EL PAíS › LOS AUTOCONVOCADOS FRENTE A UNA PROPUESTA OFICIAL

Echen a los supremos y vemos

Amadeo sugirió que se convoque al diálogo a quienes participan de los cacerolazos. Los vecinos le contestan. Hay disposición para reunirse pero exigen gestos del Gobierno. Sus propuestas. Sus sospechas.

 Por Laura Vales

Cuando le preguntaron qué hacer con los cacerolazos, el vocero presidencial Eduardo Amadeo respondió que hablará con los responsables del diálogo social para sugerirles que convoquen a la concertación a las organizaciones que los hacen. “El cacerolazo es un ejercicio ciudadano muy valioso” que demuestra que “hay gente interesada en que las cosas anden bien y esto hay que trabajarlo”, sostuvo el portavoz. También consideró que si las organizaciones de vecinos se incluyeran en el Diálogo habrá más posibilidades de “encontrar vías de solución a esta enorme maraña”.
Página/12 relevó en los barrios la reacción a la propuesta del vocero. El primer dato fue que muy pocos de los consultados conocían cómo funciona la mesa de diálogo y sus objetivos. La reacción generalizada fue de desconfianza, aunque junto con ella todos subrayaron que consideran necesario que exista algún mecanismo para que el Gobierno “escuche”, “se entere” o “reciba” lo que se discute cada semana en las asambleas barriales. También en la mayoría de los casos se marcó que la permanencia de la Corte Suprema indica que en realidad el Gobierno “no quiere escuchar el mensaje de los cacerolazos”.
Las respuestas que siguen fueron formuladas como opiniones personales de integrantes de asambleas, multisectoriales o vecinos autoconvocados y no reflejan necesariamente la opinión de todo el grupo al que pertenecen.
u Eduardo Peyrou, de Villa Crespo Activa: “Lo de Amadeo es el chamuyo clásico peronista, pero no está errado. A mí me parece interesante que tengamos la posibilidad de poder expresarnos en un ámbito más selectivo, además de las asambleas en la calle. Si los tipos tiene buenas intenciones está bien; es interesante que desde el poder se acerquen a la gente que hace reclamos, aunque esos reclamos sean contrapuestos”.
u Eduardo Slutzky, de los Vecinos de Liniers: “Lo primero que debe hacer el Gobierno es interpretar los cacerolazos y, si no puede hacerlo solo, que busque los libros de Freud y de Lacan. El Gobierno debería dar señales claras de que entiende los reclamos, por ejemplo con la renuncia de la Corte Suprema. Otra señal sería que todos los políticos que juraron por Dios y por la patria hacer cumplir la Constitución y las leyes cumplan con ese compromiso, impulsando el enjuiciamiento de los que fundieron el país por la nefasta política económica. A partir de allí podríamos sentarnos en una mesa de diálogo, antes no”.
u Guillermo Volkind, de la Multisectorial Vecinos de San Cristóbal: “La esencia del tema sería que no haya sustitución de espacios. Este es un espacio que sólo está reglado por lo que plantea la gente, donde nos reunimos varios meses antes que los cacerolazos de diciembre y desde donde se están haciendo pedidos sumamente explícitos, como la renuncia de la Corte Suprema y el no a la política económica. Creo que no habría inconvenientes en mostrar al Gobierno cuáles son las propuestas que votamos, advirtiendo que no se trata de puntos negociables. Sólo a partir del reconocimiento de esos puntos podríamos avanzar a futuro”.
u Katy Hernández, de la Asamblea de Corrientes y Scalabrini Ortiz: “Nosotros estamos tratando de armar propuestas y necesitamos encontrar una forma de ser escuchados por el Gobierno. Hay una situación de mucha bronca y en las asambleas lo que la mayoría de la gente expresa es que quiere que se vayan todos, pero sabemos que eso es una utopía. En la realidad estamos discutiendo ideas y pensamos en cómo hacer proyectos concretos para cambiar la situación, por lo que necesitamos tener algún tipo de llegada a quienes gobiernan para plantearles lo que se va discutiendo en las asambleas”.
u Eduardo Coiro, de ABC (Argentinos por el Bien Común): “Es interesante, porque pienso que el Gobierno descubrió que tiene que llegar a algún tipo de diálogo con la gente que se está manifestando. Me parece razonable, si tienen la decisión de hacerlo seriamente puede servir. Creo que la dificultad que van a tener es que existen cientos de grupos y casitodos todavía están en construcción. Las organizaciones políticas más que maduras están podridas, porque perdieron cualquier relación de representación entre sus miembros y sus dirigentes, pero nuestras organizaciones están verdes, hay demandas contrapuestas, todas muy sentidas y no sé si el gobierno las puede ni si las quiere responder”.
u Susana Cendoya, de los Vecinos de Parque Centenario: “En caliente, creo que es más de lo mismo y que cada vez que surge algo nuevo ellos quieren aprovecharlo para sacar rédito. Lo que se escucha en todas las asambleas es ‘basta de lo mismo’ y sospecho que ir a la concertación sería trabajar a la par de ellos. Queremos gente nueva, cosas nuevas y pensamientos nuevos, así que a esta sugerencia la tomo con pinzas. Mirándolo desde cierta óptica podría ser una oportunidad para ser escuchados, de entrar donde se toman las decisiones... pero tendría que pensarlo muy bien antes de ir. Creo que todo lo que les pasa es que están asustados y quieren arreglar.”
Todos los consultados relataron que están en contacto con asambleas de otros barrios además del suyo, más que nada a través de correos electrónicos y por teléfono. Si casi ninguno siguió los avances del diálogo social, casi todos detallaron fecha y hora de los próximos cacerolazos, descuelgues de teléfonos y protestas que intentan coordinar de manera interbarrial. El único reclamo en que coincidieron los autoconvocados fue en la renuncia de la Corte Suprema, sin que mediaran preguntas sobre el tema.

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Los cacerolazos pasaron a ser uno de los datos centrales de la política argentina.
“Es un ejercicio ciudadano muy valioso, esto hay que trabajarlo”, dijo Amadeo y propuso convocarlos.
 
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