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El descrédito de Hugo Chávez puede leerse a través del “efecto Soto”. En sólo 48 horas, la exigencia de renuncia de Chávez por parte del coronel Pedro Soto logró la adhesión de una multitud de venezolanos que expresaron con su movilización el rechazo hacia el presidente, y ayer un nuevo oficial se plegó a la rebelión: el capitán de la Guardia Nacional, Pedro Flores. También ayer Soto recibió la orden de presentarse en 72 horas ante sus superiores o ser considerado desertor: inicialmente, el militar propuso a la muchedumbre que lo acompañara ayer mismo a su citación con el jefe de la Fuerza Aérea, pero luego decidió convocar al mismísimo Chávez a la plaza. Todo esto ocurrió al tiempo que miembros de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) investigaban si hay o no libertad de expresión en Venezuela. La conferencia de prensa con las conclusiones tuvo que ser interrumpida con la irrupción de partidarios de Chávez. Pero al menos Chávez cuenta con el apoyo de Fidel Castro, que lo definió como “el más grande demócrata de toda Sudamérica”.
Todo empezó el jueves. El coronel de la Fuerza Aérea venezolana Soto sostuvo: “El presidente se tiene que ir, y antes de que renuncie que convoque a elecciones para dejar al país en democracia”. Estas declaraciones fueron registradas en el hotel donde se realizaba un foro sobre medios de comunicación y democracia. Horas después, la policía militar intentó arrestarlo en una carretera de Caracas pero no pudo hacerlo porque sus seguidores lo rodearon. Los simpatizantes, entonces, se encolumnaron tras Soto hasta la Plaza Altamira donde fue alzado en hombros por los opositores al gobierno de Chávez. Ayer Soto volvió a dirigirse a sus seguidores. Y volvió a criticar al presidente venezolano: Chávez “utiliza los recursos para instalar una ideología marxista-leninista, que no se lo vamos a permitir”, afirmó desde la plaza. También se refirió a la orden que pesa sobre él: el comandante general de la fuerza aérea, general Régulo Anselmi Espino, dijo ayer que Soto tiene un plazo de 72 horas para presentarse ante su comando, o será declarado desertor y podría ser arrestado. “Yo no me voy a entregar; voy a ir a hablar con el comandante general cuando las circunstancias lo permitan”, dijo Soto a periodistas al reaparecer en la Plaza Altamira.
Allí se encontraba el capitán de la Guardia Nacional Pedro Flores, el otro militar activo que se pronunció contra Chávez. Flores acusó a Chávez por corrupción, traición a la patria, y de arremeter contra la Iglesia Católica y contra los medios de prensa. A pesar de las repercusiones en los medios y el apoyo de los venezolanos en general, el gobierno de Chávez aseguró que el pedido de renuncia de Chávez fue “puntual e intrascendente”. Con estas palabras, el vicepresidente Diosdado Cabello rechazó la afirmación de Soto de que es apoyado por el “75 por ciento de los oficiales, suboficiales y la tropa de Venezuela”. Además Cabello atribuyó el accionar de Soto a su descontento por no haber sido ascendido en dos oportunidades desde que Chávez está en el gobierno. Es que Soto había apelado sin éxito ante al Tribunal Supremo de Justicia por el hecho de no haber sido promovido a general. También el diputado Juan Barreto lo acusó de estar encabezando una maniobra del ex presidente Carlos Andrés Pérez de quien Soto fue edecán. El ahora presidente venezolano encabezó hace 10 años una fallida rebelión contra el gobierno de Pérez, quien desde Nueva York definió como un “acto heroico” las declaraciones de Soto.
Santiago Cantón, relator de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), terminó ayer una investigación sobre un tema vinculado a las denuncias de Soto: la libertad de expresión en Venezuela. Pero no llegó a exponer todas sus conclusiones. Cantón tuvo que suspender la conferencia de prensa debido a que un grupo de simpatizantes del gobierno irrumpió en la sala, reclamando a los periodistas –antichavistas en su mayor parte– que dejen de mentir.