Domingo, 11 de noviembre de 2007 | Hoy
Ayer, en Mar del Plata, una parte no muy típica del Coloquio de IDEA. Fue organizado por altos ejecutivos creyentes, católicos y judíos.
Por Cledis Candelaresi
Desde Mar del Plata
A Pablo Devoto, presidente de Nestlé Argentina, se le quebró la voz cuando recordó desde el estrado aquel glorioso domingo de principios de los ochenta en que el equipo sudamericano de rugby que integraba le ganó a los Springboks. “Lo permitió la amistad en Cristo que logramos”, explicó, contagiando su emoción a gran parte del centenar de asistentes al desayuno religioso, que lo aplaudieron conmovidos. El ex número uno del Bank Boston Manuel Sacerdote enfatizó la “gran paz interior” con la que soportó las agresiones durante la crisis del corralito gracias a su fe católica. Jorge Bacher, de Price Waterhouse, se confesó un judío religioso al que le encanta “ver a aquellas personas que viven como si Dios existiese”.
Fue extraño escuchar a los encumbrados ejecutivos hablar con mirada lánguida y ojos húmedos de sus experiencias de fe. Fue a las 7.30 de la mañana de ayer, en el salón Alta Mar del piso 12 del Sheraton marplatense, durante un “desayuno en oración” convocado bajo la consigna de “Dios en la vida de los empresarios”. Una actividad colateral a las formales que tienen lugar en el Coloquio de Idea, aunque promovida activamente por el presidente de este encuentro, el empresario Guillermo Murchison.
Está lejos de ser un episodio excepcional. Muchos de los hombres que ayer se dieron cita tan temprano para relatar o escuchar vivencias suelen reunirse en grupos de oración mucho más reducidos, para hacer catarsis de las angustias que les genera el poder. La única condición es tener fe en Dios, porque “los rótulos quedan afuera”, dicen los organizadores. Ahora, la expectativa está centrada en el encuentro anual que el 15 congregará en el lujoso Hotel Alvear a varios centenares de asistentes, básicamente líderes políticos y muchos internacionales. A este encuentro religioso multitudinario prometió ir el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
“El que tiene riqueza abundante está obligado a compartir”, sentenció monseñor Armando Nicolás Ledesma, vicario de la diócesis marplatense y primer orador del encuentro, en el que aquellos tres popes empresarios compartieron sus experiencias religiosas. “Recen para tener un corazón libre de la sordera del egoísmo y de la especulación mezquina”, les recomendó el prelado.
Sacerdote, desde 2003 director de varias empresas (Peñaflor y Alpargatas, entre ellas) es también asesor del Ejército de Salvación y tiene una hermana monja, pauta de que proviene de una familia religiosa. El ex banquero tuvo dos crisis, la segunda, a los 60 años, cuando desoyó el consejo de no caminar por la calle para evitar la furia de los depositantes con ahorros acorralados. “Era el empresario más vapuleado de la Argentina” y ya había separado algunos libros para leer en la cárcel si las cosas terminaban mal, se lamentó. El otro gran cimbronazo existencial lo sufrió a los 33 años (“la edad de Cristo”, recordó). Fue cuando se encontró con la presidencia del Boston: a temprana edad ya no tuvo ambiciones para abrazar y tanto pesar sólo pudo ser mitigado con el reencuentro con la práctica religiosa que había dejado.
Pero quien más logró transmitir su conmoción interior fue Devoto, también de familia católica que lo llevaba a misa todos los domingos hasta su ingreso en la Universidad Católica Argentina, donde cursó Económicas. A principios de los ’80 integró un equipo de rugbiers sudamericanos, cuyo jugador estrella quedó paralizado por un ataque de pánico durante un viaje a Sudáfrica para enfrentar al fuerte equipo de ese país. Un domingo, los latinoamericanos perdieron 50 a 18. Pero a la semana siguiente, oración mediante, ganaron 21 a 12. “Ni los Pumas pudieron vencer a los Springboks: por eso me emociono”, se excusó con lágrimas y voz temblorosa el hombre fuerte de Nestlé.
Jorge Bacher, responsable de una estratégica división de la consultora Price, es hermano de Carlos, el alto ejecutivo de Techint a quien las escuchas por el caso Skanska dejaron en una situación muy comprometida por el presunto pago de una coima en una obra en La Pampa. “Mi rabino siempre me recuerda que Dios nos pide actuar con justicia y con benevolencia, es decir, que nos preocupe lo que pasa al lado”, sentenció el único orador del trío que no relató una experiencia de vida y habló con tono pastoral. Al término del encuentro, que dejó las bandejas de facturas casi intactas, los organizadores pidieron colaborar “a conciencia” con 20 pesos para costear el encuentro, contribución que pocos arrimaron.
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