Jueves, 20 de mayo de 2010 | Hoy
EL MUNDO › TRAS LA REPRESIóN DEL GOBIERNO, LOS CAMISAS ROJAS SE RINDIERON
Temprano ayer, miles de los Camisas Rojas abandonaron la intersección que habían ocupado por más de dos meses después de que llegaran las tropas del gobierno. Siete –según fuentes oficiales– son las víctimas de la represión, entre ellas un periodista italiano.
Se resguardaron como pudieron, buscando no sólo autos y camiones sino árboles y hasta macetas. Esto fue cerca de la entrada de un templo budista, un supuesto oasis, un lugar de plegaria. Pero su santidad fue fatalmente destruida con el estallido de los rifles y el sonido de las balas.
Uno después del otro, los heridos fueron cargados y arrastrados hacia el interior del templo. Los valientes voluntarios de los Camisas Rojas hicieron lo que pudieron. Usaron toallas, vendas y apósitos para curar serias heridas de balas que necesitaban cirugías y no primeros auxilios.
La señal fuera del templo era iapayatani, una palabra que indicaba que el centro de Bangkok era una zona segura, una trinchera. En la tarde de ayer, los edificios de la capital tailandesa ardieron. El espeso humo negro, las calles por fuera de lo venerado, el complejo budista de 150 años fueron transformados en un campo de batalla, del que nadie podía escapar.
De los asesinados ayer, varios murieron fuera del templo y muchos, muchos otros, heridos. Los que estaban escondidos en el templo eran tan vulnerables como los otros. Temprano ayer, miles de los Camisas Rojas abandonaron la intersección que habían ocupado por más de dos meses después de que las tropas del gobierno finalmente llegaran hacia las barricadas y los manifestantes admitieran que todo había acabado. Se trasladaron para ocupar el área del templo. El ánimo era tenso y denotaba ansiedad, pero la gente rezaba y deseaba que las fuerzas estatales no convirtieran su templo en un lugar de violencia.
“Después de que las autoridades nos ordenaran irnos a casa, vinimos aquí. Nos dijeron que todo había acabado”, contó una mujer. Otra agregó: “Desde que he vivido aquí, nunca he visto un gobierno tan malvado”. Desde el oeste, pudimos escuchar fuertes disparos al tiempo que las tropas avanzaban hacia el templo. Algunos periodistas que estuvieron adentro relataron que los Camisas Rojas respondían al fuego gubernamental con armas de mano y bombas de nafta.
Anoche, el templo construido durante la era del rey Rama IV –cuando sus alrededores eran lagos y canales– se convirtió en una cruz que mediaba entre un campo de refugiados y un hospital. Mientras unos monjes vestidos de naranja lanzaban plegarias, la gente tenía el reto de encontrar un lugar donde dormir y algo para comer. La mayoría tenía las más magras posesiones, muchos lavaban su única muda de ropa. El humor era una mezcla de ansiedad e incertidumbre. ¿Cuánto habría que esperar?
Siete, dicen las fuentes oficiales, son los muertos de la represión. Entre las víctimas se cuenta el periodista italiano Fabio Polenghi, asesinado por un disparo en el corazón. La Bolsa de Bangkok, varios centros comerciales, entre ellos el monumental Central World y sus tiendas de lujo, así como los locales de un canal de televisión con cien personas en su interior, ardían a última hora de la tarde de ayer, según los bomberos. El gobierno reconoció que algunas zonas de la ciudad estaban todavía fuera de su control, al tiempo que el ejército prometía “ocuparse de los que provocan los disturbios”. Para eso, el Ejecutivo decretó un toque de queda, especialmente para regiones del norte, de donde provienen la mayoría de los Camisas Rojas, que apoyan al anterior primer ministro, Thaksin Shinawatra, derrocado por un golpe de Estado en 2006.
El actual primer ministro, Abhisit Vejjajiva, pidió a la población que confiara en él. “Mi gobierno y todos los responsables tienen la firme intención de superar esta crisis. Haremos que reine la paz en todo el país y nos recuperaremos”, declaró ante las cámaras al tiempo que cortaba la programación habitual de los canales de televisión. Una advertencia del gobierno parece ser más aterradora que cualquier otra: “Esta noche volverá a ser una nueva noche de sufrimiento”, adelantó el portavoz Panitan Wattanayagorn.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
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