Sábado, 19 de septiembre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › AL MENOS TREINTA Y TRES PERSONAS MURIERON EN PAKISTáN
Un atacante suicida estrelló ayer un coche bomba contra un hotel en el noroeste de Pakistán y al menos 33 personas murieron y otras 55 resultaron heridas. El atentado sucedió en un mercado lleno de gente en la ciudad de Ustarzai, en la convulsa provincia de la Frontera Noroeste de Pakistán, dominada por chiítas, ciudad militar situada unos 60 kilómetros al sur de la capital provincial Peshawar.
“Hay 33 muertos y más de 50 heridos. Veinticinco personas muertas fueron identificadas. Los otros cuerpos están en muy mal estado, completamente mutilados”, afirmó un portavoz de la policía de la Frontera Noroeste.
El blanco fue el pequeño hotel Hikmat Ali Hotel, cuyo dueño es chiíta, que está ubicado en una zona del mercado en un lugar de afluencia en el que los habitantes realizaban las compras del fin de semana antes de la fiesta musulmana del Aid el Fitr, que empieza el lunes, para celebrar la ruptura del ayuno de Ramadán.
La explosión, con un todoterreno cargado con 150 kilos de explosivos, dejó pedazos de cuerpos esparcidos por el mercado y destrozó tiendas y automóviles en Ustarzai, un pueblo montañoso del noroeste que une la ciudad militar de Kohat con Hangu, otra ciudad chiíta. Por el momento no fue reivindicado este último atentado en el noroeste paquistaní, donde impera la violencia de los militantes islamistas, calificados por Estados Unidos como una amenaza potencial en el país nuclear.
Sohail Ahmad, un vendedor del mercado que terminó con su pierna izquierda rota, dijo a AFP que la explosión le hizo perder el conocimiento. “Estaba de pie delante de mi tienda cuando todo sucedió, un coche explotó en un restaurante de afuera. Quedé inconsciente. No recuerdo nada más. Cuando recobré el conocimiento estaba en el hospital”, dijo el vendedor desde su cama del hospital.
“Esta es una zona dominada por chiítas y no podemos descartar la posibilidad de que haya sido un ataque motivado por los sectarios”, dijo Ali Hasan, un policía de Ustazai. Algunos testigos en el hospital de Kohat dijeron que la mayoría de los heridos son chiítas, y la televisión mostraba imágenes de algunas víctimas cubiertas de sangre y con las ropas rasgadas.
El primer ministro Yusuf Raza Gilani condenó el “cobarde acto de terrorismo” y expresó su pesar por la pérdida de vidas. Gilani afirmó su “determinación de sofocar la amenaza del terrorismo y la militancia en el país”. El ataque reflejó la persistente inseguridad en una región donde operan el movimiento integrista talibán y la red Al Qaida, cuya visión radical del Islam no hizo sino alimentar la violencia sectaria en la zona, según analistas.
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