Sábado, 10 de junio de 2006 | Hoy
Por Fernando Krakowiak
Se presentó como uno de los gremios más rebeldes durante la negociación paritaria. Comenzó pidiendo un 32 por ciento y aseguró que no respetaría el techo salarial fijado por el Gobierno con la ayuda del líder de la CGT, Hugo Moyano. Ante la negativa empresaria a convalidar sus pretensiones, empezó con “quites de colaboración” y siguió con huelgas que afectaron la producción de las automotrices. Sin embargo, Smata tomó ayer el mismo camino que los otros grandes sindicatos al aceptar un incremento en el sueldo básico del 19 por ciento, por lo menos en la letra visible del acuerdo. Ahora sólo queda pendiente la negociación de la Unión Obrera Metalúrgica, la última organización de peso que todavía no firmó.
El poderoso gremio de los choferes de camiones, encabezado por Pablo Moyano, hijo de Hugo, fue el encargado de ponerles límite a las discusiones salariales al aceptar un 19 por ciento el pasado 5 de abril luego de comenzar pidiendo un 28 por ciento. El incremento se acordó en dos cuotas y las empresas recibieron a cambio exenciones en el pago de peaje en rutas nacionales, la duplicación de los reintegros por aportes patronales y la promesa de financiamiento por parte de la banca oficial para renovar las unidades.
A los pocos días, bancarios, ferroviarios y porteros siguieron el ejemplo. El gremio de Juan José Zanola se aseguró un aumento de entre 16 y 18 por ciento. La Fraternidad aceptó un 17 por ciento para maquinistas, inspectores y supervisores de trenes y, tal como sucedió en la negociación de los camioneros, el Gobierno les dio una “ayuda” a los empresarios aumentando los subsidios a los trenes. Por su parte, el Sindicato de Encargados de Edificios, comandado por el kirchnerista Víctor Santa María, también se encolumnó al conformarse con un 18,5 por ciento, aunque inicialmente pedía un 40 por ciento.
El 17 de abril fue el turno de los empleados de comercio que aceptaron un aumento del 19 por ciento en tres cuotas pese a comenzar pidiendo 28,2. El incremento es no remunerativo hasta diciembre. Una modalidad que se extendió a otras negociaciones para que se sintiera menos en los bolsillos empresarios. Esa opción afecta la recaudación impositiva. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo homologó los acuerdos y la AFIP no reclamó los aportes con la “condición” de que se fijara una fecha para su incorporación definitiva al salario.
La Uocra de Gerardo Martínez y el gremio de la alimentación dirigido por Rodolfo Daer también cerraron en 19. Así como el sindicato de estatales UPCN, quien se conformó con el techo oficial, pese a que los empleados públicos permanecían muy por debajo del nivel previo a la devaluación. En el Gobierno sostienen que la disciplina de los gremios le sirvió para contener las “expectativas inflacionarias”. Lo que no queda claro es para qué les sirvió a los trabajadores, que continúan con los salarios reales más bajos de las últimas tres décadas.
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