Jueves, 16 de octubre de 2014 | Hoy
ECONOMíA › EL SATéLITE SERá ENVIADO DESDE LA GUAYANA FRANCESA
Por Javier Lewkowicz
Desde Kourou
En Kourou funciona desde 1975 la Base Espacial de la Unión Europea, a miles de kilómetros de París pero a sólo 50 de Cayena, capital de la Guayana Francesa, uno de los pocos enclaves coloniales todavía en pie en la región, junto a las Islas Malvinas. Este territorio, que limita al sur con Brasil y al norte con Surinam, una ex colonia holandesa, forma parte del Estado francés (y por tanto de la Unión Europea) como “departamento de ultramar”, denominación que obtuvo en 1946. Página/12 visitó, en un anochecer muy caluroso, un desolado Salón Júpiter, en la sede de la empresa Ariane Space. Si fuera una película norteamericana, desde allí se haría el famoso llamado a Houston. Hoy a las seis de la tarde, en esa enorme pecera, los técnicos franceses van a controlar el radar, el sistema telemétrico, la seguridad y el sistema eléctrico del Ariane 5, el cohete que en cuestión de segundos alcanzará los 7 mil kilómetros de velocidad para escapar del planeta junto al Arsat-1.
La doble puerta roja del Salón Júpiter conecta a una terraza con gradas desde donde anoche se podían ver, a varios kilómetros de distancia, las luces de la plataforma de lanzamiento, ya totalmente preparada para el evento. Ariane Space realiza un lanzamiento por mes. En septiembre fue el turno de satélites de Malasia y Australia, aunque ninguno de esos países fabricó los aparatos. El Arsat-1 estará acompañado por un satélite de DirecTV.
Kourou está a 500 kilómetros de la línea del Ecuador, cercanía que no es casual, porque sobre el eje ecuatorial la rotación del planeta es más veloz y por ello la puesta en órbita del satélite requiere menor cantidad de combustible. No es que sea un insumo costoso, sino que en el espacio no hay posibilidad de recargar el tanque porque saldría más dinero que construir un nuevo satélite.
Llegar a la Guayana Francesa en un vuelo comercial desde la Argentina es casi una odisea. Desde el aeropuerto de Cayena, capital del país, hay dos vuelos semanales a Belem, en el norte de Brasil, y uno diario a París, así que una opción incómoda pero viable es viajar hasta Europa y desde allí volver a Sudamérica. La moneda que circula en la selva francesa es el euro y solamente la actividad de la base espacial de Kourou representa el 15 por ciento del Producto Bruto del país. En el mismo aeropuerto hay montado a escala un modelo del cohete Ariane para que la gente se tome fotografías.
En la Guayana Francesa viven sólo 200 mil personas, y esa baja densidad poblacional se percibe en el trayecto del aeropuerto de Cayena hasta Kourou. Al costado de la ruta se ven muy pocas casas y un puñado de complejos habitacionales de no más de veinte años de vida. Son viviendas más humildes que precarias, ubicadas apenas antes del comienzo de una selva interminable.
–¿Cuántos franceses viven en el país? –preguntó este diario a una empleada de la base espacial.
–Todos somos franceses –respondió.
La condición de colonia de la Guayana Francesa parece estar lejos de las preocupaciones cotidianas. De todas formas, militantes de derechos humanos denuncian situaciones de discriminación y recuerdan la política represiva francesa para quebrar los movimientos soberanistas allá por los años ’60.
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