ECONOMíA › AUTOCRITICA DEL FMI SOBRE SU RELACION CON MENEM
Un chiste alemán de Köhler
Por Alfredo Zaiat
Corría el año 1998 y en Washington se realizaba la tradicional Reunión Anual del FMI y Banco Mundial. El estallido de las economías asiáticas y la debacle rusa era la oportunidad de esos organismos financieros de mostrar que no todo lo que hacen deriva en crisis en los países a los que asiste. La prueba era Argentina, que con la convertibilidad y la asistencia del Fondo y el BM era un ejemplo para el resto de los países en problemas. La apertura del evento la realizó, como es costumbre, el director gerente del FMI, el francés Michael Camdessus. Y tuvo dos oradores especiales: uno previsible, el presidente del Estados Unidos, Bill Clinton, y otro inédito para la historia de esos encuentros, el presidente de una nación subdesarrollada. El elegido fue Carlos Menem. Apenas tres años y medio después, y como si la responsabilidad fuera de otro, el actual titular del Fondo, el teutón Horst Köhler, hizo una evaluación sobre la intervención del organismo en Argentina en la última mitad de los 90: “No prestamos la atención suficiente a los lapsos de las políticas de Menem”.
En una interesante entrevista ofrecida al francés Le Monde, Köhler dijo textualmente lo siguiente, en referencia al período Menem: “Nuestro error fue no haber dicho firmemente, a fines de los 90, que la desintegración de las instituciones tendría un alto costo. No prestamos atención suficiente a los lapsos de las políticas de Menem. Les advertimos que la Ley de Convertibilidad debía ser acompañada por una política fiscal sana, pero obviamente no fuimos tan fuertes. Habiendo dicho eso, compartimos este fracaso con la comunidad internacional”.
Realizado ese tibio mea culpa, depositó toda la responsabilidad para salir de ese “fracaso” en los dirigentes argentinos. Afirmó que no estaba de acuerdo con el Déficit Cero, al que le asignaba cero chance de éxito: “Nosotros no habíamos impuesto esto y tampoco nos consultaron”. Indicó en tono de crítica que Fernando de la Rúa hizo del pago de la deuda “una cuestión de honor nacional” y que Domingo Cavallo insistía “en mantener la paridad de 1 a 1”.
Köhler no fue muy consistente ante la oportuna pregunta del periodista de Le Monde que le recordó que el FMI le prestó 8000 millones de dólares a la Argentina en agosto, para retirarle el apoyo tres meses después. Se defendió de esa errática estrategia diciendo que negarse a una ayuda en agosto hubiera provocado la caída de Argentina, lo que habría derivado en echar culpa de ese colapso al Fondo. “Después, en setiembre, octubre y noviembre, se volvió evidente que la Argentina no llegaría. Si hubiésemos continuado prestando dinero, sólo habríamos retrasado el momento en que la Argentina se enfrentara con la realidad”, precisó.
Otras declaraciones:
- “Las raíces del mal están en la Argentina, y si Argentina no hace algo al respecto, el FMI no puede hacerlo por ella.”
- “Si hubiéramos interrumpido el apoyo financiero en agosto de 2001 el shock hubiera sido peor.”
- “Existía tal euforia sobre ‘el éxito del presidente Menem’ que nuestras advertencias eran ignoradas.”
- “Nunca cortamos puentes con los argentinos.”
- “El camino hacia el crecimiento no pasa por el populismo; es un camino doloroso.”
- “Le otorgamos el beneficio de la duda al presidente Eduardo Duhalde. Pero es necesario ser honesto: no hay éxito sin sufrimiento.”
Esta es la receta Köhler para reparar el “fracaso” del FMI con Argentina. Y no es un chiste alemán.