EL MUNDO › OPINION
La historia se repite
Por Manuel Justo Gaggero *
En 1970 la Unidad Popular llegó al gobierno de la hermana República de Chile. La coalición encabezada por Salvador Allende nacionalizó, sin indemnizar, las explotaciones de cobre y empresas de otros sectores estratégicos (más de 200 empresas); impulsó la reforma agraria, propiciando formas colectivizadas de producción, y creó un “sector social” de la economía.
La vía pacífica –”vía chilena al socialismo”– fue jaqueada, desde el inicio de su mandato, por el establishment. El diario El Mercurio apeló a la remanida fórmula de acusar al gobierno popular de “atentar contra la libertad de prensa”, y las elites desplazadas del poder pusieron en marcha un plan de desestabilización, que incluyó una larga huelga de camioneros, que generó el desabastecimiento de productos esenciales. Mujeres de “clase media y alta” empuñaron cacerolas y cucharones para hacer sonoras demostraciones. Esta situación culminó con el sangriento golpe del 11 de septiembre de 1973. Miles de muertos y “desaparecidos” fue el saldo luctuoso del gobierno que encabezó el genocida Augusto Pinochet.
Hace pocos meses, al desclasificarse la documentación de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, se puso al descubierto la íntima vinculación de los golpistas con el Departamento de Estado y el Pentágono.
La historia, solía decir Marx, se repite como farsa o como tragedia. En este caso aparece con este último matiz. El elegido es el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Un país de 920 mil kilómetros cuadrados, con algo más de 20 millones de habitantes, instalados sobre un mar de petróleo. Qué ese le “imputa” al coronel bolivariano. El haber reconstituido la Organización de Países Exportadores de Petróleo, impidiendo de esa manera que los países industrializados impongan el precio del mismo. El tener estrechas y solidarias relaciones con Cuba. El haber planteado una reforma agraria que apunta a distribuir entre los campesinos a los latifundios improductivos. Plantear y llevar a cabo una profunda reforma política que desplazó, definitivamente, a los partidos tradicionales –Acción Democrática y COPEI– que se habían alternado en el gobierno en los últimos 45 años, generando el más grande enriquecimiento ilícito de la dirigencia de ambas organizaciones.
Hoy como ayer, es la Cadena “Globo” la amenazada. Hoy como ayer, la huelga petrolera genera desabastecimiento. Hoy como ayer, el Departamento de Estado norteamericano mira con simpatía a los golpistas. ¿Es posible seguir permitiendo que los Estados Unidos nos digan quiénes nos deben gobernar? Defender a Chávez e impedir la consecución de los planes de la CIA es fundamental para lograr ese Continente posible, libre y solidario en el que aspiramos y deseamos vivir.
* Director de la revista Diciembre 20.