Desde Madrid

Una jornada electoral de múltiples lecturas se produjo ayer en España, donde 4,3 millones de votantes estaban llamados a elegir gobierno regional en Galicia y el País Vasco. Y que culminó con una noche electoral agitada en la que hubo premios y castigos importantes para las dos principales fuerzas políticas a nivel nacional y en la que se terminó de confirmar el declive que experimentan las fuerzas nacionalistas regionales. El PSOE tuvo una espectacular subida en el País Vasco y se coloca a las puertas de conseguir el gobierno regional, a pesar de que la victoria en número de votos, como anunciaban los sondeos previos, correspondió al Partido Nacionalista Vasco. Los socialistas, a su vez, recibieron un duro golpe en Galicia, donde perdieron el gobierno regional que tenían desde hace cuatro años junto al Bloque Nacionalista Gallego de forma inesperada.

En Galicia, como temían los socialistas, la crisis económica y la tibieza del primer gobierno de izquierda que tuvo la región en un cuarto de siglo terminaron por costarle el gobierno al PSOE y al Bloque Nacionalista Gallego. Mariano Rajoy, que como máximo líder del Partido Popular (PP) a nivel nacional había jugado todas sus fichas en la elección gallega, logró salvar anoche su propia cabeza, ya que una derrota en su región de origen hubiera implicado su caída en el orden nacional. El triunfo en Galicia le permite al PP zanjar de algún modo su crisis, acosado por los escándalos de corrupción que investiga el juez Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional madrileña. El PP obtenía el 47,16 por ciento de los votos (escrutado el 80 por ciento de los votos), y 39 escaños, uno más de los que necesitaba para conseguir la mayoría absoluta en el Parlamento regional.

Los socialistas, que llevaban como candidato al actual presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño, se quedaban muy lejos de la victoria, con el 29,90 por ciento de los votos y 24 diputados, uno menos del que tenían y el Bloque Nacionalista Gallego también perdía un diputado y se quedaba con 12 escaños, con el 16,52 por ciento de los votos. El resultado abrumador a favor de la derecha superó todos los pronósticos previos e incluso desorientó a los analistas que al comienzo de la noche, al ver los altos niveles de participación electoral, supusieron que la izquierda había logrado movilizar a su electorado, cosa que finalmente no sucedió. Con estos resultados, Alberto Núñez Feijóo será el próximo presidente de la Xunta gallega. Los votos que se emitieron en el exterior, al contrario de lo que sucedió hace cuatro años, no serán esta vez decisivos, a pesar de representar el 12 por ciento del padrón.

El Partido Socialista gallego esperaba hasta última hora que los resultados no fueran definitivos, ya que suponían que el voto del extranjero los iba a beneficiar. Pero pasadas las 22.00 horas Pérez Touriño ya no quiso esperar y salió a reconocer la aplastante victoria del PP, una vez que sus estrategas le aseguraron que con el voto del exterior tampoco se podía alcanzar la victoria. En la sede nacional del PP en Madrid se multiplicaban las sonrisas. El portavoz popular, Esteban González Pons, salió pronto a declarar su satisfacción en declaraciones a los medios y trató de enmascarar el mal resultado de su partido en el País Vasco con su alegría por el triunfo en Galicia. “En las dos comunidades los ciudadanos han optado por el cambio”, afirmó.

Y si los resultados en Galicia resultaron sorprendentes, en el País Vasco se vivió un cambio histórico de magnitudes (ver aparte). Aunque el Partido Nacionalista Vasco logró la mayoría de los votos, con el 34,75 por ciento de los votos, la espectacular subida del PSOE que obtuvo el 27,68 por ciento y 24 diputados lo coloca a las puertas de obtener el gobierno regional, ya que las fuerzas no nacionalistas han superado por primera vez a las formaciones vascas en unas elecciones regionales desde el retorno de la democracia. El PP consiguió 13 diputados, con apenas el 12,69 por ciento de los votos y se quedó con la llave del gobierno regional ya que al sumar sus escaños a los socialistas podría bastar para arrebatarle el gobierno al PNV, una opción que ninguno de los dos partidos ha descartado. A pesar de que los socialistas habían descartado un pacto con la derecha para quitarles el gobierno a los nacionalistas, las declaraciones de ambos partidos anoche hacen suponer que no será tan difícil alcanzar ese pacto, que de concretarse daría un vuelco histórico en la región gobernada por el Partido Nacionalista desde el retorno de la democracia. “Somos decisivos por primera vez en el País Vasco” fue lo primero que dijo el candidato del PP, Antonio Basagoiti, que fue uno de los primeros en comparecer ante la prensa. En el PNV prefirieron la cautela. El candidato y actual mandatario Juan José Ibarretxe no compareció hasta bien entrada la noche y prefirió no hacer pronósticos. De última, su partido había obtenido un resultado mejor al esperado, aunque tuvo que soportar la caída de sus aliados, lo que le impide reeditar la mayoría absoluta en el Parlamento regional.

José Luis Rodríguez Zapatero no tendrá, a pesar de este buen resultado en el País Vasco, demasiado que festejar, ya que el PSOE esperaba que el PP recibiera un doble golpe que finalmente no se produjo, al recuperar los conservadores el gobierno gallego. El primer ministro español deberá hacerse cargo ahora de la dura realidad política que le plantea la crisis económica y tendrá su segunda oportunidad en junio, cuando se realizan las elecciones al Parlamento Europeo, un test a nivel nacional que dejará mucho más claro en qué situación se encuentran los socialistas a apenas un año de haber ganado las elecciones generales.