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¿Un gobierno de socialistas y populares en el País Vasco? Lo que hasta ayer era pura y dura fantasía política dejó de serlo para transformarse en una posibilidad luego de que el PSOE y el PP obtuvieran el número de escaños necesarios para lograr la mayoría absoluta en el Parlamento de Vitoria. Si ambos partidos superan las divisiones que tienen en el orden nacional lograrán dar un vuelco histórico en la región que ha sido gobernada por el Partido Nacionalista Vasco en el último cuarto de siglo. Las de ayer fueron también las primeras elecciones regionales sin ETA, ya que el entorno del nacionalismo radical no pudo presentar listas electorales por expresa prohibición de la Justicia. Se confirma con estos resultados el declive de los nacionalistas regionales en toda España. El Bloque Nacionalista Gallego perdió también ayer el poder en la región en la que gobernaban junto a los socialistas.

Ni siquiera en tiempos de la República española, entre 1931 y 1939, las fuerzas nacionalistas vascas habían perdido la mayoría absoluta en la región. El PNV es un partido centenario, uno de los más antiguos del país, y lleva treinta años gobernando la región con una mezcla de conservadurismo de corte católico al mejor estilo Democracia Cristiana, sumado al desarrollo de un potente Estado de Bienestar, uno de los mejores de ámbito regional de todo el país. Pero en los últimos años ha quedado desencajado. Juan José Ibarretxe, actual mandatario que no pudo asegurar anoche la mayoría absoluta de la coalición que lo sustenta –a pesar de que el PNV logró más diputados que hace cuatro años– llevó a su partido a una situación incómoda al promover el referéndum de corte independentista que la Justicia española le impidió realizar.

Anoche irrumpió también en el panorama electoral Aralar, una formación independentista pero no violenta, que se llevó el voto del entorno etarra más crítico con la continuidad de la lucha armada. Con sus cinco diputados esta formación hereda de algún modo el espacio que deja el Partido Comunista de las Tierras Vascas, la formación que representó al entorno etarra hace cuatro años. Otro cambio histórico de magnitud, ya que cuando ETA y su entorno no pudieron participar en alguna elección sus votos fueron nulos (como se pidió también en esta ocasión sin mucho éxito), pero jamás habían acabado en una formación que rechaza la violencia de modo tan tajante como Aralar.

Este vuelco importante en una región tan conflictiva permitió ayer a los dos partidos nacionales, PSOE y PP, disimular las derrotas que obtuvieron, tanto los socialistas en Galicia como el PP por su retroceso en el País Vasco, y festejar en Madrid el fin de una etapa política en Euskadi. Ambas formaciones siempre le discutieron al PNV sus tesis demasiado cercanas al independentismo y lo acusaron de hacerles el juego a los radicales independentistas con sus posturas. “Con estos resultados me siento legitimado para liderar el cambio”, afirmó ayer el socialista Patxi López, candidato del PSOE a gobernar el País Vasco. Si el clima que se vivió anoche en Madrid persiste, ese cambio es más posible hoy que nunca.