Con un discurso en tono de despedida, Néstor Kirchner clausuró ayer la Convención Anual de la Cámara Argentina de la Construcción cosechando aplausos espontáneos en cinco ocasiones diferentes, además del previsible saludo al final de su discurso, cuando los empresarios batieron palmas de pie. Una de aquellas celebraciones improvisadas tuvo lugar cuando el Presidente reclamó a Petrobras y a Repsol YPF, en ese orden, invertir más, prometiendo que la presidenta electa vendrá “con una batería de medidas” para corregir los problemas energéticos que minutos antes Julio De Vido había minimizado. Pero no es éste un tema central para los constructores, engolosinados con el dato que ofreció el secretario de Obras Públicas, José López: el presupuesto estatal para obra creció “doce veces” desde el 2002. Todo hace pensar que Cristina sostendrá esa estrategia, que transformó este sector en uno de los más mimados por el kirchnerismo.

De algún modo, el tema energético se coló en la reunión de la CAC, a la que asistió una porción importante del gabinete: Carlos Tomada y Julio De Vido, también Daniel Scioli y, como bastión de la administración futura, el electo vicepresidente, Julio Cobos. Prueba del romance que no se replica con las petroleras.

“Lo digo con nombre y apellido”, anunció Kirchner antes de reclamar públicamente a Repsol YPF y Petrobras que inviertan más en exploración y explotación, aclarando que esa demanda fue planteada a los jefes de Estado de España (José Luis Rodríguez Zapatero) y Brasil (Luiz Inácio Lula da Silva), donde tienen origen los accionistas mayoritarios. En cambio, mantuvo en reserva el nombre de otra firma “con la que discutí mucho cuando era gobernador, pero que invirtió y creció”. Una alusión a Pan American, la firma de Bulgheroni, y a Amoco que consolidó una relación preferencial con el Gobierno.

Poco antes, el ministro de Planificación había criticado a quienes piden la dolarización de los precios energéticos como condición para estimular las inversiones y agradeció el apoyo de los constructores. “Mientras otros, en un encuentro de menor envergadura, criticaban la matriz energética del país.” Una referencia al Coloquio de IDEA que se realizó a principios de mes en Mar del Plata y donde se presentó un informe que resume la visión de un sector patronal sobre el tema: Argentina necesita inversiones y éstas sólo acudirán si hay precios atractivos.

Los reiterados apoyos de los constructores al discurso presidencial crearon un clima casi proselitista. El primer aplauso vino cuando Kirchner recordó que el crecimiento económico por 58 meses de consecutivos descalifica la teoría del “veranito” que se planteó en algún momento. Carlos Wagner, simpatizante confeso de la gestión K y titular de la CAC, había destacado por la mañana la bonanza del sector, que en octubre creció un 9,2 por ciento, según el propio Presidente.

El segundo aplauso fue para celebrar la “independencia de decisiones” ganada con la cancelación de la deuda al FMI y tercero para apoyar la idea presidencial de que a los bancos “les va bien y por eso deben empezar a bajar las tasas”. Los constructores saben que otro aliento importante a su negocio podría venir con los créditos para la vivienda de clase media y sueñan que Cristina utilice parte del superávit fiscal para impulsar algo de esto. La otra explosión de la concurrida sala en el Hotel Sheraton fue, precisamente, cuando el Presidente auguró que el mandato de su esposa “será mucho mejor”. Quizás para la CAC alcance con que la futura mandataria sostenga el criterio de tener un presupuesto nutrido para obra y hasta los mismos mecanismos de financiación, incluyendo los controvertidos fondos fiduciarios.

Con su advertencia sobre el riesgo del recalentamiento de la economía y su recomendación de revaluar el peso, el economista Paul Krugman sonó extraño en ese ámbito.