercial argentina son Brasil, Europa y Estados Unidos. El primero sigue firme, pero el segundo se estancó y el último hasta retrocedió. Lo notorio es que en lugar de ese país crecen como opción otros lugares no tradicionales, como países asiáticos, Africa, Rusia y Medio Oriente.
Esos lugares exóticos compiten con el imán que está resultando Venezuela para los productos argentinos. La proximidad política con la administración de Hugo Chávez permitió triplicar en el último trienio las ventas a esa nación caribeña, que llegaron a los 800 millones de dólares. A diferencia de China, que resultó una promesa más generosa de lo que mostraron los hechos: las ventas a Pekín, básicamente de cereales y oleaginosas, crecieron hasta el 2005, pero están estancadas desde entonces. En el 2007 la noticia menos alentadora vendrá del rubro energía y combustible, cuyas exportaciones podrían caer más de un 10 por ciento. Y no porque se retraiga la demanda internacional, sino porque Argentina tiene cada vez menos saldos exportables de esos bienes. Aquí juega un mix de mayor consumo interno con una producción cada vez más limitada. Las petroleras insisten con que no tienen estímulos suficientes para producir más.
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