Miércoles, 21 de octubre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › MEL ZELAYA SE CANSó DE ESPERAR Y CORRER LOS PLAZOS EN HONDURAS
El diálogo volvió a estancarse en Honduras. “Se puede morir en cualquier momento”, advirtió Manuel Zelaya. Pero los días pasan y las demoras continúan. Sus delegados y los del dictador Roberto Micheletti habían retomado las conversaciones tras una impasse de dos días, se encerraron durante horas en un hotel céntrico de Tegucigalpa y negociaron hasta entrada la noche del lunes. Sin embargo, tras varias horas de un hermetismo absoluto, la restitución del presidente legítimo volvió a brillar por su ausencia. Ayer, las palabras que resonaban entre los zelayistas eran parálisis, punto muerto y dificultades. “Todo esto es una manipulación, un juego, una nueva bofetada del régimen al mundo”, denunció ayer el mandatario derrocado.
Hasta la medianoche del lunes, según las partes, el último punto que faltaba acordar era si la vuelta de Zelaya a su cargo debía ser una decisión del Congreso –opción preferida por los zelayistas– o por la Corte Suprema –vía defendida por los golpistas–. Pero Micheletti volvió a barajar y dio de nuevo: ni un poder ni el otro, afirmó el dictador. La nueva contrapropuesta del hombre fuerte de Tegucigalpa fue que la decisión final sobre la restitución de Zelaya como presidente fuese una facultad de la propia mesa negociadora. Eso sí, en base a los informes del Poder Legislativo y el Judicial, que deberían dar sus puntos de vista sobre el golpe de Estado ocurrido el pasado 28 de junio.
La bronca y la frustración fueron ayer la base del lenguaje zelayista. “Si no hay una nueva propuesta de la otra parte, una que sólo tengamos que venir a firmar puesto que contiene lo esencial, el diálogo se puede morir. El diálogo se está muriendo”, aseguró el abogado Rodil Rivera, delegado del presidente constitucional en la mesa de negociaciones.
Tal vez en busca de esa propuesta que sólo haya que firmar, ayer, hacia el final de la tarde hondureña, de manera tímida, la diplomacia volvió a surgir. Arturo Corrales, empresario y delegado de Micheletti, se dio una vuelta por la embajada brasileña en Tegucigalpa a pedido del propio Zelaya. “Fue una visita para intercambiar los criterios que están en la mesa de diálogo, saber qué ha acontecido. Intercambiamos impresiones que sin duda enriquecen lo que va a ser la solución final de la situación del país”, afirmó Corrales al término de su encuentro con el mandatario. “La plática fue amigable, a la hondureña, amplia y pensando en la crisis”, insistió sin dar precisión alguna.
Ayer, asimismo, una de las estrategias de Zelaya para meter presión fue denunciar ante la OEA lo que consideró como nuevas tácticas dilatorias por parte de la dictadura y pedirle al organismo interamericano que condene lo sucedido. “El diálogo, aunque no lo declaramos roto ni pensamos romperlo, ha entrado en una fase de evidente obstrucción, por lo que el Consejo Permanente de la OEA deberá conocer y pronunciarse al respecto”, señaló un comunicado emitido por el presidente constitucional hondureño. “Se han hecho todas las concesiones posibles para asegurar la salida política de la crisis y firmar el 95 por ciento del Acuerdo de San José. Sin embargo, el cinco por ciento restante depende exclusivamente de la voluntad política del señor Micheletti”, explicó el comunicado de Zelaya.
Del golpe de Estado ya pasaron casi cuatro meses. Zelaya cumple hoy un mes como “huésped” en la Embajada de Brasil. Faltan un poco más de 30 días para las elecciones planificadas por los golpistas. “Han venido ganando tiempo con tácticas dilatorias para llegar a las elecciones, no están pensando en devolver el poder”, razonó ayer Juan Barahona, líder de la Resistencia contra el golpe de Estado.
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