Miércoles, 19 de octubre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › APLAUSOS POR LA LIBERACIóN DEL SOLDADO ISRAELí GILAD SHALIT Y DE UNOS TRESCIENTOS MILITANTES PALESTINOS
Mientras el helicóptero que traía a Shalit aterrizaba en territorio israelí, cientos de miles de jubilosos palestinos que llenaban la plaza de Al-Katiba en Gaza saludaron la llegada de casi trescientos prisioneros liberados. Hubo celebraciones y festejos de uno y otro lado.
Por Donald Macintyre y Catrina Stewart *
Desde Gaza
Poco después de las 10 de la mañana de ayer, segundos después de que una pequeña multitud reunida en la calle de los Shalit mirando una pantalla de TV comenzara a inquietarse y aplaudir, Dor Peled, de 25 años, sabía que su amigo de la infancia finalmente regresaba a casa. Miró transfigurado la TV israelí que mostraba las primeras imágenes de Gilad Shalit en tierra egipcia, todavía vestido con una gorra de béisbol y la camisa gris con la que había partido de Gaza. Peled, en silencio durante unos minutos, dijo por fin: “Me pone la piel de gallina. Es asombroso. Parece delgado, pero es maravilloso verlo caminar”.
Simultáneamente, en un extraño despliegue de fuerzas en estos días, enmascarados y fuertemente armados, militantes del brazo armado de Hamas, las Brigadas de Al Qassam, se unían a cientos de miles de jubilosos palestinos que llenaban la plaza de Al-Katiba en la ciudad de Gaza para saludar la llegada de casi 300 prisioneros recientemente liberados.
Pasarían otras dos horas y media antes de que dos helicópteros de la fuerza aérea israelí –uno llevando a Gilad y a sus padres Noam y Aviva– aparecieran, contra el oscuro cielo sobre Mitzpe Hila. Otros 30 minutos antes de que el largo convoy con su escolta de motocicletas pasara por el camino bordeado por los excitados residentes, algunos con bouquets de rosas blancas y cantando “Gilad regresó en paz”.
A través de las ventanas polarizadas de los tres SUV se podía ver fugazmente al pálido sargento de primera clase, el rango al que fue promovido en su ausencia, sentado entre sus padres, antes de que el convoy pasara a través de la multitud que lo ovacionaba y hasta la casa que había dejado como un soldado de 19 años hace más de cinco años.
El día memorable para Israel y sus territorios ocupados, en el corto plazo, ha fortalecido significativamente tanto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, como a Hamas, la hasta ahora relegada facción islámica palestina que mantuvo preso a Shalit.
Peled consideraba el regreso y el intercambio de más de los 1000 prisioneros palestinos que lo hicieron posible como una reivindicación. “Siempre estuve seguro de que estaría bien y que regresaría”, dijo. Cómo de bien está Shalit después de su confinamiento en Gaza desde que fue capturado por militantes en el lado israelí en la frontera en junio de 2006, queda por verse. Poco después de ser liberado, Shalit apareció en la televisión egipcia en una entrevista en que un funcionario israelí había “horrorizado” al gobierno, aun cuando fue recibido cálidamente por los residentes de su pueblo. “Tenía pensamientos sobre la esperanza de ser liberado”, dijo hablando en hebreo. “Pensé que tomaría tiempo, pero también que sucedería. Había tenido esta sensación durante todo el mes.” Describiendo su condición como buena, explicó que, mientras había vivido en aislamiento, había tenido suficientes contactos con el mundo externo para saber que su familia estaba ocupada en su liberación. Y le dijo al entrevistador egipcio que estaba contento también de que los prisioneros palestinos fueran liberados.
Recordando su tiempo en cautiverio, escribió sus deseos de ver a sus seres queridos. “Por supuesto que extraño mucho a mi familia”, dijo. También extraño a mis amigos y extraño ver a la gente normal, hablar con ellos, contarles de mi experiencia, sobre todos estos años detenido.” En la ciudad de Gaza, en un escenario cubierto de banderas y laureles, había un poster gigante de la captura de un soldado israelí, un recordatorio, como si fuera necesario recordar que fue el secuestro de Gilad Shalit lo que ganó la libertad de más de 1000 palestinos. “Queremos otro Shalit”, gritaba la multitud. Un grito que causará escalofríos en muchos israelíes que afirmaban que la libertad de un soldado israelí tenía un costo muy alto y que alentaría a los palestinos a repetir el ejercicio.
Pero todo se remitía al regreso de un héroe. En algunos casos, las familias habían esperado más de 30 años para que sus parientes recuperaran la libertad. Mientras los prisioneros recién liberados llegaban al cruce de la frontera en Rafah a la mañana, algunos besaban el suelo antes de reunirse con los seres queridos. Rael Abu Lebdeh, abrazando a su hija que lloraba por primera vez desde su arresto hace 13 años, dijo que era un momento de “alegría indescriptible”.
Luego se subieron a un ómnibus hacia la ciudad de Gaza, donde una multitud de 100.000 o más bordeaba la ruta del convoy, conducido por el primer ministro de Hamas, Ismail Haniyeh. A medida que los ómnibus se abrían paso a través de la muchedumbre cerca de la plaza, se oían los gritos de la gente. Haniyeh le dijo a su pueblo que la captura del soldado israelí fue instrumental para ganar la libertad de cientos de palestinos. “Algunos describían la captura de Shalit como una aventura sin valor, por hoy se demostró que estaban equivocados”, dijo. En Ramalá, el presidente Mahmoud Abbas también se dirigió a las enormes multitudes y buscó hacer un raro despliegue de unidad al compartir el podio con tres líderes Hamas de Cisjordania.
“Los palestinos tienen una sensación de victoria, aunque no sea una victoria completa”, dijo Atef Masad, de 46 años, refiriéndose a los 5000 o más prisioneros palestinos todavía en cárceles en Israel. “Es algo que le hemos sacado a Israel por la fuerza. Es algo que no podemos conseguir con negociaciones.”
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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