Miércoles, 19 de octubre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › ARIE KACOWICZ, DE LA UNIVERSIDAD HEBREA DE JERUSALéN, ANALIZA EL CANJE
Según el académico, el intercambio de prisioneros representa un ethos israelí por el cual no se abandona a un soldado en el campo de batalla y vuelve a poner a la agrupación islámica Hamas en el centro de la escena política.
Por Mercedes López San Miguel
Hace un mes, el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, reclamó al Consejo de Seguridad de la ONU el reconocimiento de su país como Estado soberano. Un mes después, el Consejo aún no se expresó y Hamas, la facción palestina que controla Gaza, acordó con Israel entregar al soldado Shalit a cambio de cientos de presos palestinos. “Hamas, que venía debilitado, vuelve al centro de la escena”, afirma Arie Kacowicz en una entrevista con Página/12. Kacowicz enseña Relaciones Internacionales en la Universidad Hebrea de Jerusalén y viene a Buenos Aires cada año para dar clases en una maestría de la Universidad del Salvador.
–¿Qué implicancias tiene este canje de presos para Israel?
–Desde el punto de vista de la política israelí, es indudable que el primer ministro Benjamin Netanyahu se revela como un pragmático y no un ideólogo. Su decisión fue respaldada por la gran mayoría de los ministros de su gabinete, a excepción de Lieberman, Yaalon y Landau, que conforman el ala más dura de la coalición. Tanto sus aliados como rivales señalaron que la decisión era acertada. Desde el punto de vista de la sociedad, que se haya acordado un canje tan asimétrico de un soldado a cambio de mil prisioneros considerados terroristas representa un ethos israelí por el cual no se abandona a un soldado en el campo de batalla y el Estado debe hacer todo lo posible para devolverlo sano y salvo si cae en manos del enemigo. Este acuerdo es una de las claves para explicar el mecanismo espiritual de Israel, que sigue la tradición judía según la cual existe una solidaridad colectiva básica.
–¿Es una victoria para Hamas?
–El canje de prisioneros vuelve a poner a Hamas en el centro de la escena política. La facción se había debilitado mucho en los últimos meses debido a la guerra civil en Siria, su aliado, así como por la exitosa maniobra diplomática de Mahmoud Abbas en las Naciones Unidas. A diferencia de la Autoridad Palestina de Abbas y (el premier) Fayad que promete palabras y un largo y complicado conflicto diplomático, Hamas demuestra que con el uso de la violencia logrará liberar a más de mil terroristas. Esto indudablemente tendrá un gran impacto en la opinión pública palestina, considerándose una gran victoria de Hamas y, por ende, un serio golpe al gobierno de Cisjordania.
–Usted define como exitosa la maniobra de Abbas en la ONU. ¿Qué consecuencias tendría un veto de EE.UU. en el Consejo de Seguridad?
–Estados Unidos va a tratar de maniobrar para que no estén los votos de una mayoría de nueve países, de modo de no tener que usar el veto. Sobre todo después de que el Ministerio del Interior israelí aprobó la construcción de 1100 viviendas en Jerusalén oriental, dándole una especie de bofetada a Estados Unidos, que se opone. A un año de la elección, Obama querrá sustentar el voto de la minoría de judíos norteamericanos y apostar a un diálogo bilateral como lo impulsa el Cuarteto para Medio Oriente.
–Esa negociación bilateral está bloqueada.
–Lleva unos veinte años con subas y bajas. Parte del problema fueron las predemandas. Los palestinos ponen como precondición el congelamiento de los asentamientos, cuando no lo hicieron con gobiernos anteriores desde Rabin hasta Olmert. El gobierno de Netanyahu ha construido menos que sus antecesores, aunque parezca desconcertante. La precondición de mi país es que los palestinos reconozcan a Israel como Estado judío. Es una demanda válida, pero que no se puede formular antes de iniciar el diálogo. Los palestinos han reconocido a Israel como Estado, pero no como Estado judío. Personalmente apoyo la demanda de un Estado palestino basado en las fronteras del ’67, con posibilidad de trueque territorial. Los palestinos están demandando un derecho de retorno a cuatro millones de palestinos al Estado de Israel. Ese reclamo es imposible de aceptar porque implicaría el fin de Israel como Estado judío, perdería su mayoría judía. Probablemente Abbas no pueda aceptar reconocer a Israel como Estado judío porque tampoco pueda demandar el retorno de los refugiados. Su maniobra diplomática así es brillante, porque pone el enfoque en el tema territorial o fronterizo. Como consecuencia, habría una latinoamericanización del conflicto, esto es, un conflicto que no deriva en guerra.
–A este complejo escenario hay que sumarle la reconciliación entre las facciones palestinas.
–En Cisjordania el primer ministro es muy hábil, Salam Fayad es un tecnócrata que se ha enfocado en el crecimiento económico y en colaborar con la seguridad. Tanto Abbas como él tienen una postura moderada. En Gaza, a partir de 2007, se da una situación económica difícil, en parte por el bloqueo israelí. Además, la postura ideológica de Hamas es muy diferente: no reconoce la existencia del Estado de Israel. Eso ocasiona que ambas facciones estén divididas. El acuerdo de reconciliación que firmaron se explica a partir de la iniciativa de Abbas en la ONU: se presentó como líder de todos los palestinos. En qué medida Hamas va a estar dispuesto a desmantelar sus milicias, no lo sabemos.
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