Domingo, 30 de agosto de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL VELORIO DEL SENADOR EDWARD KENNEDY REUNIO A CUATRO PRESIDENTES DE ESTADOS UNIDOS
La misa de dos horas en la que habló Obama fue el cierre después de tres días de ceremonias en honor a la vida del senador demócrata. Más tarde sus restos fueron trasladados en avión hasta la Base Aérea de Andrews antes del entierro en Arlington.
Por David Usborne *
Desde Boston
En el panegírico final a Edward Kennedy, un conmovido presidente Barack Obama les dijo a los familiares, amigos y compañeros de trabajo que abarrotaron el funeral en Boston que el hombre al que conocieron como el León del Senado –o El Gran Queso para sus sobrinas y sobrinos– fue “el mejor legislador de nuestro tiempo”.
La misa de dos horas fue el cierre después de tres días de ceremonias en honor a la vida del senador demócrata. Más tarde, sus restos fueron trasladados en avión hasta la Base Aérea de Andrews, cerca de Washington. Se acordó una pequeña ceremonia en las escalinatas del Capitolio, sede del Congreso norteamericano, para luego enterrarlo en el Cementerio Nacional Arlington, junto a sus dos hermanos asesinados. Una multitud acompañó los restos del senador en Washington.
“No lloramos hoy por el prestigio que conllevaba su nombre o la oficina que ocupó durante tantos años”, aseguró Obama, frente a tres ex presidentes estadounidenses que también llegaron a la capital de Massachusetts para honrar al último de los hermanos Kennedy. “Lloramos porque amamos a este amable y bondadoso héroe, que perseveró en los momentos de dolor y tragedia. No lo hizo en pos de su vanidad o sus ambiciones; no lo hizo para conseguir riqueza o poder. Lo hizo por la gente y el país al que amaba”, señaló Obama.
Pocas figuras políticas en Estados Unidos –excepto, claro, por un presidente– pueden esperar una despedida como la que recibió en los últimos tres días Teddy Kennedy. El legado de su vida era evidente con sólo mirar a las caras de los que se sentaron durante dos horas en la basílica del barrio de clase trabajadora Roxbury. Jimmy Carter conversó unos minutos con George W. Bush. Arnold Schwarzenegger llegó justo antes de Jack Nicholson. Tony Bennett escuchó sonriente la voz del tenor Plácido Domingo.
La despedida del senador fue, sin lugar a dudas, más larga que la de muchos de sus compañeros. Teddy, como lo recordaron ayer, no sólo representó sus propios logros, sino también las tragedias de la dinastía política a la que perteneció y la que para muchos norteamericanos fue lo más cercano a la realeza que conocieron. Fue un padre postizo para los hijos de Jack y Bobby, y en política, su carrera de casi cinco décadas atravesó toda la lucha estadounidense por los derechos civiles, el aterrizaje en la Luna y las batallas en las que se jugó todo su capital político: el salario mínimo, reformas educativas, la oposición a la guerra en Irak y la actual reforma del sistema de salud. Su última gran contribución fue ser parte de la elección del primer presidente negro.
Una fuerte lluvia caía sobre la ciudad de Boston cuando el cortejo llegaba, unos minutos tarde, a la basílica romana, conocida por los bostonianos como la Iglesia de la Misión. El ataúd con los restos de Kennedy llegó bien temprano a la mañana desde la Biblioteca Presidencial JFK, en donde decenas de miles de personas saludaron por última vez al senador el jueves y el viernes.
La ceremonia en el biblioteca terminó ayer a la noche con música y un video tributo, protagonizado por sus numerosos familiares y amigos. “Muchos de nosotros necesitamos en algún momento alguien de quien agarrarnos”, contó Joseph Kennedy, uno de los sobrinos a los que Teddy crió como un hijo. “Ahora Teddy se convirtió en parte de la historia y nos toca a nosotros hacer todas las cosas que él habría hecho”, agregó Caroline Kennedy, la hija de JFK.
Entre los dignatarios que llegaron del otro lado del Océano Atlántico se encontraban la británica Sarah Brown, en representación del primer ministro que está en Afganistán, y Gerry Adams, cuya presencia recordó las raíces irlandesas del senador Kennedy y el rol protagónico que jugó el demócrata en el proceso de paz en Irlanda del Norte. Casualmente el funeral se realizó en la misma iglesia en la que Eamon de Valera, el hombre que se convertiría en el primer ministro de Irlanda, congregó a los irlandeses de Boston en 1918 para recaudar fondos para la causa nacional.
La segunda esposa del Teddy, Vicki Reggie Kennedy, invitó a 1500 amigos, familias y miembros de la crême de la crême política. Entre los invitados estuvo Yo-Yo Ma, quien tocó el violonchelo después que cada uno de los miembros de la familia leyó sus pequeños tributos. Más tarde el músico acompañó la voz de Plácido Domingo.
Ayer, Obama y el resto de los políticos que honraron al último de los hermanos Kennedy dejaron atrás los asuntos que el senador dejó irresueltos, como la reforma de salud, y prefirieron hablar del pasado. “Yo, como muchos otros en esta ciudad, lo conocimos como un compañero, un mentor y, por sobre todo, un amigo”, recordó Obama, quien se tomó un día de sus vacaciones para participar en la misa. “Todavía podemos escuchar su voz resonando en el pleno del Senado, todo colorado, golpeando su escritorio, al explicar una verdad para él evidente, como los derechos civiles o la necesidad de un sistema de salud para todos los ciudadanos. Pero aun cuando las causas por las que peleaban eran personales, nunca permitió que lo fueran las discusiones y los desacuerdos”, agregó el mandatario. Frente a él, entre el público, demócratas y republicanos sonrieron.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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