Domingo, 10 de agosto de 2008 | Hoy
EL MUNDO › LOS AVIONES RUSOS BOMBARDEARON GEORGIA Y DESTRUYERON UN OLEODUCTO CLAVE PARA OCCIDENTE
Tiflis y Moscú aseguran que controlan la capital de Osetia donde la situación es confusa. Ya hay al menos dos mil muertos y treinta mil desplazados. Abjasia se suma a la rebelión. Medvedev se puso duro con la ONU.
Por Shaun Walker, Kim Sengupta
y Rupert Corwell *
Desde Gori, Tblisi y Washington
Al menos dos mil personas han muerto y más de 30 mil han tenido que dejar sus hogares en los primeros dos días de conflicto entre las fuerzas rusas y las georgianas en el enclave pro ruso de Osetia del Sur. Ayer, mientras los aviones de guerra rusos bombardeaban la ciudad georgiana de Gori –y supuestamente destruyeron un oleoducto vital para Occidente–, el Parlamento georgiano aprobaba la declaración del estado de guerra en todo el país durante los próximos 15 días. Para matizar el anuncio también volvieron a pedir un cese del fuego, propuesta que Moscú rechazó rotundamente el viernes por la noche en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU.
El presidente ruso Dmitri Medvedev dijo ayer que no habrá diálogo hasta que las tropas georgianas abandonen la zona de conflicto. Horas después, la situación se complicó aún más cuando las autoridades de Abjasia, otro enclave pro ruso que oficialmente pertenece a Georgia, anunciaron que empezaron a movilizar sus tropas para expulsar a las fuerzas de Tiflis.
La situación en las calles de Osetia del Sur, cuya población comparte mayoritariamente la etnia rusa, todavía es muy confusa. Moscú informó ayer que tomó el control de la capital de la región, Tskhinvali, pero Georgia lo desmintió casi de inmediato. Moscú retrucó y anunció que sus tropas “liberaron” la capital del enclave. Tiflis contestó con un nuevo comunicado asegurando que mantenían un “control completo” sobre la región. Un periodista ruso dijo que la capital, Tskhinvali, está casi en ruinas. “La ciudad está destruida. Hay muchos muertos, muchos heridos”, contó Zaid Tsarnayed a la agencia de noticias Reuters. Los jets rusos bombardearon ayer al menos cinco veces los principales objetivos militares de la ciudad georgiana de Gori, no muy lejos de Osetia del Sur. Pero algunos misiles se desviaron, matando al menos a una docena de civiles que se encontraban en la calle. La imagen posterior a uno de los últimos bombardeos mostraba a una mujer arrodillada en la vereda, llorando frente al cuerpo de un hombre, mientras en el fondo un edificio de departamentos era consumido por el fuego.
Rusia informó más tarde que dos de sus aviones de guerra habían sido derribados durante los ataques. Al menos 13 de sus soldados habían muerto y otros 70 resultaron heridos. Los georgianos, por su parte, denunciaron que los jets de Moscú habían bombardeado el oleoducto que lleva crudo a Turquía, aunque no llegaron a destruirlo. Sin embargo, anoche no estaba claro si era un hecho o un intento para ganar simpatía y apoyo entre las potencias occidentales.
El número de muertos también era incierto. Las estimaciones de Rusia hablaban de dos mil muertos y 30 mil desplazados. Los líderes independentistas de Osetia del Sur respaldan los anuncios de Moscú, aunque dicen que sólo han podido confirmar 1400 muertes. Georgia, en cambio, estima que sólo 129 personas han fallecido en el conflicto. Según funcionarios de las Naciones Unidas, el número de refugiados oscilaría entre los 2400 y los cinco mil.
La guerra comenzó cuando las tropas rusas entraron a Osetia del Sur el viernes pasado, apenas horas después de que Georgia hubiera lanzado una ofensiva para retomar el control de la provincia separatista.
En Tiflis, la gente estaba nerviosa, pero mantenía su actitud desafiante. La mayoría apoyan al gobierno, pero reconocen que los sorprendió la reacción rusa. “Pelear contra Rusia es una locura”, aseguró el dueño de una tienda de música de 30 años, Giga Kvenetadze. “Pero de todas formas apoyo a Saakashvili. Lo que está haciendo Rusia está mal y por eso deben parar”, agregó.
La guerra de palabras entre los gobiernos no era menos intensa que las discusiones en la calle. El presidente georgiano Mikheil Saakashvili desechó ayer su tono diplomático. “Rusia ha lanzado una invasión militar a gran escala en Georgia”, sostuvo en Tiflis. El mandatario estadounidense salió a apoyarlo y advirtió que los ataques contra la ex república soviética significan una “peligrosa escalada” de la crisis e instó a Moscú a detener los bombardeos inmediatamente.
Según un comunicado difundido por el Kremlin, el presidente Medvedev le habría dejado en claro a Bush por teléfono que esa no era una opción. “El presidente insistió en que la única salida para esta crisis, provocada por las autoridades georgianas, es una retirada de las tropas comandadas por Tiflis de la zona de conflicto”, dice el texto. La Cancillería rusa también cargó contra Ucrania. Según el comunicado, el gobierno pro occidental de Viktor Yutchenko, que actualmente busca ingresar a la OTAN y a la Unión Europea, alentó al gobierno georgiano a iniciar una “limpieza étnica” en Osetia del Sur.
Para demostrar el interés del gobierno ruso, el primer ministro y ex presidente ruso, Vladimir Putin, llegó al enclave anoche. Apenas pisó tierra lanzó una lluvia de denuncias contra Georgia. Dijo que estaban cometiendo un “genocidio”, que están buscando “aventuras sangrientas” y que intentan empujar a otros países en un conflicto militar en la región separatista de Osetia del Sur. “La aspiración de los georgianos de ingresar a la OTAN... es en realidad un intento para sumar más países y más pueblos a sus sangrientas aventuras en Osetia del Sur”, afirmó.
Anoche una delegación de funcionarios occidentales estaba por aterrizar en Georgia para negociar un cese del fuego. El ministro de Defensa británico, Des Browne, fue el responsable de anunciar la creación de esta misión, compuesta por hombres de la Unión Europea, Estados Unidos, la OTAN y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Pero la realidad es que las potencias occidentales no tienen mucha influencia sobre Osetia del Sur y sus autoridades.
Mientras tanto las negociaciones en el Consejo de Seguridad avanzaban a paso de tortuga. Ni siquiera conseguían acordar una segunda reunión, después del fracaso de la del viernes. Sin embargo, anoche fuentes cercanas al Consejo sostenían que todavía existía esperanza de que la presión internacional pueda poner fin a los combates, los más sangrientos desde que Osetia del Sur declaró –sin demasiado éxito– su independencia de Georgia en 1992.
Pero la crisis también alimenta la histórica rivalidad entre Estados Unidos y la Rusia de Vladimir Putin y su sucesor Medvedev. El presidente Bush no sólo tiene una relación tensa con el Kremlin, sino que ha construido en los últimos años una relación personal con el presidente georgiano, al que apoyó sin miramientos a la hora de impulsar su ingreso a la OTAN.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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