Fernando Lugo está sentado cómodo en uno de sus sillones del living de su casa tomando mate. Son las 8 de la mañana, pocas horas antes de que se sepa quién gana la presidencia de Paraguay. Con sus gestos transmite una paz celestial, sin darle densidad a un dato real: su partido, Alianza Patriótica para el Cambio, podría terminar con la hegemonía colorada. Desde la ventana de su casa tipo chalet de la ciudad de Lambaré, en las afueras de la capital, se filtran unos pocos rayos de sol.

Lugo luce más delgado, lo reconoce, será la campaña. Está vestido con un equipo de gimnasia muy alejado de la antigua sotana. Sonríe, se levanta e invita al diálogo.

–¿Por qué la gente lo va a votar?

–La gente ya sabe, está definida. Lugo es diferente, supo aglutinar sin polarizar las fuerzas de la oposición, porque tiene un programa consensuado de gobierno. Y porque genera confianza en la ciudadanía.

–Según dijo, teme que haya fraude.

–Sí, porque históricamente hubieron elecciones con fraude en el Paraguay. El sistema electoral se presta para eso. En segunda lugar, las autoridades del Tribunal Supremo de Justicia Electoral han preparado herméticamente todo el proceso, sin participación de los opositores. En las últimas elecciones hubo fraude, nada indica que no suceda ahora. La última interna del Partido Colorado fue irregular. En contrapartida, la Alianza Patriótica para el Cambio ha preparado un gran sistema de control electoral que puede sopesar y disipar las dudas.

–¿Qué opina de las acusaciones del Ejecutivo de que hay agitadores extranjeros que llegaron al país?

–La afirmación es temeraria, no tiene ningún fundamento. El Paraguay es un pueblo pacífico. Posiblemente el temor sea que esta vez la ciudadanía es consciente y no aceptará un fraude electoral. Esta ciudadanía quiere una genuina democracia, participativa.

–¿Qué propone para salir de la crisis económica?

–Dos cosas: administración pública transparente y generación de empleo. Paraguay sufrió una sangría de emigrantes jóvenes que fueron a buscar trabajo a Argentina, EE.UU. y España. Eso tiene directa relación con el sistema educativo –el actual no sirve para entrar en el campo laboral–.

–También plantea una reforma agraria.

–Una reforma agraria es ineludible en un país donde hay grandes brechas en la tenencia de la tierra. Quiero crear un catastro nacional de propiedad y una secretaría de recuperación de bienes malhabidos.

–¿Expropiarán tierras?

–Sí, la ley actualmente lo permite.

–Viendo la problemática de Argentina entre el Gobierno y el campo, un eventual gobierno suyo, ¿qué haría para frenar el cultivo excesivo de la soja, hoy día la materia clave de exportación?

–La primera acción es poder instalar en la discusión pública el tema. Cómo fue acá el proceso de crecimiento de la soja extensiva. Sus pros y sus contras. El pro evidente es que es el primer rubro de exportación del país. Hay que medir también el precio social –eso crea muchas fuentes de trabajo–, el precio medioambiental, el precio ecológico. No le tenemos miedo al diálogo.

–Usted ha hablado de renegociar los contratos con las hidroeléctricas Yacyretá e Itaipú, ¿lo puede ampliar?

–Queremos un precio justo, de mercado. Tendremos que hablar con la Argentina y Brasil, porque para renegociar el tratado en sí tiene que haber voluntad de ambas partes. La alternativa que queda es que el precio de la energía que se da a Brasil sea el precio de mercado y no de costo, como rige ahora. Esto va a cambiar la economía paraguaya.

–¿Cuál va a ser su relación con la región y con el Mercosur?

–Queremos fortalecer el Mercosur. Pero queremos que el crecimiento y la integración sean más simétricos. El momento político que vive la región facilita muchísimo eso. El futuro de nuestros pueblos será mejor.

–¿Cómo imagina la relación con Argentina?

–Con Argentina tenemos una relación política y comercial muy importante. Nosotros expresamos una gran gratitud. Pues se convirtió en el paño de lágrimas, la segunda familia para miles de paraguayos. Es un país hermano.