“El empleo y el crecimiento mejorarán cuando los gobiernos libren la guerra a la corrupción, mejoren la transparencia y lleven a cabo reformas estructurales profundas”, recomendó ayer el grupo de empresarios reunido en el B-20, la versión patronal del G-20 que está reunido en Brisbane. “Si la corrupción fuera una industria, sería la tercera mundial, con más de 3 billones de dólares y un 5 por ciento del Producto Interno Bruto mundial”, criticaron. Atribuyeron la cuestión de la corrupción a los políticos, aunque no explicaron quién los financia si no es el sector privado, que opera en todo el mundo para conseguir regulaciones más laxas, favores en la obra pública o barreras para tener mercados cautivos, entre sus actividades más decentes.