Cada minuto cuenta en Honduras. Hoy vence el plazo dado por el presidente constitucional Manuel Zelaya para que se lo restituya en su cargo al frente del gobierno de unidad nacional previsto en el acuerdo firmado con la dictadura la semana pasada como única vía para validar las elecciones del próximo 29 de noviembre. Pero el régimen de facto no se da por vencido y la titularidad de Zelaya al frente del gabinete de compromiso aún no está asegurada. Ayer, impávida al espíritu del texto, la dictadura insistía con que sería Roberto Micheletti quien encabezaría el gobierno de reconciliación nacional. “La titularidad del Ejecutivo seguiría como está, con el señor Micheletti al frente hasta que se decida lo que corresponde al punto 5 del Acuerdo” (el referido a la facultad del Congreso para reinstalar al presidente legítimo en su cargo), lanzó la negociadora golpista Vilma Morales. Para los zelayistas, la maniobra golpista es inaceptable. “Es impensable que se pueda empezar a discutir la conformación de un gobierno de unidad hasta tanto el Congreso no se pronuncie sobre la restitución de Zelaya”, sentenció Rasel Tomé, asesor del mandatario derrocado.

Para intentar zanjar la cuestión, ayer tanto los zelayistas como los michelettistas apelaban, entre otros, al gobierno de Estados Unidos y a la Comisión de Verificación del Acuerdo Tegucigalpa-San José. Esta última comenzó ayer mismo a trabajar para velar por el cumplimiento del acuerdo y de inmediato se le exigió interpretar su letra. Pero su respuesta no aludió directamente a la restitución de Zelaya. “Señalamos la necesidad de constituir e instalar un gobierno de unidad y reconciliación, de acuerdo con los términos del compromiso suscrito el 30 de octubre”, señaló el ex presidente chileno Ricardo Lagos, integrante del grupo.

El gobierno de Washington se expresó en forma similar. Frente a las pretensiones de la dictadura de comenzar a negociar la lista de ministros alegando que el Acuerdo no especifica quién debe liderar el gobierno de unidad nacional, Zelaya le envió una nota a la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, para que ratifique la postura de su gobierno. “Pedimos a Clinton que aclare al pueblo hondureño si la posición de su país ha sido modificada sobre la condena al golpe de Estado en Honduras y si actualmente se pretende validar las elecciones sin que se haya repuesto al presidente constitucional en su cargo”, precisó la nota de Zelaya.

La respuesta de Washington llegó en cuestión de minutos. “Ya aclaramos nuestra posición sobre el presidente Zelaya y su restitución: creemos que debería ser reinstaurado en el poder”, contestó desde la capital estadounidense Ian Kelly, vocero del Departamento de Estado. “Ahora éste es un proceso hondureño que se inició con el acuerdo del pasado fin de semana. Estamos comprometidos con el acuerdo, con su implementación”, insistió.

Tal vez porque la frase no confortó a muchos, horas después, Eduardo Reina, embajador de Zelaya en Washington, salió a remarcar que el subsecretario Shannon le había confirmado que Zelaya debía ser restituido antes de los comicios. “A mí me reiteró Shannon que su posición es la restitución del presidente Zelaya antes de las elecciones”, aseguró Reina. Para completar el coro de voces, Hilda Solís, secretaria de Trabajo del presidente Barack Obama, expresó que el dictador Micheletti le había transmitido que, por el bien de Honduras, estaría dispuesto a dar un paso al costado, sin aclarar si ello significaba que el presidente legítimo volviera a su cargo. Al cierre de esta edición, tal posibilidad seguía siendo ignorada por los golpistas. “Eso es algo que debe decidir el Congreso en su debido momento”, reiteró Martha Alvarado, vicecanciller de facto.

“Las cosas se están moviendo”, agregó la secretaria de Trabajo de Obama. Ayer, como desde hace cuatro meses, los zelayistas esperaban que se movieran, pero definitivamente.