Martes, 26 de enero de 2010 | Hoy
EL MUNDO › EL TRIBUNAL SUPREMO DE EE.UU. DIO VíA LIBRE PARA LA EXTRADICIóN DEL DICTADOR PANAMEñO A PARíS
El ex espía de la CIA y ex traficante de drogas podría pasar sus últimos días en una cárcel francesa, bajo la acusación de lavado de dinero. El máximo tribunal estadounidense rechazó un recurso presentado por la defensa para evitar que salga del país.
Por Eduardo Febbro
Desde París
El incómodo general Noriega podría terminar sus días en Francia o, al menos, pasar unos cuantos años en una cárcel francesa. El ex presidente panameño, ex espía de la CIA y ex traficante de drogas, terminó de cumplir hace dos años su sentencia en Estados Unidos pero su libertad y su retorno a Panamá fueron bloqueados por un pedido de extradición presentado por París. En 1999, el general Noriega fue sentenciado en ausencia a una pena de 10 años de cárcel en Francia por el delito de lavado de dinero proveniente del tráfico de cocaína durante los años ’80. Noriega habría lavado ese dinero en el circuito de varios bancos franceses y comprado con esos fondos departamentos de lujo por un monto de 3,5 millones de dólares. Ayer, el Tribunal Supremo de Estados Unidos despejó uno de los últimos obstáculos de la extradición de Noriega hacia Francia. La Justicia norteamericana rechazó revisar una decisión del tribunal federal de apelaciones en la cual se especifica que Estados Unidos puede mandar a Noriega a Francia sin que ello viole sus derechos como prisionero de guerra. De hecho, los abogados de Noriega habían presentado un recurso para evitar su extradición a Francia y lograr que Noriega regrese a Panamá, donde la Justicia también lo solicita para que responda por la desaparición y el asesinato de varios opositores. En Panamá lo esperan dos penas de cárcel: una de 15 años por el asesinato de Hugo Spadagora, médico, periodista y opositor, y otra de 20 años por el asesinato de otro adversario. Los defensores de Noriega alegaron que, si era extraditado, ello violaría los derechos amparados por las Convenciones de Ginebra en las cuales se fijan las normas para el tratamiento de prisioneros de guerra. Hasta ahora, Washington avaló la solicitud francesa y alegó que las Convenciones de Ginebra no rigen para el caso del ex dictador panameño. Sin embargo, la administración norteamericana le había reconocido anteriormente el estatuto de prisionero de guerra.
La extradición formal de Noriega se demoró luego de que, en enero de 2008, un juez federal norteamericano ordenara que el ex dictador no fuera extraditado a Francia hasta que no haya agotado todas las posibilidades de recurso que estaban a su disposición, es decir, tanto la corte de apelaciones como la Corte Suprema. Frank Rubino, uno de sus abogados defensores, reconoció que Noriega “ya agotó todas sus opciones legales. Tiene que ir a Francia”. El ex general fue capturado en Panamá en enero de 1990 luego de la invasión norteamericana. Los entretelones de la captura de Noriega, su condena, la posterior sentencia en Francia, los abogados que lo defienden, su implicación en el lavado del dinero sacado del polvo blanco, sus lujosos gastos en París y los honores que la Francia socialista le rindió en su momento configuran una deliciosa trama de complicidades y traiciones. Por ejemplo, dos de los abogados panameños que defienden a Noriega, Rolando Rodríguez y Julio Berríos, habían sido fiscales del tribunal que lo condenó en Panamá. En su sentencia de 1999, el Tribunal correccional de París emitió un mandato de arresto internacional contra Noriega y su mujer, Felicidad. También confiscó los bienes de la pareja y los obligó a pagar una multa de 41 millones de dólares. Los investigadores franceses encontraron cuatro millones de dólares en las cuentas que Noriega y sus allegados habían abierto en los bancos CIC, BNP, Crédit Lyonnais y Banco do Brasil, todos con sede en París. La Justicia logró probar que, en un solo día, Felicidad llegó a gastar 100 mil dólares en joyas.
En el libro Las Alas Negras, el escritor norteamericano Larry Collins afirma que el gobierno francés “le hizo la corte” al general, que “contribuyó con fondos importantes a financiar su campaña” y que, en algún momento, “pensó en servirse de los certificados de verificación de Noriega para tapar la venta secreta de armas a Irak”. Noriega debió ser muy generoso con Francia como para que, en 1987, el presidente socialista François Mitterrand lo condecorara con la distinción más alta que ofrece el país, la Legión de Honor.
Ello no quita la validez de la investigación realizada en Francia en torno del clan Noriega. El dinero del general pasaba primero por una cuenta panameña del BCCI, luego transitaba por Londres y París, de donde volaba hacia Luxemburgo, Suiza y Austria. Los abogados franceses de Noriega han dicho que si el ex dictador es extraditado a Francia y se le hace un nuevo juicio, van a presentar documentos de la CIA y de la DEA en donde ambos organismos alaban el papel de Noriega en la lucha contra el narcotráfico. Los abogados afirman también que el dinero que estaba en las cuentas de Noriega no es otro que el que la CIA le pagó por los servicios prestados. Parece improbable esa línea de defensa dada la cantidad de plata que circuló. El clan Noriega tenía unas 12 cuentas de banco y se apoyó en empresas fantasma con sede en Panamá. Shin-Shin, Caja de Ahorros, Cuenca Holding, Gaswitt Investment son los nombres de esas empresas. Diversos cálculos estiman el capital de los Noriega en 200 millones de dólares. Los bancos, desde luego, no vieron nada.
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