ECONOMíA › ALREDEDOR DE CIEN DAMNIFICADOS ATESTARON LAS OFICINAS DEL CENTRO

Angustia de los que quedaron de a pie

 Por Oscar Ranzani

Desde ayer a la mañana, numerosos damnificados por la empresa Air Madrid hicieron acto de presencia en las oficinas que tiene la compañía aérea en el octavo piso de Roque Sáenz Peña 832. Pero a las seis de la tarde, el lugar que ocupa el sector comercial de la empresa estaba desbordado por la cantidad de personas que acudieron en busca de alguna respuesta satisfactoria que nunca llegó. A esa hora, mientras unas treinta personas permanecían en el hall del edificio, al menos otras cien se apiñaban en las oficinas de los pisos superiores, cuyos rostros expresaban bronca, impotencia y también dolor.

Durante la tarde, los empleados de Air Madrid entregaron un formulario de reclamo, del que muchos dudaban que pueda servir como prueba. Eran tres copias, dos de las cuales quedaban en manos de la compañía (o el remanente de ella) y una era para los clientes. Pero todo se tornó más confuso cuando se terminaron los formularios y las quejas se escribían en una hoja en blanco que se sellaba.

El testimonio de Francisco Galirojas, ciudadano argentino que por primera vez elegía a Air Madrid, es paradigmático de la angustia que se vivía entre los damnificados: “Ese papel supuestamente es un reclamo de los daños y perjuicios, pero no nos sirve como comprobante de la paga futura o de algo. El único comprobante es el pasaje, pero si la empresa no existe, el pasaje es un papel fantasma”.

Ante la numerosa presencia de los medios, alrededor de las siete de la tarde se presentó el señor Julio Semería como asesor externo de la empresa. “La información que les vine a traer desgraciadamente es que solamente el tiempo va a permitir ir solucionando estos temas”, dijo frente a las cámaras de TV, que se encendieron rápidamente. “Cuanto más cercana esté la fecha de viaje –dijo– más dificultad va a haber para darles una solución satisfactoria. Cuanto más tiempo haya entre la fecha prevista de viaje y el día de hoy (por ayer) va a ser mucho más fácil ir reacomodando los pasajeros, ya que tenemos información fidedigna de que ambas autoridades de transporte, tanto en Argentina como en España, están muy preocupados por la situación de los pasajeros y estudian la posibilidad de que viajen a través de terceras compañías.” El mensaje se pretendía tranquilizador. Pero la gente no le creyó.

Manuel Bermúdez, un joven andaluz muy indignado, esbozó su hipótesis: “Cuanta más gente afectada haya, más vamos a patalear. Algunos patalearemos contra la compañía pero otros ingenuos patalearán apuntando al ministerio. Así se va a dispersar un poco la presión”, contó a Página/12.

No resultaba difícil encontrar todo tipo de casos ayer por la tarde. Gabriela González, argentina, tenía pasaje para el 24 de diciembre junto a sus hijas menores: “Yo estoy esperando la autorización de un juez para que mis hijas puedan salir del país. Con este lío y si ellos no me aseguran que yo voy a poder volar, no me va a dar la autorización”.

Otro caso es el de Anastasia Burlak que vive en Israel y sacó pasaje para el 4 de enero. “No tengo dónde quedarme después de esa fecha”, dijo. “No sé si van a dar otro vuelo o devolver el dinero. Igualmente no tengo plata para pagar hoteles acá. ¿Dónde voy a vivir? Yo tengo que volver a mi trabajo”, se quejó. A esa hora, las oficinas eran un hervidero. Muchos pensaron, entonces, que el diablo había metido la cola en ese infierno.

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