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¿Hay algo además de Conzi?
Por Luis Tibiletti *
Hace 67 años, antes de atacar Etiopía, Benito Mussolini dijo que lo haría “con la Liga de las Naciones, sin la Liga o contra la Liga”. Demasiada coincidencia con la guerra colonialista de estos días. Una guerra que parece borrar toda la construcción jurídica internacional heredada del siglo XX y que el pueblo argentino, como la gran mayoría de los latinoamericanos, recibió con una mezcla de estupor e indignación.
A nadie le puede caber duda. Lo que ya pasó en el frente iraquí –además de los muertos que vendrán– es una tragedia para la humanidad. Pero también para países que –como el nuestro– sólo pueden hacerse fuertes en el respeto a la ley. Es cierto que la legalidad internacional estaba basada en una injusta distribución de poder entre los vencedores de la Segunda Guerra. Por eso los países periféricos reclamábamos reformarla para darle mayor equilibrio. Sin embargo, es evidente que en el día después de esta guerra todo será aún peor.
Los argentinos heredamos la Constitución de los Estados Unidos. Conocemos y hasta admiramos muchos elementos del sistema de vida de su pueblo. Y ahora nos duele verlos rendidos frente a un triste émulo de los peores dictadores del siglo XX. Sabemos que –como siempre–, frente al renacer del fascismo, la causa está en el miedo. Hace poco lo decía en el Congreso argentino un miembro del Centro de Estudios Estratégicos de Washington. La sociedad norteamericana está guiada por el miedo desde el 11 de septiembre de 2001, y el miedo inmovilizó las reservas del pueblo para defender hasta sus propias libertades. A tal punto que un Premio Nobel de la Paz, el ex presidente James Carter, tras oponerse varios meses a la guerra decidió autocensurarse para evitar la temida acusación de “traición a la Patria”.
Pero la pregunta ahora debemos hacérnosla nosotros. ¿Acaso no hicimos lo mismo como pueblo? ¿Apelamos a un antimperialismo ramplón que rechazaba, precisamente, la injerencia imperialista del gobierno de Carter y su enviada Patricia Derian porque ya éramos “derechos y humanos”? ¿Ahora reaccionaremos con la misma liviandad patriótica con la que fuimos a Plaza de Mayo a envalentonar a nuestro “héroe” Galtieri porque había recuperado las Malvinas?
Por cierto no tenemos las famosas “divisiones” para ir a recuperar la democracia en los EE.UU. y librar a su pueblo de tanta barbarie. Pero sería muy valiente que nuestra sociedad –con un verdadero ejercicio de autocrítica– pudiese hacer llegar su solidaridad y comprensión a los pueblos de Irak y de los EE.UU. El miedo es un horrible motor de las acciones humanas.
También sería muy bueno que en un ejercicio de madurez pensásemos cómo responder a los desafíos del Día Después. ¿Cómo puede hacer la Argentina para ayudar a reconstruir con los retazos desflecados un sistema de legalidad internacional?
Es comprensible que las angustias de nuestra sociedad pasen hoy esencialmente por cómo resolver el drama de los niños desnutridos y la desigualdad asombrosa construida en años de una democracia que no supo cambiar el rumbo económico instalado desde la dictadura del ‘76. Pero seguramente eso no lo haremos ignorando lo que pasa en el mundo. Más bien hay que contestar alguna vez estos desafíos –como lo quisieron hacer nuestros mejores estadistas en la historia– desde la solidaridad y la política común con nuestros pueblos hermanos de la región.
La tragedia es también una oportunidad para la América de San Martín y Bolívar si logramos construir una opción responsable por la paz en la región sin caer en el extremismo antinorteamericano –sea por derecha o por izquierda– que sólo sabe quemar banderas y/o apoyar dictadores.
Y aunque aquí parece que hoy no podemos hablar más que de encuestas, sólo una semana después de las elecciones, del 6 al 8 de mayo, estaremos sentados en México redefiniendo el Sistema de Seguridad en América. Allí funcionará una Conferencia Especial de la OEA convocada por los Presidentes de América. ¿Alguien sabe en este país qué diremos? ¿Quéacordamos con el Mercosur, con América del Sur y con América Latina? ¿Qué vamos a llevar? ¿Contaremos a los demás que la sociedad argentina y la mayoría de los medios solo se interesan por Conzi, el padre Grassi, los García Belsunce, el corralón y el fallo Beratz?
La nueva “Banda de los cuatro” (el vicepresidente Dick Cheney, el secretario de Defensa Donald Rumsfeld, la asesora Condoleeza Rice y el enviado para América latina Otto Reich) ya hicieron demasiadas propuestas sobre cómo cuidar los ahora llamados “espacios sin ley” de la región. En esos espacios están también, casualmente, nuestras mayores reservas de agua, petróleo, gas y demás. No nos sorprendamos si ante nuestra quietud mañana aparecen “cuidadores” de la Triple Frontera, Colombia, el Amazonas o la Patagonia.
* Profesor de Seguridad Internacional de la Universidad del Salvador.