Las acciones de empresas líderes perdieron ayer 5,7 por ciento. Mientras, los bonos se derrumbaron hasta más de 10 por ciento, dejando un rendimiento promedio de 50 por ciento, en algunos casos en dólares. La divisa cerró al público dos centavos arriba, para ofrecerse en casas de cambio a 3,31 pesos, el nivel más alto desde el fines de enero de 2003. Los movimientos se dieron con un volumen bajo de negocios, lo que demuestra la escasa intervención de inversores pese a la histeria que predomina en la city, amplificada por gran parte de los medios. El titular de la Anses, Amado Boudou, se reunió antes del inicio de la rueda con los responsables de las diez AFJP que volvieron a operar en la Bolsa. El pedido oficial fue que las administradoras “no jueguen en contra de la Argentina”. La apuesta del Gobierno, como anticipara PáginaI12 el sábado pasado, era que liquidaran sus activos en dólares y los volcaran a la plaza. Sin embargo, las compañías brillaron por su ausencia y la demanda tuvo que ser sostenida por el Banco Central, que realizó ventas puntuales y por escasos montos, dejando a sus reservas en 46.385 millones de dólares.

“No deberían ir a meter mayor presión al mercado de tipo de cambio ni a operar contra el valor de los bonos públicos; y (sí deberían) mantener la liquidez, el nivel de crédito y el nivel de fideicomisos para el consumo”, dijo Boudou al término de una reunión con los directivos de las administradoras, en la sede de la Superintendencia de AFJP. La intención del secretario de la Anses es evitar una nueva ola especulativa de ventas de títulos y acciones locales y, como contrapartida, una compra masiva de dólares en la plaza. Precisamente, las AFJP fueron inhibidas la semana pasada por una denuncia en ese sentido. Sin embargo, el viernes se las volvió a habilitar, pero con la presencia de un veedor por cada una de las compañías.

Ante al dilema que se les planteaba entre desestabilizar o cumplir con un compromiso, las administradoras prefirieron quedarse al margen de la rueda. La ausencia de este jugador se reflejó en lo reducido de las operaciones. Sólo se operaron 41 millones de pesos en acciones y 942 millones en títulos públicos.

Con ese volumen de negocios, los cambios de posición de parte de algunos inversores generaron varios sobresaltos durante la jornada. Un ejemplo fue el PRE9, un título público muy transado habitualmente, que pasó de una pérdida de más 20 por ciento a cerrar con un rojo de 11,3 por ciento; y todo esto con apenas unos 177 mil pesos operados. Incluso este bono tuvo ayuda del Banco Nación, que salió sobre el final a mejorar el precio. Además del Nación, se registró participación del Central y de la Anses, comprando bonos de deuda para evitar que sigan derrumbándose. De todos modos, salvo el cupón del PIB (ganó 7,1 por ciento), volvieron a tener una jornada negra. El Descuento en pesos perdió 6,4 por ciento, mientras que el Par cedió 1,5 por ciento. Los Boden 2012 y 2013, ambos en dólares, cayeron 7,8 y 4,2 por ciento respectivamente. El Bogar 2018 terminó 7,4 por ciento abajo luego de haber cedido hasta 18 por ciento.

A esos precios se da en el mercado una situación paradójica: “De tan regalados, asustan”. Esta explicación es de un operador del recinto que, a pesar de carecer de sustento teórico, refleja con bastante exactitud la irracionalidad con la que operan por estos días los inversores. Con el desplome de las últimas semanas, los bonos argentinos entregan a su tenedor rendimientos (que se mueven a la inversa de su precio) que no se observaban desde la crisis de 2001. Por caso, la serie de Boden 2012 y 2013 dan un retorno de 63,5 y 55,5 por ciento en dólares, respectivamente. El Bogar 18, por su parte, rinde hoy 45 por ciento más CER (un 2,2 por ciento adicional). “Siempre hay un punto en que la codicia supera al temor, y todavía no llegamos a esa instancia para que los inversores vuelvan a apostar”, dijo Patricio Cancelmo, analista de Compañía Inversora Bursátil, a PáginaI12.

El índice Merval retrocedió 5,7 por ciento, hasta 839,7 puntos, en sintonía con las plazas mundiales (ver página 6). Las principales bajas se vieron en Transportadora Gas del Sur y Petrobras Energía, 9,2; y Siderar, 7,6 por ciento. Sólo Molinos fue a contramano, con un alza del 13,1 por ciento, al intervenir la propia empresa en la compra de sus propias acciones.

En la plaza cambiaria, la ausencia de las AFJP no logró el efecto que en el Central estimaban el fin de semana. Tal como anticipó este diario, en el entorno de Redrado especulaban con que las AFJP accederían a liquidar sus activos en dólares y volcar esas divisas en la plaza. Sin embargo, ese movimiento no sucedió y la demanda tuvo que ser nuevamente compensada, al menos en parte, por la intervención oficial. El organismo perdió 98 millones de dólares en esa tarea (además de la pérdida por la caída del euro). En el mercado se negociaron 761 millones de dólares.

El dólar mayorista arrancó pedido y finalizó a 3,30 pesos, impulsado por la fuerte demanda de los bancos privados y empresas. Lejos de neutralizarla, la intervención del Central “sólo le quitó volatilidad a la suba, pero siempre permitiendo que siga en alza”, explicó a este diario Carlos Lizer, responsable de la mesa de cambios de Puente Hnos. En el público se replicó el movimiento de los grandes jugadores y las pantallas del microcentro se apagaron con un dólar en 3,31 pesos, un precio que no se registraba desde el 29 de enero de 2003. Boudou informó que hoy dispondrá de un cronograma de “retorno completo” de los fondos que las administradoras tienen colocados en Brasil. Tal vez este ingreso logre, en los próximos días, equilibrar la plaza.