Martes, 28 de octubre de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA CON CARLOS ESCARRá, CONSTITUCIONALISTA Y DIPUTADO CHAVISTA
Escarrá señala que las investigaciones en Venezuela están a cargo de poderes públicos autónomos y que a veces “no evolucionan como queremos”. El legislador por el Partido Socialista Unido afirma que su país va hacia la consolidación del socialismo.
Por Mercedes López San Miguel
Carlos Escarrá tiene esa extraña mezcla de alegría y solemnidad de los académicos caribeños. Profesor que se explaya sobre socialismo bolivariano, es además constitucionalista y diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela. Habla de la transición revolucionaria que vive su país y de las nuevas relaciones de poder que se vislumbran en América latina. Ideólogo de la reforma constitucional que no dio a luz por la ajustada derrota en el referéndum de 2007, concede que en la administración chavista hay corrupción, pero que se la combate desde el propio gobierno.
–Ante esta crisis mundial, ¿cuánto afecta a Venezuela la baja del precio del petróleo?
–Si Venezuela hubiera firmado un Tratado de Libre Comercio con EE.UU. se estaría desmoronando junto con el imperio. El petróleo no representa como antes el presupuesto de ingreso (ahora es de un 42 por ciento), sino que existe una serie de otros rubros como el tributario y el de telecomunicaciones. También dependerá del precio del petróleo que se calcule en el presupuesto. Por ejemplo, en 2008 se estimó en 30 dólares (el barril está 70 dólares), entonces esa diferencia va a un fondo de obras de infraestructura y a la inversión social. Esta crisis del capitalismo no nos va a afectar directamente como un coletazo fuerte, no en la misma dirección de los países firmantes de los TLC. Buscamos una nueva relación de poder, con una perspectiva del humanismo. Parte es el ALBA, la Unasur, la visión de una Latinoamérica que busca su destino.
–¿Un cambio de signo político en EE.UU. beneficiaría la relación bilateral?
–No, si el cambio es de republicano a demócrata. Los presidentes demócratas son los que más han invadido los pueblos de Latinoamérica en los años ’60. Hay un cambio de lenguaje, pero no de fondo. Mientras las elites de poder se asuman como imperio, seguirán viendo a América latina como su patio trasero. El imperio está frente a una crisis de energía, agua y alimento. Inventó la guerra en Irak, pero ahora le sale cara y pone su mirada en Venezuela y Bolivia, en función del gas. Por supuesto crea procesos desestabilizadores en esos países para apoderarse de sus recursos. No son casualidades que se trate de crear una crisis en Argentina, en Bolivia, en Paraguay: Lugo no tenía ni un mes en el poder cuando le crearon una crisis. Pero EE.UU. no entiende el signo de este tiempo. Surge un conflicto en Bolivia y los países del continente se reúnen sin un tutor que les diga qué hacer. A mediano y largo plazo se va a producir un cambio de sistema en EE.UU. Republicanos y demócratas tienen que diga de jugar el juego falso de Tom y Jerry y empezar a entender que ellos forman parte del gran conglomerado humano que busca situaciones de felicidad social.
–¿Cuáles son los límites con los que se encuentra el socialismo del siglo XXI?
–¿Los límites?, lo profundo de tus ojos. En Latinoamérica se comienza a pensar y sentir el socialismo. El límite es la felicidad humana. No hay sociedades estáticas. Ahora tenemos la tarea de consolidarlo.
–¿Qué hace el gobierno para combatir la corrupción?
–Como miembro del PSUV tenemos un partido de santos y demonios. Hemos heredado vicios y no podemos decir “somos más puros que la Virgen María”. No, no lo somos. Hay gente por fuera de la Cuarta República que se incorporó al chavismo. Mientras un paradigma no termina de tumbar a otro, estamos en una transición, son etapas de búsqueda. Hay delitos de corrupción que se están atacando. La Asamblea Nacional lleva 416 casos, incluso de este gobierno. Por supuesto, a nivel de los tribunales el avance no es como el que queremos. Pero está la autonomía de los poderes.
–¿Por qué no se avanzó en la investigación sobre la valija de Antonini?
–Se abrió una averiguación como en Argentina. Necesitamos que EE.UU. nos extradite a los personajes y éstos llegaron a un acuerdo con Washington. Así, ¿cómo avanzamos en el juicio?
–Por ejemplo, uno de los involucrados, el ex presidente de Pdvsa Diego Uzcátegui, está en Venezuela. ¿Podría ser extraditado a la Argentina?
–No podríamos, porque está prohibida la extradición de los nacionales. En Venezuela hay una investigación por eso y de acuerdo con la Constitución de 1999 se prevé un juicio en libertad. El ministerio público forma parte en nuestro país de un poder autónomo. La fiscal Luisa Ortega Díaz ha adelantado las investigaciones y estamos a la espera. No evolucionamos como quisiéramos. ¿Dónde están los presos del golpe de Estado de 2002? No tenemos ninguno. Lo está investigando un poder público autónomo.
–El 23 de noviembre son las elecciones regionales. ¿El oficialismo podría perder algunas regiones clave?
–De 22 gobernadores debemos ganar 20; de las dos alcaldías mayores, ambas y de 328 alcaldes, unos 270. El 24 de noviembre Venezuela va a amanecer pintada del rojo intenso de la revolución bolivariana.
–Tras el revés que recibió la reforma constitucional, ¿qué cambió?
–Yo fui una de las cabezas visibles de la reforma constitucional, así que en lo personal fue un golpe mortal. En lo político, pasamos de tener un 7 por ciento de los venezolanos a favor del socialismo a un 49 por ciento. La reforma constitucional era la reforma para el socialismo.
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