El canciller Ryad Malki representa a la nueva camada de dirigentes de la Autoridad Palestina. Es fluido en varios idiomas y, ante todo, extremadamente diplomático. Habla de la ocupación israelí como un problema importante, pero no se descontrola, sus ojos no se inyectan en sangre ni su voz se quiebra de la bronca. El ingeniero de 55 años es un hombre tranquilo y gentil, hasta que le cuestionan la ruptura con Hamas, la facción palestina que desde mitad del 2007 controla unilateralmente la Franja de Gaza. Recién ahí salta de su acolchonada silla y se pone a hacer equilibrio en el borde del asiento: “Hamas está dirigiendo un sistema autoritario, fascista, y por eso está perdiendo el apoyo del pueblo”.

En la tarde de ayer se reunió con el canciller argentino Jorge Taiana para informarle de los avances –en otras palabras, la falta de avances– en las negociaciones indirectas con Israel y pedirle un mayor protagonismo internacional al gobierno de Cristina Fernández en el conflicto israelo-palestino. “El mundo está cambiando. Argentina y Brasil son muy importantes en política exterior”, explicó el ministro, que viajó seis veces a la región en los últimos tres años.

Malki habló ayer con Página/12 a horas de partir hacia su segunda y última parada, Brasilia. En un español casi impecable, producto de sus años de estudiante de ingeniería en Colombia en los años ’70, aseguró que cree en la promesa de apoyo del presidente norteamericano Barack Obama y culpó a Irán de radicalizar la posición de Hamas.

–El gobierno palestino parece tener un renovado interés en los países latinoamericanos.

–Tenemos un gran interés en América latina. Hay muchos países que basan su política en el derecho político internacional y, por eso, es más fácil hablar con ellos. Además, el mundo está cambiando. Surgen países importantes y desaparecen otros... Argentina y Brasil son muy importantes y es necesario tener su apoyo para nuestra causa.

–¿Se imaginan a un mediador latinoamericano, como lo fue Lula en el conflicto por el programa nuclear iraní?

–¡¿Por qué no?! La búsqueda de la paz en cualquier región no debe ser el monopolio de un país específico, debe ser una invitación abierta para todos los países que quieran apoyar una salida pacífica. Si hay líderes en Brasil y Argentina que quieren aportar algo, nosotros decimos: ¿por qué no? El presidente Lula expresó ese tipo de interés y dijo que Estados Unidos había fracasado. Argentina también puede aportar algo porque mantiene buenas relaciones con los dos lados, con Israel y Palestina. Eso le da una ventaja y, por eso, ya invitamos a la presidenta Cristina a que visite Palestina.

–¿Sienten que Estados Unidos dejó de ser un buen mediador?

–Estados Unidos está mejorando sus relaciones con los palestinos. Nosotros no consideramos que sea un enemigo. El presidente Barack Obama nos visitó durante su campaña y lo primero que hizo cuando entró a la Casa Blanca fue marcar el teléfono del presidente palestino. Tenemos confianza en que sus palabras se van a traducir en actos. Estados Unidos está cambiando su imagen, ya no es el país que apoya solamente a Israel. Por primera vez en la historia del Estado de Israel hay una crisis entre ellos y Estados Unidos, mientras que Estados Unidos tiene una buena relación con los palestinos. La semana pasada anunciaron que van a apoyar a la Autoridad Palestina con 500 millones de dólares anuales y el año pasado nos habían apoyado con 550 millones. Eso es mucho dinero para nosotros.

–¿Temen que Estados Unidos perdió la capacidad de presionar a Israel?

–Estados Unidos no ha podido utilizar toda su fuerza para imponer su postura a Israel porque el lobby judío aún es muy fuerte dentro de ese país. Ahora en noviembre habrá elecciones y el presidente Obama viene perdiendo cada una de las elecciones que hubo desde que asumió. Por eso es entendible su temor a perder más apoyo si presiona fuerte a Israel. Pero al mismo tiempo Obama no quiso cambiar su posición. Por eso si Estados Unidos les abre la puerta a otros países, como la Unión Europea o Argentina y Brasil, no estará solo para presionar a Israel.

–El otro problema es la división palestina. Aun si Israel cediera y se llegara a un acuerdo, Hamas en la Franja de Gaza no lo aceptaría.

–Estamos trabajando, a solas y con otros países, para terminar con la separación de la Franja de Gaza y Cisjordania. La división ya lleva tres años y para muchos es una realidad permanente. Yo me niego a creer eso; creo que hoy es más posible de solucionar que hace tres años. Hamas demostró en este tiempo que no pudo construir una administración capaz de solucionar los problemas de los palestinos en Gaza.

–Pero Hamas está en una situación más difícil que su gobierno en Cisjordania. Sufrió una invasión de Israel y desde hace tres años no recibe dinero de la comunidad internacional.

–Sí, sí, sí. Pero al fin y al cabo, el millón y medio de palestinos que viven bajo el control de Hamas piensan si vale la pena vivir así. Uno puede aguantar un año, dos años así, pero no toda la vida. ¿Vivir siempre como una víctima, solamente porque vivo en Gaza bajo el control de Hamas? No, ése no es mi problema. La mayoría de la gente en Gaza hoy no votaría a Hamas, perdió la confianza en ellos. Es una réplica de todos los regímenes árabes, donde hay corrupción, intereses propios, falta de respeto a los derechos humanos...

–¿Se puede atravesar el cerco informativo de Israel y Gaza y determinar el humor político de los habitantes de Gaza?

–La situación no es tan oscura. Nos llega mucha información, pero los periodistas no pueden publicar un artículo sin pasarlo por la censura de Hamas. Están dirigiendo un sistema autoritario, fascista, y por eso los líderes de Hamas en Gaza saben que están perdiendo el apoyo del pueblo. Son ellos los que nos empezaron a mandar señales para abrir un diálogo. La dirección de Hamas en Damasco, en cambio, es más intransigente porque vive lejos de la situación y es la que recibe el apoyo de Irán. Se está dando una división dentro de Hamas. Estamos tratando de liberar a Hamas de la influencia iraní, hablando con la dirigencia en Gaza.