EL MUNDO › NACIONES UNIDAS DENUNCIó UN RECRUDECIMIENTO DEL RACISMO Y LA XENOFOBIA EN ESE PAíS

La guerra del CERD se pelea en Francia

El debate sobre la identidad nacional organizado por el Ejecutivo francés y la campaña para adoptar una legislación contra el uso de la burka (velo integral) han creado un clima de gran hostilidad hacia los extranjeros en Francia.

 Por Eduardo Febbro

Desde París

La discriminación racial no pierde su vitalidad en el seno de los países de la Unión Europea. Dos meses después de la publicación de un informe negativo sobre las discriminaciones en el seno de los países de la Unión elaborado por la agencia Europea de Derechos Fundamentales (FRA), la ONU se pronunció esta semana sobre el caso específico de Francia. El Comité de la ONU para la eliminación de la discriminación racial (CERD) constató en Francia “un recrudecimiento notorio del racismo y la xenofobia”. Las expresiones de corte racista han dejado de ser en el país una exclusividad de la extrema derecha para ganar espacios en las más altas esferas del poder.

El CERD analiza con frecuencia la situación en los 73 Estados que ratificaron la Convención Internacional sobre la eliminación de todas las formas de discriminación racial. El debate sobre la identidad nacional organizado por el Ejecutivo francés, la campaña para la adopción de una legislación contra el uso de la burka (velo integral) en los espacios públicos, la estigmatización de los musulmanes, el rebote del referendo suizo sobre los minaretes y las últimas medidas anunciadas por el presidente francés a la vez contra los gitanos y los extranjeros que cometen delitos en Francia han creado un clima de gran hostilidad hacia los extranjeros.

La delegación francesa que asistió a la audiencia con el Comité de la ONU, que se llevó a cabo en Ginebra, presentó un informe de más de 90 páginas sobre las medidas tomadas por París desde el 2005 contra la discriminación. Sin embargo, la controvertida ofensiva en temas de seguridad impulsada por Nicolas Sarkozy y la elección de los extranjeros como blanco de las mismas provocaron una reacción firme de los miembros del CERD. Cabe recordar que hace unas dos semanas, a raíz de una serie de violentos disturbios que estallaron en la localidad de Grenoble tras la muerte de un joven ladrón de 22 años por disparos de la policía, Sarkozy hizo públicas un arsenal de medidas muy controvertidas.

En su paquete de lucha contra la delincuencia, el presidente francés anunció el retiro de la nacionalidad francesa “a toda persona de origen extranjero que haya voluntariamente atentado contra un funcionario de policía, un gendarme o cualquier otra persona depositaria de la autoridad pública”. La disposición establece de hecho una diferencia entre un francés de descendencia francesa y un francés de origen extranjero. En este contexto, el experto turco Gunt Kut –miembro del CERD– se preguntó “si esto es compatible con la Constitución”. Este capítulo es especialmente sensible en Francia debido al contexto histórico.

Al modelar los criterios con los que se puede despojar a alguien de la nacionalidad, Nicolas Sarkozy toca una cuerda que remonta a la liberación de París, en 1945, al final de la Segunda Guerra Mundial. En esa época, el régimen colaboracionista de Vichy les retiró la nacionalidad a unos 15.000 franceses, en su mayoría de origen judío. La legislación actual contempla esa posibilidad, pero sólo en casos extremos como son los actos de terrorismo o de espionaje. La oposición y las asociaciones que defienden los derechos humanos fustigaron los anuncios presidenciales.

La Liga de Derechos Humanos dijo que esas medidas eran “la expresión de una xenofobia comprobada”. La semana pasada, el diario norteamericano The New York Times criticó duramente al presidente francés. En un editorial, el rotativo estimó que “Nicolas Sarkozy, a quien le gusta que lo llamen Sarko el americano, atiza peligrosamente las pasiones antiinmigrados con cálculos políticos a corto plazo”.

El segundo tema que suscitó inquietudes en el seno del Comité de la ONU son igualmente los anuncios del Ejecutivo destinados a desmantelar los campos ilegales de gitanos y expulsar a los ciudadanos de origen rumano o búlgaro hacia sus respectivos países. El problema radica en que Rumania y Bulgaria son países miembro de la UE. La delegación francesa aseguró sin embargo que esas medidas no violaban el derecho europeo.

El norteamericano Pierre-Richard Prosper, relator de la sesión de la ONU, apuntó hacia las numerosas declaraciones discriminatorias que se han escuchado en los últimos años en boca de los responsables políticos del país. Prosper acotó que “lo que le falta a Francia es una auténtica voluntad política”. El tema del otro, del extranjero, ha sido dominante en estos tres años de mandato de Nicolas Sarkozy y, sin dudas, a medida que se pone en marcha el dispositivo para su reelección –2012–, la tecla racial sonará con más frecuencia.

El doble discurso de la seguridad y de los extranjeros toca el corazón de un segmento importante del electorado. El racismo toma cuerpo como uno de los grandes problemas dentro de los países de la Unión Europea. Electoralmente es un ángulo muy fructífero y cada vez son más los dirigentes que recurren a él. En su informe de junio pasado, la Agencia Europea de Derechos Fundamentales constató que la violencia y los crímenes racistas siguen siendo “problemáticos” en el seno de la Unión.

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La ofensiva en temas de seguridad impulsada por Sarkozy provocó la reacción del CERD.
Imagen: AFP
 
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