Martes, 8 de febrero de 2011 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA CON KHALED TANTAWY, COORDINADOR TERRITORIAL DE LA HERMANDAD MUSULMANA
Miembro de la principal fuerza política, ilegalizada por Mubarak, afirma que se puede cambiar la realidad desde otros espacios.
Por Ailín Bullentini
Khaled Tantawy tiene 33 años, es ingeniero, egipcio, y coordinador de grupos de trabajo en los barrios de los suburbios de El Cairo de la Hermandad Musulmana (HM). En diálogo telefónico con Página/12, explicó por qué el partido político con más apoyo popular de la oposición exige la renuncia del presidente Hosni Mubarak, pero rehúsa la lucha por la presidencia. “Se puede modificar la vida política y la realidad del pueblo egipcio desde otros espacios”, define, convencido. Dice que HM quiere compartir “el cambio” en Egipto, pero rechaza cualquier vínculo “formal y oficial” con otras agrupaciones políticas opositoras.
–El pedido responde a la necesidad de afrontar y resolver la enorme cantidad de problemas económicos, financieros y políticos que el país sufre desde hace décadas. Se deben implementar reformas políticas de inmediato para que la realidad de nuestro pueblo empiece a cambiar, sobre todo la de nuestra juventud. Hay que crear empleos bien remunerados, por fuera del círculo estatal, adicto al gobierno; hay que luchar contra la pobreza, que afecta a entre el 40 y el 50 por ciento de la población, y eliminar la corrupción; hay que redistribuir la riqueza que detenta sólo una pequeña porción del país relacionada con Mubarak y su régimen. Necesitamos libertad en las calles, de opinión y de acción. La única manera de que todo eso suceda es que Mubarak y su gobierno dejen de existir .
–Ningún cambio en Egipto debe ser radical respecto del vínculo que actualmente el país construyó con sus socios. Israel advirtió a Estados Unidos y a Occidente que debían elegir entre el caos y Mubarak. Temen que un cambio de autoridades no respete la paz con Israel. Todo eso es un error. Por supuesto que se respetará la paz con Israel y se seguirá apostando a los vínculos con los socios internacionales actuales de Egipto. Aunque necesitemos no depender de Estados Unidos ni de empresas occidentales, la modificación en el rumbo debe darse primero hacia adentro, en la mentalidad de sus pobladores. No obstante, no considero que Estados Unidos y la comunidad internacional deban exigir la renuncia de Mubarak, porque que la pida o no, como ahora lo está haciendo, no responde más que a sus intereses en el juego. No decide pensando en el pueblo egipcio. No sirve de nada.
–Para nada. Estados Unidos gira alrededor de 2 mil millones de dólares al año. La fortuna de la familia de Mubarak ronda los 60 mil millones de dólares. Ese dinero, puesto a disposición del país, dará muchos mejores resultados que el aporte norteamericano.
–Rechazamos lo que el gobierno llamó intención de diálogo. Consideramos que la postura de Suleimán no fue seria a la hora de negociar con la oposición, ya que rechazó la mayoría de los requerimientos que le realizamos. Se negó a la renuncia de Mubarak; se negó a disolver el Parlamento. Accedió a modificar la Constitución pero sólo luego de un debate legislativo que nosotros consideramos inconcebible por la ilegalidad del Parlamento: se conformó en elecciones fraudulentas, es corrupto, no debería seguir en funciones. Tiene que ser disuelto.
–Decidimos no pelear la presidencia. Principalmente porque creemos que es a partir del trabajo conjunto que podemos aplicar los cambios necesarios en el país, y no a través del control. Venimos de treinta años de historia en manos de un solo hombre. No queremos controlar Egipto. Queremos compartir opiniones, compartir el cambio. Sabemos que la vida de los egipcios se puede modificar desde otros espacios, por fuera de la presidencia.
–Trabajamos en diferentes barrios con los vecinos un cambio de mentalidad basado en la solidaridad, en el respeto de sus diferencias y la libertad de opinión y de acción. Formamos grupos de asistencia a los desempleados, a los pobres, y otros encargados de la seguridad y la limpieza. Cubrimos huecos que deja el Estado. El actual Parlamento se negó a diseñar planes sociales que respondan a estas necesidades por supuesta falta de dinero. Esa misma mecánica se está llevando a cabo en la plaza Tahrir.
–No existen relaciones oficiales con referentes de otros partidos, aunque de ninguna manera nuestra propuesta los excluye. Además, la discusión política con ellos siempre es rica.
–Nosotros somos uno más. Todos los integrantes de la Hermandad somos, también, vecinos y manifestantes, pobladores de la plaza, reclamadores de la renuncia de Mubarak.
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