EL MUNDO › EL EX CORONEL GUTIERREZ ES EL NUEVO PRESIDENTE DE ECUADOR
Chávez, Lula y ahora Lucho Gutiérrez
Lucio Gutiérrez le ganó al empresario bananero Alvaro Noboa por un amplio margen: 54,3 contra 45,6 por ciento, con un 96 por ciento de los votos escrutados. En sus primeras palabras como presidente electo, dijo que impulsará “la integración latinoamericana”.
El ex coronel ecuatoriano Lucio “Lucho” Gutiérrez no podía evitar que lo compararan alternativamente con el presidente venezolano Hugo Chávez o con el presidente electo de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva. Y si en la campaña pudo parecerse más a Lula (en su afán de mostrarse confiable a los ojos de Washington), ayer su trayectoria política se pareció a la de Chávez. Como el venezolano, irrumpió en la escena política con un golpe fallido, en enero de 2000. Como el venezolano, esto le sirvió para ganar popularidad en medio del derrumbe, aunque no total, del sistema político tradicional. Y como el venezolano, arrasó con bastante más del 50 por ciento de los votos. Desde ayer, Lucio Gutiérrez está en el mismo plano que las personas con quienes lo comparaban: es el futuro presidente de Ecuador. Escrutados el 96,32 por ciento de los votos, Gutiérrez obtuvo el 54,34 por ciento frente al 45,66 del empresario más poderoso del país, Alvaro Noboa. Ahora resta saber qué hará con un país dolarizado donde la pobreza alcanza al 79 por ciento de la población (ver nota aparte).
“Agradezco a Dios, a mi familia, a mi Sociedad Patriótica 21 de Enero, y sobre todo al pueblo, que ha confiado en un hombre sencillo, honesto, en un ecuatoriano que ama profundamente a su país, que está convocando a la paz a todos, que quiere dar paz seguridad y trabajo”, declaró Gutiérrez ante una multitud en la costera Guayaquil. Se trató de un cambio a última hora, porque Gutiérrez pensaba iniciar los festejos en la capital, la serrana Quito. Es más: el presidente electo dirigió a su gente a una de las más populares discotecas de Guayaquil, llamada “El Jardín de la Salsa”, para festejar a lo grande. El presidente Gustavo Noboa lo invitó para que asista mañana al Palacio presidencial de Carondelet y Gutiérrez le respondió que irá con gusto y que abandonará el uniforme militar “porque como presidente deberé vestir de civil”.
Pero no todo fue tranquilidad y euforia durante la jornada electoral. El propio Gutiérrez había denunciado más temprano que había irregularidades en las provincias de Guayas —la más poblada del país—, Manabí y Los Ríos (sur), pero Noboa restó importancia a esa aseveración. El ahora presidente electo dio a entender que había ofertas económicas a los electores para votar a Noboa. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) se apuró a decir que los comicios se desarrollaban con toda normalidad, que no había posibilidad de fraude y que en la jornada “hubo pequeños problemas logísticos que se solucionaron rápidamente”, según un comunicado del organismo.
Entre esos problemas figuró la toma temporaria de algunas instituciones públicas y cortes de ruta en la provincia de Chimborazo, en el sur del país. Las autoridades de este distrito decretaron un paro en demanda de ayuda del gobierno nacional para los damnificados de la explosión del polvorín militar que dejó siete muertos en Riobamba, capital de Chimborazo. Finalmente, las elecciones prosiguieron sin problemas en la mayoría de los pueblos de la región, y sólo en el casco urbano los comicios fueron aplazados para el próximo domingo. Como los que tendrán que votar ese día representan apenas el 1,2 por ciento del padrón, no tendrá incidencia en el resultado final. Cuando el escrutinio fue avanzando, ya resueltos los problemas en Chimborazo, Gutiérrez dijo que “hay que apoyar al nuevo presidente, sea quien fuere”. Es que ya era él.
A la elección de ayer no le faltó peso simbólico. Se trató del duelo entre dos candidatos que dejaron atrás a otros nueve en la primera vuelta electoral de octubre. Uno, Gutiérrez, es un coronel de extracción popular que dio un golpe militar con el apoyo de una rebelión indígena. El otro es el millonario más grande de Ecuador, con unos 2000 millones de dólares de fortuna, que ya fue candidato a la presidencia en 1998 con el apoyo nada menos que de Abdalá Bucaram, aquel presidente destituido por “incapacidad mental” en 1996. Noboa perdió aquella elección frente a Jamil Mahuad.
Lo que le deja el actual presidente Gustavo Noboa a Gutiérrez es algo difícil de desanudar. La crisis política ecuatoriana data precisamente de la elección de Bucaram. La crisis económica es tan aguda en Ecuador (concorrida de depósitos, corralito, etc., tres años antes que en nuestro país) que terminó en una dolarización abrupta que logró estabilizar la economía pero no revirtió ningún índice de pobreza. A todo esto, el Parlamento que Gutiérrez pretende reducir al mínimo en lo que es la principal línea de su campaña, la lucha contra la corrupción y la reducción de los gastos superfluos, es básicamente el mismo de siempre: los socialcristianos, los roldosistas y la izquierda democrática tendrán la mayoría.