Miércoles, 20 de septiembre de 2006 | Hoy
ECONOMíA › OPINION
Por Maximiliano Montenegro
“Trabajador pobre” (working poor) es la clasificación sociológica más acertada para analizar la actual realidad socioeconómica. Según un estudio de la Consultora Equis, que dirige Artemio López, en la categoría de “trabajador pobre” se incluyen todos los trabajadores cuyos salarios están por debajo del nivel oficial de pobreza (860 pesos para una familia tipo) y los desocupados que hace más de seis meses buscan empleo.
En Estados Unidos, casi el 5 por ciento de los asalariados son working poor. En Argentina el 55 por ciento de los asalariados son trabajadores pobres: 6 millones de personas. La mayoría de esos trabajadores están en negro y ganan menos de la mitad que sus pares en blanco. Además, el 36 por ciento de los desocupados (1 de cada 3) hace más de seis meses que busca conchabo: otras 600 mil personas.
Hoy el Indec le dará otra buena noticia al presidente Kirchner. La pobreza durante el primer semestre del año cayó al 31,4 por ciento de la población, frente al 38,9 por ciento del primer semestre del 2005 y al 54 por ciento de mayo de 2003.
Sin embargo, los niveles actuales de pobreza son todavía superiores a los de la convertibilidad (24 por ciento en promedio), cuando el país no era un jardín de rosas. Hay más pobreza, pero menos desempleo que durante la década menemista, lo cual se explica por las bajas remuneraciones de los empleados informales. A diferencia de los noventa, cuando la pobreza estaba estrechamente ligada a la desocupación, en los últimos años la pobreza es cada vez más un problema de los ocupados, y especialmente de los trabajadores precarios.
Tras casi cuatro años de crecimiento económico a tasas record, la informalidad laboral ha descendido muy lentamente y aún alcanza al 44 por ciento de los asalariados. “Todo parece indicar que se ha consolidado un núcleo duro de la pobreza sostenido no ya en el desempleo abierto sino mayoritariamente en la informalidad laboral de los jefes de hogar, con su consecuente caída de ingresos, dando lugar al fenómeno generalizado del trabajador pobre”, afirma el estudio de Equis. En el futuro, “ese núcleo duro afectará al 20 por ciento de la población, cuya condición de pobreza se perpetuará”, pronostica.
Kirchner puede mostrar resultados nítidos en la caída de la desocupación, al compás de tasas de crecimiento chinas. Pero el crecimiento por sí solo no resolverá el resto. A menos que el Presidente se conforme con terminar su mandato con tasas de desocupación de un dígito, pero niveles de desigualdad y pobreza similares a los de la era Menem.
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