ETA volvió al ataque. La organización indepentista vasca hizo estallar ayer una potente bomba en la imprenta del diario El Correo, en la localidad vizcaína de Zamundio, informó el gobierno vasco. La explosión no causó heridos, pero derribó el contrafrente del edificio, donde ayer se encontraban trabajando unas 50 personas. Aunque ETA no reivindicó el ataque, el gobierno español lo atribuyó a la organización vasca. El Correo es parte de un holding de medios que ya ha sufrido otros atentados por parte de ETA. Hace una semana, en un comunicado la organización acusó a los medios de comunicación de “apoyar” con su trabajo las acciones de “los mercenarios armados para encadenar la libertad”.

No hubo aviso. La bomba de cinco kilos sacudió anoche a las 3 de la madrugada local las instalaciones de la imprenta del diario El Correo en el polígono industrial de Zamudio, cerca de Bilbao, de acuerdo con las fuentes de la policía vasca (Ertzaintza). La explosión se produjo mientras unos 50 empleados terminaban la edición dominical.

La onda expansiva destruyó un zócalo de hormigón de más de un metro de grosor que protege la fachada y derribó alrededor de cuarenta metros cuadrados del muro del edificio. Asimismo, destruyó parte del tejado del inmueble, y afectó varios pabellones industriales situados en las inmediaciones.

Según la edición digital de El Correo, los etarras colocaron la bomba en una mochila frente al muro exterior de la zona trasera del edificio de la rotativa. El diario dedujo que el atentado fue ejecutado por el Comando Vizcaya –responsable de los últimos atentados que ETA perpetró sin previo aviso– debido al modus operandi.

Luego de la explosión, hubo una seguidilla de reacciones en rechazo al ataque. El gobierno salió a criticar a la ETA por considerarla responsable del atentado que nadie se adjudicó. “Jamás una bomba va a silenciar a los periodistas de un periódico como El Correo”, condenó el ministro del Interior español, Alfredo Pérez Rubalcaba, desde Cantabria. “Nadie va a amedrentar a los periodistas, al contrario, mañana saldrán más incisivos y combativos, porque saben que defienden la democracia y la libertad de todos”, añadió en nombre del gobierno. Luego, Rubalcaba confió en que el Estado de derecho va a acabar con la organización independentista.

La Asociación Española de Editores de Diarios Españoles (AEDE) también se mostró indignada. “Ni la vesania ni la intolerancia ni la sinrazón conseguirán jamás silenciar la voz de la prensa y de sus editores, que es también la voz de una sociedad y de todos nosotros”, aseguró en un comunicado.

Desde el gobierno vasco, su portavoz, Miren Azkarate, dijo que la presunta acción de ETA fue en vano. “ETA ha vuelto a demostrar que ni le importa ni desea conocer cuál es la opinión de la sociedad vasca”, señaló en una conferencia de prensa en San Sebastián. “Quizá de esta forma intenten silenciar, hacer cambiar de opinión a la sociedad y amedrentar a los medios, pero deben saber que jamás lo conseguirán porque ésa es una lucha inútil que hace mucho tiempo que perdieron”, añadió.

El vocero del Partido Socialista vasco, Rodolfo Ares, hizo un llamado a la sociedad vasca para rechazar el ataque. “Hay que reaccionar y mostrar repulsa”, conminó. Ares condenó a los autores materiales del atentado contra El Correo. “Pero también a aquellos que amparan y justifican esta barbaridad”, dijo.

En la rotativa de El Correo se imprime la edición del diario El Mundo y Marca (deportivo) en el País Vasco, ambos de Unidad Editorial. Además, el diario atacado forma parte del grupo Vocento, cuyos periódicos en el País Vasco ya han sufrido atentados de ETA en el pasado. El más grave ocurrió en mayo de 2001, cuando fue asesinado en San Sebastián el director del financiero El Diario Vasco, Santiago Oleaga. Pese a la intensidad de la explosión, los empleados de El Correo trabajaron durante toda la noche en una edición especial y la dominical, que salió a la calle. En su editorial, el diario respondió a los atacantes: “No nos silenciarán”.